Reino Unido
Cuando la segregación es buena para las aves
El petrel antártico es un ave de pequeño tamaño que tiene una dieta basada casi en exclusiva en el krill, pequeños crustáceos muy habituales en esas aguas, especialmente en sus períodos no reproductivos. La competencia en ese período por el alimento es fuerte, y el factor clave para regularla es la segregación.
Esta es la conclusión a la que h llegado un equipo de investigadores liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con participación de científicos del British Antarctic Survey (Reino Unido), que ha publicado sus resultados en la revista Scientific Reports.
Sirviéndose de nuevos aparatos de seguimiento, y por primera vez de forma exhaustiva, los científicos han abordado el papel potencial de la segregación espacial, medioambiental (cambio de hábitat) y trófica (cambios en la cadena alimenticia) en la partición del nicho ecológico o reparto de recursos.
Según informa el CSIC en un comunicado, una de las principales restricciones de los depredadores marinos durante el periodo reproductor es poder optimizar la búsqueda del alimento con las tareas reproductivas. Esta restricción es especialmente importante en aves marinas coloniales, donde la competencia por los recursos tróficos entre especies es muy alta, situación que provoca que diferentes especies reproduciéndose en un mismo lugar se vean obligadas a repartirse los recursos disponibles segregándose espacialmente o temporalmente. “Si bien estos mecanismos ecológicos se han estudiado durante el periodo reproductor, el número de investigaciones llevadas a cabo durante el periodo no reproductor es muy reducido”, destaca el investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana Joan Navarro.
Los investigadores llevaron a cabo su estudio en la isla subantártica de Bird Island, en el archipiélago de las Georgia del Sur. Para ello colocaron geolocalizadores por niveles de luz en 100 ejemplares de cuatro especies de petreles: Pelecanoides urinatrix, Pelecanoides georgicus, Pachyptila turtur yHalobaena caerulea.
“Los resultados muestran una evidente segregación espacial y segregación en el nicho ecológico entre las especies estudiadas. Estos resultados muestran nuevos indicios sobre los mecanismos ecológicos, principalmente relacionados con la reducción en la competencia por los recursos tróficos durante el periodo no reproductor, que explicarían la coexistencia de estos abundantes depredadores subantárticos en zonas comunes de nidificación”, agrega el investigador del CSIC.
Durante la temporada de cría, los científicos recopilaron los geolocalizadores con la información registrada de todas las posiciones de las aves marcadas durante un año. Además, recogieron una serie de medidas morfométricas y muestras biológicas (sangre y plumas) para analizar su contenido isotópico en todos los individuos marcados y así determinar el nicho trófico explotado por cada especie. Posteriormente, con la información de los geolocalizadores, los resultados isotópicos y la información oceanográfica obtenida mediante imágenes satelitales, desarrollaron modelos de nicho ecológico.
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