Ciencias humanas
¿Rematar de cabeza es peligroso para el cerebro de los niños?
Un estudio científico reabre la polémica sobre cabecear el balón puede provocar daños cerebrales en los menores
Una sola sesión de entrenamiento en la que un niño remate el balón de cabeza basta para causar un daño temporal de la memoria del pequeño futbolista y una ruptura del equilibrio normal de la química del cerebro.
Esta es la contundente conclusión a la que ha llegado un estudio publicado por la revista científica EBioMedicin, que reabre una reciente polémica sobre si se debería prohibir a los niños de cierta edad, especialmente entre 11 y 13 años, rematar el balón de cabeza.
De hecho, en Estados Unidos hace ahora justo un año se tomó la decisión de recomendar que se prohíba esta jugada entre los niños de esa edad.
El nuevo estudio constata que rematar de cabeza causa efectos negativos en el cerebro infantil, pero deja una puerta abierta, la de si estos daños son solo temporales o son permanentes.
De hecho, los responsables del estudio admiten que ahora hay que investigar cuáles son las consecuencias a largo plazo sobre la salud del cerebro.
El cerebro humano no está completamente desarrollado hasta que se cumplen los 20 años de edad, ya que los lóbulos frontales maduran especialmente tarde. Según explica la revista Scientific American, esta parte del cerebro, que absorbe el impacto del balón, es el hogar de cualidades humanas únicas, como el control de los impulsos y la planificación consciente. En los años de adolescencia las sustancias químicas del cerebro están en un estado de cambio y el cerebro es muy sensible de muchas maneras. De esta manera, se lleva a cabo un proceso masivo de reorganización de conexiones antes de que el cerebro se calme en el estado maduro.
El experimento sobre los efectos reales del contacto del balón con la cabeza se llevó en una sesión ordinaria de entrenamiento con unos menores. Se llevó a cabo una estimulación magnética transcraneal que utiliza una bobina sujeta sobre la cabeza de una persona para generar un breve pulso magnético que estimula una pequeña área del cerebro. Esto, junto con electrodos colocados sobre el músculo, se puede utilizar para medir las señales neurales del cerebro al músculo.
A partir de ahí se puede calcular, explica Scientific American, el nivel de «sustancias químicas inhibidoras» en el cerebro. Estas pueden interrumpir o bloquear cierta actividad cerebral y potencialmente hacer que los músculos sean más difíciles de controlar, por ejemplo.
En particular, los investigadores se fijaron en la señal química cerebral llamada GABA, que es el inhibidor más potente del sistema motor del cerebro. Si hay más inhibición en el cerebro significa que la química cerebral normal ha cambiado después de golpear el balón con la cabeza.
Se pidió a un grupo de jugadores de fútbol que golpearan una pelota con la cabeza 20 veces, lanzada desde una máquina lanza-bolas para simular el ritmo y la potencia de un saque de córner. Antes y después de las sesiones de cabezazos, se midió la inhibición cerebral medida de los jugadores utilizando la estimulación magnética transcraneal, y funciones cognitivas de los jugadores como la memoria. Se hizo un seguimiento de estos mismos niveles de nuevo al día siguiente, el día después de ese, y dos semanas después de la sesión de cabezazos en el laboratorio.
Menos memoria tras golpear el balón con la cabeza
El estudio constató que los cabezazos de fútbol dieron lugar a cambios inmediatos y medibles en la función cerebral. Se detectó un aumento de la inhibición en el cerebro después de solo una única sesión de cabezazos. El rendimiento en las pruebas de memoria también se redujo entre un 41 y un 67%.
Sin embargo, estos cambios en la función cerebral fueron transitorios, con una normalización de los efectos a las 24 horas. Pero los científicos no saben si existe un efecto acumulativo cuando esta interrupción bioquímica se repite una y otra vez con los ejercicios de práctica semanal, o cuáles son las consecuencias a largo plazo de los cabezazos para la salud del cerebro. Es por ello que se necesita más investigación, en concreto mediante el uso de un escáner cerebral con el que se puede ver cómo micro-lesiones en la estructura del cerebro y en conexiones cerebrales están relacionadas con los cambios en la bioquímica del cerebro.
Esto daría a los neurólogos una idea mucho mejor de lo que sucede en el cerebro como consecuencia de cabecear el balón. Por tanto, la investigación solo ha dado su primer paso en el camino de averiguar cuál es el verdadero impacto de los cabezazos en el fútbol.
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