Tabaquismo
«Nuestro objetivo es arrancar de las garras del tabaquismo al mayor número de personas»
Congreso Científico sobre la Reducción de Daños del Tabaquismo. Profesionales sanitarios y científicos nacionales e internacionales debatieron acerca de los ultimos avances en las alternativas al cigarrillo
Congreso Científico sobre la Reducción de Daños del Tabaquismo. Profesionales sanitarios y científicos nacionales e internacionales debatieron acerca de los ultimos avances en las alternativas al cigarrillo
El científico especializado en salud pública Gerry Stimson recuerda la primera vez que escuchó hablar de los cigarrillos electrónicos. «Fue en 2010 y pensé que era la solución definitiva para reducir el daño y el riesgo del tabaco, algo que iba a suponer una revolución», comenta. Sin embargo, se sorprendió al ver que sus compañeros de profesión, que en un gran porcentaje estaban a favor de políticas para la reducción del daño en el uso de drogas, no aceptaban ese método para el tabaquismo. Precisamente, ése es uno de los puntos que se ha debatido en el primer congreso científico sobre la reducción de daños del tabaquismo en España, el Tobacco Harm Reduction Summit Spain.
«Hay gente que no puede dejar de fumar y otra que directamente no quiere. Un buen sistema de salud pública es el que, de manera complementaria a las políticas de control tabáquico, ofrece alternativas que reducen los daños para estas personas, y los vaporizadores cumplen esta función», defiende Stimson. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), fumar mata cada año a más de siete millones de personas en el mundo. «Nuestro objetivo es arrancar de las garras del tabaquismo al mayor número de personas», sentencia Carmen Escrig, coordinadora internacional de la Organización de Médicos en Apoyo del Vapeo (MOVE), uno de los organizadores del evento junto con la Asociación Española de Usuarios de Vaporizadores Personales (Anesvap). España es el décimo país de la UE por uso de tabaco. En total, el 22% de la población fuma, según la Encuesta Nacional de Salud 2017 del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
El sector de los cigarrillos electrónicos, que estima que superará los 75 millones de euros de facturación este año, defiende que la utilización de estos métodos alternativos son al menos un 95% menos nocivos que los cigarrillos tradicionales. Los científicos y médicos participantes en el congreso –al que no ha acudido ninguna de las sociedades médicas españolas como ponentes– coinciden en que el peligro de fumar no está en la nicotina, sino en la combustión, que es la causante de la mayoría de sustancias tóxicas. «La nicotina no es cancerígena», afirmó el investigador Ángel González Ureña. La enfermedad viene por los componentes dañinos que se producen por la combustión del tabaco. «Las evidencias científicas son claras y entre todos, tenemos que trabajar para eliminar el alarmismo infundado en torno a la reducción de daños», concluye el cardiólogo Konstantinos Farsalinos.
Riesgos
Sin embargo, el pasado mes de febrero el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas en España advirtieron de la existencia de riesgos para la salud tanto en el uso de los cigarrillos tradicionales como de los productos de tabaco calentado y los cigarrillos electrónicos y aconsejaron no consumir ninguno de ellos. En España, alrededor de 450.000 personas utilizan cigarrillos electrónicos.
Así, a nivel internacional existen dos maneras de abordar el tabaquismo. Por una parte están los países como España que se centran en la prevención, cesación y el control del tabaco para que haya menos fumadores, un método que, según los ponentes, no ha resultado ser efectivo. En otros lugares, por el contrario, la prevención y cesación se completa con el enfoque de la reducción del daño con métodos de nicotina alternativos como los vaporizadores o los dispositivos de calentamiento de tabaco como IQOS. Este último comercializado por Philip Morris –empresa dueña de marcas como Marlboro y Chesterfield– que este año anunció que su vocación de abandonar el negocio de los cigarrillos tradicionales para vender sólo productos libres de humo.
Reino Unido es un ejemplo de la introducción de alternativas con nicotina como el cigarrillo electrónico en las estrategias contra el tabaquismo. Los últimos datos del Ministerio de Sanidad británico, presentados en el Congreso, asocian a los vapeadores con mayores tasas de abandono del cigarrillo y más de 20.000 casos de éxito cada año. En España, los usuarios del cigarrillo electrónico junto con el apoyo de voces científicas y médicas han firmado el primer Manifiesto por la reducción de daños del tabaquismo, que reclama al Gobierno considerar el papel de los productos alternativos que reduzcan el daño dentro de las políticas de control del tabaquismo. Además, solicitan la creación de un Comité Científico de Expertos que reporte al Gobierno la utilidad de estas políticas para la salud pública. Ante la creciente importancia de este debate proponen la creación de una Plataforma en Defensa de la Reducción de Daños por Tabaquismo abierta a todos los agentes interesados. Por último, reivindican el derecho de los fumadores a recibir una información veraz y precisa sobre alternativas de menor riesgo para su salud.
Además, el director del Departamento de Láseres y Haces Moleculares del Instituto Multidisciplinario de la Universidad Complutense de Madrid, Ángel González Ureña, defiende que según estudios químicos «no hay existencia de un vapeador pasivo». Es por ello por lo que apoya que no hay motivo para prohibir el uso de cigarrillos electrónicos en espacios cerrados, al no considerar que tengan un riesgo para la salud de los presentes. «Las personas situadas cerca de un vapeador inhalan 100 veces menos nicotina que un fumador pasivo, la nicotina que les puede llegar es insignificante», afirma González Ureña. Por su parte, el químico de la Universidad de Valencia Miguel de la Guardia sustenta que la falta de apoyo por parte de los gobiernos y los reguladores se debe a que estos identifican el vapeo con fumar. «Conocemos los componentes y estamos demostrando que no es lo mismo», comenta.
Sector privado
Como en muchos sectores, el tabaco se apoya en los avances tecnológicos para evolucionar. Así, grandes tabaqueras invierten en la creación de productos alternativos sin humo a los convencionales para impulsar la revolución del tabaco. «Puede haber productos menos dañinos que reemplacen los cigarrillos. Se puede eliminar el fumar, pero no el uso de la nicotina», aclara Stimson. Según un informe realizado por Sigma Dos a 600 entrevistados entre 18 y 70 años en febrero de 2018, casi el 70% de los usuarios de cigarrillo electrónico han dejado de fumar completamente. Además, el 84,3% piensa que de las terapias de reemplazo de nicotina esa es la más efectiva.
«El cigarrillo electrónico está reduciendo las tasas de tabaquismo en muchos países, especialmente en los que lo incluyen en de sus estrategias antitabaco. Los fumadores tienen a su alcance nuevas alternativas y la comunidad médica y científica no puede darles la espalda», dice Escrig. Es por ello por lo que el encuentro está financiado por asociaciones de usuarios de vapeadores y científicos a favor de esta práctica, que aplauden que los avances se impulsen por parte del sistema privado, la tecnología y los consumidores, lo que «hace que no tenga coste para los contribuyentes».
Las nuevas tecnologías cambiarán el escenario
La OMS calcula que en términos de cuidados y pérdida de productividad el coste de las enfermedades relacionadas con fumar es de un billón de dólares anual en el mundo. «Hay pocos cambios en la salud que vengan desde abajo y no desde el sistema público, pero las nuevas tecnologías cambiarán el escenario y tenemos que estar preparados para las sorpresas que vendrán. Estamos en medio de una revolución y la vamos a ganar porque el cigarrillo electrónico puede salvar vidas», sentencian fuentes del sector de los vapeadores.
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