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Saludable 2019: un sueño de Reyes para la Sanidad española

Los profesionales tienen ya la angustia y el conocimiento de que están envilecidos entre ellos, unas especialidades contra otras / Foto: Ing Images
Los profesionales tienen ya la angustia y el conocimiento de que están envilecidos entre ellos, unas especialidades contra otras / Foto: Ing Imageslarazon

Este semanal ha tenido conmigo la deferencia de despedir el año con enorme dosis de realismo en la descripción del sistema sanitario de España, que tiene síntomas evidentes de prechoque. Y como el médico que no me abandona, me pongo junto al enfermo sistema, en mi propia consulta, y le vengo a proponer las alternativas de cura que tiene su grave problema sanitario. Y, como estamos en el principio de un año altamente peculiar y esperanzador, le indico que si tenemos claridad de ideas de lo que debemos hacer, y para eso tenemos unos meses, se espera que para la primavera estemos en condiciones de ir aplicando paulatinamente los remedios que requiere una enfermedad que le viene de largo.

Necesitamos completar bien el diagnóstico de la situación y que nos crean sus actores: de un lado los enfermos, lo más fáciles porque ya es un clamor frecuente, angustiados de listas de espera y de burocracia cautiva. Once millones de personas apuntadas en seguros privados ya se han enterado de que necesitan algo más para sentirse un poco más cubiertos ante una cita para una resonancia a tres o cinco meses dependiendo de lugar y órgano a explorar.

Sería un sueño convencer a los responsables del sistema sanitario, los políticos nacionales absolutamente fuera de la trama; pero me temo que no van a prestar otros oídos que no sea el grandilocuente reto de la «universalización de la sanidad».

Los políticos autonómicos, conocedores de que no hay dinero, pero supervivientes en su pelea local, si no navegando por sueños de identidad consustancial. Por suerte, el resto casi todos nuevos, ninguno se debería ver atado por sus miedos y condicionantes. Unos recién llegados deberían pensar antes de actuar, porque tarea tienen en Andalucía para mostrar su visión de lo que ya requiere un cambio inmediato. Y otros, veteranos y teóricamente expertos en la materia y con un presidente con un gran bagaje en su rotación en el Insalud, su oposición política ha explotado la enfermedad del sistema, amenazando ya con conflicto sanitario desde la Atención Primaria.

Algunos políticos habrá que pretendan sacar recetas viejas dentro de grandilocuentes consignas y sobre todo explotar hasta el aburrimiento el consabido «Sanidad pública», la «Sanidad no se vende», en el que ya no cree la población y sólamente alimenta a quienes trabajan en sus prebendas laborales.

Las viejas recetas no pasan por dejar al ciudadano a la intemperie. Pero a algunos de la derecha y de la izquierda hay que decirles que estamos en un modelo ya consumido y agotado, que sirvió desde su creación hasta los noventa, que se le proporcionó su buen diagnóstico y su buena receta, al mismo tiempo que en el resto de Europa, y que ahora ha enfermado antes y de mayor gravedad en los dos países que lo desarrollaron, Reino Unido y España. Y nosotros antes porque tenemos menos presupuesto: 1.200 euros por persona y año. Porque no tenemos el problema de la descentralización. Y porque han adoptado recetas de gestión mucho más liberal que las nuestras, desde el autónomo médico de Primaria, que sigue trabajando para el sistema, ganando cien mil euros al año. Los profesionales son más proclives a oír el diagnóstico, porque son los que están sufriendo de la enfermedad del sistema. Pero, por el contrario, van a ser los más descreídos en la bondad del dictamen y menos aún en la credibilidad en el tratamiento.

Llevamos muchos años de retraso y necesitamos unos meses para vislumbrar bien los factores genéticos, los factores añadidos y los vicios y perversiones de los últimos años de gobiernos nacionales irresponsables de no saber analizar los retos del sistema sanitario, analizar la demanda de una población ilustrada y no querer hacer frente a la realidad de los grandes problemas de los ciudadanos. Es evidente que a éstos no les sirve el modelo de pensiones; ni el modelo de financiación y de prestación del sistema sanitario; ni el modelo de enseñanza diseñado en cada parroquia porque estamos en un mundo abierto, libre y competitivo.

Los profesionales tienen ya la angustia y el conocimiento de que están envilecidos entre ellos, unas especialidades contra otras, porque les puede quitar competencias y no tener plazas. Un hospital contra el de al lado, porque viene a cerrar un servicio, ya que aquel podría ser mejor siendo más grande, pero termina con jefaturas, expectativas y trabajo confortable. No le demos a los de Urgencias la especialidad porque le quita posibilidades a otras. Internistas, intensivistas, cardiólogos, cirujanos, etc. Todos con su encierro en sus sociedades científicas en busca del mejor ataque contra los demás.

Un sistema enfermo infrafinanciado. Encerrado en sí mismo, como los propios profesionales y como los enfermos en sus comunidades autónomas. Cerrados ya a que los políticos declaren obligatorio la lengua del lugar para poner un cerrojo para que no vengan a quitar la plaza a la que aspira cada uno. ¿Dónde y cuándo se quedaron los concursos de traslados nacionales?, ¿cuál fue la última llegada de un nuevo jefe de servicio, si no es auspiciado por el poder político, cada día más interventor sin sentido?

De esta forma, el modelo se ha hecho endogámico, sin incentivos y con el triunfo de la mediocridad y del menos competente, fruto de la servidumbre para promocionarse y del abandono del mérito, la seguridad en el empleo y el adocenamiento. Eran y aun los hay profesionales que saben ya que la vocación es estímulo y fortaleza si es reconocida y recompensada. De lo contrario, la alternativa es la renuncia o la angustia por llevarla.

El año que empieza lleva los derroteros del conflicto, pero se podría convertir en auspicios de esperanza. La primera oportunidad la tienen los partidos que entran en Andalucía. Su manera de actuar debería ser el modelo a copiar. Solvencia profesional y técnica para la gestión. Saber analizar oyendo a los profesionales. Un tiempo de análisis racional, muy bien planificado y con señales de talante para que no estalle en primavera, porque se dan señales de arreglo inmediato en los problemas más perentorios. Y se sientan las bases del futuro. Y, al tiempo, la nueva oposición, el PSOE, bien debería reflexionar sobre el modelo que ha creado en 40 años que no sirve para decir que tiene el molde de la solución y debería sumarse a análisis desde el Estado.

Y bien debería ayudar y hasta sumarse a una iniciativa muy adecuada que es que el Senado crease una comisión de análisis de este gran tema. Mientras otros políticos se debaten en sus belicosas posiciones que la mayoría del Senado a la que el PSOE se sumase, para formar una comisión de expertos que dieran el dictamen diagnóstico y de tratamiento de este enfermo capital. El modelo es fácil, es copiar la Comisión Abril a la mayor rapidez y que fuera asumida al menos por los partidos que más lo van a necesitar. Serviría para dar respaldo a Andalucía, al menos. Seguramente tendrán que ir PP y Ciudadanos, a los que se deberían sumar políticos autonómicos de la Cámara Alta. Ojalá lo traigan los Reyes Magos.