Energía
El abrigo que ayuda a los edificios a ahorrar un 70% del gasto energético
Un grupo de 20 socios tecnológicos y universidades está desarrollando una envolvente que se construye de forma modular y económica para rehabilitar cualquier casa ya construida en un bloque de consumo de energía casi nulo
Un grupo de 20 socios tecnológicos y universidades está desarrollando una envolvente que se construye de forma modular y económica para rehabilitar cualquier casa ya construida en un bloque de consumo de energía casi nulo
El 70% del stock de edificios existentes en España fue construido entre los años 70 y 90 y sufren de problemas de ineficiencia energética. Además, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los bloques de viviendas y servicios consumen en España un 30,4% de la energía total (en Europa fijan el porcentaje en el 40% de media en todo el continente); de los 25 millones de viviendas, seis millones tienen más de 50 años y dos tercios son de antes de 1990. A esto hay que añadir que actualmente el volumen de rehabilitación en Europa, también en nuestro país, está entre el 1-3% nada más.
«El objetivo que se marcó era llegar a un 15% de edificios rehabilitados en 2020 y estamos en torno a esos bajos porcentajes. Rehabilitar teniendo en cuenta la eficiencia energética supone un coste ligeramente más alto que los de una rehabilitación no energética. La diferencia iría de los 30 euros el m2 a unos 100 euros por el mismo espacio si se considera la reducción de consumo. Abordar las medidas de eficiencia, además de revalorizar la casas y ahorrar en la luz, tienes un retorno de la inversión en unos siete años, sin olvidar que la vida útil de un bloque es de más de 50 años», explica Isabel Lacave, responsable de Proyectos de Innovación en Eficiencia Energética de Acciona. La compañía lidera Bresaer, un proyecto europeo de investigación cuyo objetivo es diseñar una envolvente que funcione como una especie de abrigo integral capaz de convertir las casas ya construidos en casas de consumo de energía casi nulo. «La idea era hacer un sistema versátil que se integrara fácilmente en cualquier edificio. Como una especie de tetris en el que se pueden quitar o poner soluciones tecnológicas en función de las necesidades», explica Lacave.
Por eso en la base del sistema hay que situar tres pilares: por un lado, la reducción de necesidades energéticas; por otro lado, la integración de energías renovables para esa pequeña demanda y, por último, un sistema inteligente capaz de entender en cada momento lo que necesita el bloque en función de la luz, las condiciones climáticas del exterior y el uso de las instalaciones en ese momento. El cerebro toma sus propias decisiones de forma independiente. La clave está, no tanto en las tecnologías que se aplican, sino en la industrialización. «Actuando sólo en la envolvente se mejora el confort, la eficiencia y el impacto del edificio en términos dé emisiones. Lo primero que se debe hacer es estudiar el bloque de origen para comprobar cuánta energía necesita. Al industrializar el proceso se consigue reducir residuos durante la obra», dice Lacave.
De esta forma, entre las tecnologías o sistemas pasivos, la envolvente cuenta con lamas en las ventanas que se mueven en función de la incidencia solar o con un sistema de aislamiento basado en cámara de aire por la que circula aire caliente (de por sí esto supone un 30% de ahorro en la factura). «La envolvente metálica activa combina la generación de energía solar térmica para la climatización y ventilación del edificio, con la producción de electricidad asociada a la generación fotovoltaica. Cuenta además con pinturas foto-catalítica termo-reflexiva y auto-limpiables con nano-partículas que mejoran las prestaciones del acabado», explican desde Acciona. Con todo ello se espera conseguir un ahorro energético del 70%. El proyecto está financiado por la Comisión Europea y en él participan más de 20 socios, tanto centros tecnológicos como empresas y universidades. Esta previsto la realización de un proyecto piloto en uno de los cinco edificios gemelos de la Universidad de Burgos. «Cada uno de ellos se ha rehabilitado de una manera La idea es luego monitorizar los diferentes edificios durante cuatro o cinco años y comparar los resultados siguiendo parámetros como la humedad, la ventilación y, sobre todo, el confort interior», concluyen las fuentes de Acciona.
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