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Testimonios de mujeres emprendedoras

Celia Manso se dedica a la ganadería
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Juana Gil, fundadora del restuarante y gastrocueva Arte-Gaia

El negocio de restauración y turismo activo que empezó con 35 céntimos

Juana Gil se quedó en paro hace ahora seis años como consecuencia de una reducción de plantilla de una gran empresa del sector servicios de Gran Canaria. Tardó tres meses en aceptar la nueva situación y hacerse un croquis para encajar que había pasado de alta ejecutiva a contar con un depósito de gasolina lleno, una casa familiar en el campo, fuera de Las Palmas (su lugar de residencia desde los 13) y 35 céntimos en el bolsillo. Decidió invertir su capital en dos tarros de cristal y elaborar su primera mermelada con lo que sacó de su huerta. Su producto artesanal y local fue ganando adeptos, sus ideas variando y cogiendo forma y ahora es propietaria de Arte-Gaia, un espacio con propuestas de turismo activo, un restaurante o gastrocueva donde ofrece comidas tradicionales basadas en los productos de la localidad de Artenara. «Es durísimo emprender y todavía se ve mucha desigualdad en el medio rural con respecto a las mujeres», dice Gil.

Paula Patiño, dueña de Acastrexa, marca Reserva de la Biosfera

El paro como oportunidad para crear una marca que respeta la biodiversidad

«Ya no es cuestión ni de ser mujer sino de emprender y de lo que cuesta producir las cosas y la poca consciencia que hay de eso. No se trata de mimar al agricultor pero sí de ponerlo en valor, porque qué vamos a comer si desaparece esta figura», dice Paula Patiño, emprendedora gallega y propietaria de la empresa Acastrexa. Se quedó en paro y hace tres años decidió montar su propio negocio de productos hechos a partir de especies autóctonas. Fue su alternativa laboral a las ofertas con condiciones poco dignas que le salían al paso. A día de hoy su marca es una de las tres que cuentan en España con el sello de calidad Reserva de la Biosfera. «Discriminación sigue habiendo, muchas veces casi más por parte de otras mujeres, que no te ven como empresaria. Otra dificultad son las ayudas; cuando las hay, tienes que leer la letra pequeña», dice, mientras recuerda que la mujer siempre ha estado vinculada al trabajo de la huerta en Galicia.

Rocío y María Vera, emprendedoras digitales para la ganadería

Las hermanas que digitalizaron el sector ganadero

Rocío y María Vera son hermanas. Hace dos años montaron Camporal, una «start up» para apoyar a los ganaderos en la gestión de su actividad. Ellas recuerdan que menos de un 10% de los trabajadores del sector tienen menos de 40 años. «Hace un tiempo nos dimos cuenta de que la UE exige cada vez más papeleo para garantizar la trazabilidad del ganado; hicimos el cálculo: para una explotación de 80 animales en régimen extensivo (es decir, pastando) se requiere unos 640 papeles al año. Sólo con las campañas sanitarias se tarda mucho si hay que ir siguiendo a las animales por el campo», dice María. Tras estudiar el problema y formarse, las dos hermanas están desarrollando una aplicación móvil (también un cuaderno de campo) para digitalizar el trabajo de explotaciones, de manera que se pueda recoger y controlar los datos fácilmente.