Tecnología

Estrés tecnológico y su manejo

«Podemos aprovechar las vacaciones para desconectarnos un poco de las obligaciones»

Foto. Gtres
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«Podemos aprovechar las vacaciones para desconectarnos un poco de las obligaciones»

Las nuevas tecnologías nos permiten comunicarnos más fácilmente, entre otras muchas funciones. El teléfono móvil, el correo electrónico, las redes sociales, el acceso a la información publicada en internet o las compras a distancia han supuesto cambios importantes en nuestra sociedad y estilo de vida, en tan sólo un par de décadas. Como sucede con cualquier cambio, las consecuencias no siempre son positivas, sino que depende por ejemplo de cómo se usen esas nuevas herramientas. Las ventajas son evidentes. Pero quizás no todo el mundo sea consciente de que, a mayor facilidad para la comunicación, experimentaremos más demandas del entorno laboral, social, familiar e incluso global . Y si hay más demandas, se eleva el estrés. Este proceso lo experimentamos cuando atendemos las peticiones del medio y debemos poner en marcha recursos suficientes para atender. Esas tareas precisan atención, activan la mente, desarrollan procesos de activación fisiológica necesarios para poner en marcha las conductas que se precisen y realizar las actividades que puedan conducir al resultado buscado. Es un proceso normal de activación a nivel cognitivo, fisiológico y conductual que implica un gasto de energía, cansancio y necesidad de descanso. Las nuevas tecnologías elevan las demandas de atención, procesamiento de información, actividades que debemos desarrollar, así como el número de solicitudes y de solicitantes que nos llegan, todo lo cual aumenta el estrés cotidiano. Ahora podemos hacer muchas más cosas, más deprisa, que hace 20 años; pero los días siguen teniendo 24 horas y necesitamos dormir ocho. Seamos conscientes o no, el resultado es que tenemos que activarnos más y descansar menos, lo que conduce a un aumento de la probabilidad de desarrollar problemas emocionales, como trastornos de ansiedad. Podemos aprovechar las vacaciones para desconectarnos un poco de las obligaciones que nos creamos que son prescindibles. Por ejemplo, la comunicación global. ¿Tenemos que sufrir las bobadas de los demás y su aburrimiento en los chats de grupo? ¿Tenemos que saber todos lo que ha comido hoy el que está en la playa y después hacerle un elogio? ¿Tenemos que dar la imagen social de felicidad permanente?