España
Sed de amor
Paloma Pedrero: «La única solución cuando no nos queremos bien es asumir nuestra responsabilidad»
No creo en los puramente malos o buenos. Aunque sí en que hay personas mejores que otras. Y personas que se han extraviado en su ignorancia, su dolor o su rabiay, sin nadie que les rescatara, se han vuelto peligrosos para ellos mismos y para los demás. Hay criaturas que nacen en pésimas condiciones de amor. Primero, y sin lugar a dudas, los que son abandonados por sus padres biológicos y van a parar a instituciones durante largo tiempo. Muchos de estos bebés, ante la falta de amor, de caricias, de mimos, de palabras, mueren de pena. Entran en una especie de apatía que les consume. Otros, se aferran a la vida y sobreviven, pero toda su existencia será una lucha por entender. Por perdonar. Por volverse a parir y amarse como se merecen. Otros, la mayoría de nosotros, a pesar no haber sido abandonados en orfanatos, hemos sufrido falta de amor. No se cuánto de eso necesita una persona para llegar a adulto sin cuentas pendientes, pero creo que más de los que la mayoría de nuestros padres nos pudieron dar. Erich Fromm hablaba de la madre con leche pero sin miel. Esa madre sola, agobiada, mal tratada, a veces, y, sobre todo, con sed de amor no saciada. Esa madre que sabe cuidar pero no llenó su vacío. La sed de amor es algo que, si no miramos hacia dentro, buscamos el por qué y comenzamos a trabajarnos el amor propio, nos puede llevar a una vida estéril y falta de sentido. La avidez de amor nos provoca rabia, rencor, desasosiego, deseos de venganza que, cuando no los curamos, nos dan muy mala vida. Justificamos nuestras actuaciones por el carácter, por las ideas, por la razón. Pero, en ese fondo nuestro que no nos atrevemos a mirar, hay un dolor inmenso, a veces irreconocible. La única solución cuando no nos queremos bien, y lo pagamos contra el mundo, es asumir nuestra responsabilidad y, desde la conciencia, comenzar una transformación infinita. Difícil sí, pero fascinante.
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