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Mujer rural, el rostro «invisible» del sector agrario

Como mano de obra copan el 45% del mercado en algunos países, pero apenas un 20% de ellas son propietarias. La FAO afirma que los rendimientos agrícolas se triplicarían en igualdad de condiciones de acceso a la tierra

Mujer palestina derramando olivas
Mujer palestina derramando olivaslarazon

«Las mujeres siempre han estado en el campo, aunque muchas veces, como en otros sectores, su presencia se vuelve invisible», explica Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, cuando se le pregunta por la situación femenina en el sector agrario de cara a la celebración del Día de la Mujer. Como organización acaban de presentar su propuesta en Europa para que la futura Política Agraria Común revierta la desigualdad de género: «Las explotaciones de las mujeres son más pequeñas y con menor rentabilidad. Hace falta accesibilidad a los créditos y a más formación. Hay ayudas para ambos sexos obviamente, pero existen una serie de condicionamientos para acceder a ellos», dice López.

La reivindicación no es ni mucho menos algo que sucede en España, en países como Francia o Reino Unido los movimientos y cooperativas rurales dirigidas por mujeres se difunden como la pólvora. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) las considera figura fundamental para luchar contra la pobreza extrema, el hambre y la malnutrición (que también comprende males propios de las sociedades desarrolladas como la obesidad). En los países en vías de desarrollo las mujeres representan el 45% de la mano de obra agrícola – alcanza el 60% en alguna zonas de Asia y África –, trabajan hasta 12 y 13 horas más que los hombres y, sin embargo, sólo poseen el 20% de las tierras de cultivo. Los rendimientos agrícolas aumentarían en casi un tercio si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres; habría 150 millones menos de hambrientos. «Si queremos acabar con el hambre para 2030 debemos abordar las desigualdades en la agricultura. Además, ellas están más expuestas a los riesgos climáticos. Los datos recientes ilustran que en Asia, América Latina y África la fuerza laboral femenina en el campo está aumentando. Es un fenómeno conocido como la feminización de la agricultura. En Oriente Próximo, la proporción de mujeres en el empleo agrícola casi se ha duplicado desde 1990, en África del norte ha aumentado del 25% a más del 30% en el mismo período. La emigración masculina es una de las causas», explica Junko Sazaki, directora del departamento de la División de Políticas Sociales e Instituciones Rurales de la FAO.

En Europa se pierde empleo desde la crisis y eso que «las mujeres son las generadoras del 54% del trabajo autónomo en el medio rural. En términos estadísticos, representan a seis millones de la población, casi un 30% del total de las que componemos España. Ellas fijan población en el entorno y hay que recordar que en nuestro país hay 1.319 pueblos en grave peligro de desaparición, con menos de 100 empadronados, casi 400 más que en el año 2000. Sólo el último año el medio rural perdió 61.684 habitantes según datos del INE», explica Carmen Quintanilla, presidente de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural. En cuanto a propiedad en el Viejo Continente la situación es paralela: de las más de diez millones de explotaciones agrícolas, sólo el 28% está administrado por mujeres. En España, y según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, un 75,2% de los empleados son hombres.

Cooperativas de comida a domicilio para zonas despobladas, herreras, creadoras de cervezas artesanas, ganaderas de caprino, queseras; ellas están presentes en el campo generando riqueza local. Algunas se han dado cita esta semana en el I Encuentro de Emprendedoras Rurales ideado por Fademur, asociación que pide que se desarrolle la Ley de Titularidad Compartida, un texto promulgado en 2011 que pretende llevar la paridad a las explotaciones y al que a día de hoy se han acogido medio millar de personas. «Todavía hay oficinas comarcales agrarias que no saben cómo gestionar las peticiones. Y eso supondría que ambos titulares, no sólo los maridos, hicieran declaración de la renta, etc.».