Prevención
Vitamina D: Claves para evitar su déficit sin poner en riesgo la piel
La alarma ante los bajos niveles registrados en la población plantea un dilema médico: ¿hay que tomar sol para mejorar su síntesis o el riesgo al cáncer de piel lo hace impensable?
La alarma ante los bajos niveles registrados en la población plantea un dilema médico: ¿hay que tomar sol para mejorar su síntesis o el riesgo al cáncer de piel lo hace impensable? Según un estudio español, en invierno es difícil lograr una dosis suficiente
Dicen los expertos que en la actualidad, el déficit de vitamina D está alcanzando niveles de epidemia en todo el mundo afectando hasta al 80-90% de la población. En España, además, se ha observado que esta situación de déficit no sólo persiste en adultos, mujeres postmenopáusicas, personas con osteoporosis o ancianos –los tradicionales grupos de riesgo– sino que, como confirma el estudio «Deficiencia de vitamina D en España. ¿Realidad o mito?», publicado en la Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral, se encuentra ya en niños o en jóvenes.
Lo llamativo de esto es que el 90% de esta vitamina la sintetizamos a través de los rayos solares –el 10% restante se obtiene a través de la alimentación– y, siendo España el país del sol, los niveles aquí son semejantes (o incluso inferiores) a los descritos en Europa central o escandinavia pese a esa teórica ventaja climatológica.
Esta aparente paradoja se ha tratado de explicar por una suma de circunstancias, como argumenta Javier Aranceta, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC): «El 80% de la población no cubre las ingestas mínimas recomendadas de vitamina D porque se ha ido reduciendo el consumo de los alimentos con esta vitamina por su componente graso y, con ello, su aporte a la dieta. Respecto a la vía solar, entre las cremas protectoras actuales, (que son muy eficaces e impiden penetrar los rayos) y que hacemos menos vida al aire libre limitamos nuestra exposición».
¿Por qué es importante la vitamina D?
La importancia de la vitamina D radica en varias cuestiones: por una parte, ayuda al cuerpo a absorber el calcio (principal componente de los huesos), pero también juega un papel importante en los sistemas nervioso, muscular e inmunitario. Y su déficit se asocia con un mayor riesgo de sufrir diversas enfermedades como osteoporosis o deterioro cognitivo, e incluso se ha visto que hay una menor prevalencia de padecer determinados tipos de cáncer en personas con los niveles elevados de esta vitamina.
La solución a esta situación de déficit generalizado parece obvia, a priori, si pensamos que el sol es la principal fuente natural de vitamina D. El dilema surge ante los potenciales problemas derivados de una sobre exposición y el consiguiente riesgo de desarrollar algún tipo de lesión en la piel. Por ello, el reto que se les plantea a los especialistas (fundamentalmente dermatólogos y nutricionistas) es el de intentar llegar a algún tipo de «acuerdo» para lograr un equilibrio en el que sea posible beneficiarse de todo lo bueno de la exposición solar y evitando lo malo.
«Con 15 minutos de exposición solar diarios en jóvenes cubriríamos la necesidad de vitamina D», asegura Aranceta. «Lo ideal es tomar el sol entre 5-10 minutos entre las 10 y las 12 todos los días como hábito o, al menos, la mitad de ellos. Esta sería la forma saludable para evitar el déficit de vitamina D para mantener unos niveles óptimos. Pero no vale no tomarlo durante meses y luego pegarse un “atracón de sol” en verano porque su efecto positivo no es acumulativo», coincide Antonio Martorell, del servicio de Dermatología del Hospital de Manises, de Valencia, y miembro de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Sin embargo, entiende que cuando los niveles de vitamina están «por debajo de los recomendados deben ser corregidos a través de suplementos alimentarios y no mediante la toma del sol, para evitar su efecto carcinogénico».
También hay que tener en cuenta que la edad influye en la síntesis de vitamina D ya que, con los años, se produce una disminución de la capacidad de producirla, teniendo los adultos de mediana edad un 66% de potencial en comparación con los niños. «Para las personas mayores de 70 años, que tienen además la piel más castigada, lo ideal serían 10 minutos diarios. A partir de los 15 minutos la piel no es capaz de producir más vitamina D, por lo que aumentar la exposición no sirve de nada».
Para aportar luz en esta controversia el Grupo de Investigación en Radiación Solar de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) ha realizado un estudio cuyo objetivo era estimar el tiempo necesario de exposición para obtener las dosis recomendadas de vitamina D sin que ello dañe nuestra salud. Para realizar su investigación estimaron el tiempo necesario para obtener las dosis recomendadas –una ingesta diaria de mil unidades internacionales de vitamina D– en una zona como la ciudad de Valencia, que recibe una gran dosis de radiación ultravioleta (UV) durante todo el año.
El estudio analizó la irradiancia solar UV entre las 12:30 a 13:30h durante cuatro meses (uno por estación) de 2003 a 2010. A partir de estas cifras, se calculó el tiempo para producir eritemas (el enrojecimiento de la piel causado por quemaduras) en individuos con fototipo de piel III, la usual en la población española.
Y, contra todo pronóstico, los resultados de la investigación demostraron que, aunque existe suficiente radiación para lograr niveles adecuados de vitamina D en países como España, es difícil alcanzar las dosis recomendadas en invierno en una latitud media norte, ya que el tiempo necesario de exposición resulta excesivo (130 minutos).
«En este trabajo se ha mostrado que en invierno para latitudes medias como Valencia hay suficiente radiación UV para producir vitamina D y estos resultados están en concordancia con otros autores. Sin embargo, esto no es realista, ya que es difícil obtener la dosis diaria recomendada de noviembre a febrero, puesto que la exposición casual es insuficiente y un bajo porcentaje de nuestro cuerpo está expuesto al sol dadas las bajas temperaturas –explica María Antonia Serrano, científica de la UPV y autora principal de la investigación–. En estos meses, con un 10% de exposición corporal, durante el mediodía solar se necesitarían dos horas de exposición para obtener una dosis óptima de esta vitamina» continúa.
De todos modos, asegura la experta, «hay una alternativa a la suplementación oral, y es alcanzar niveles más altos a final de verano de vitamina D pero sin aumentar el riesgo de cáncer de piel, pero serían necesarios más estudios en este campo». Con todo, Serrano espera que estos resultados puedan ayudar en el conocimiento de la dosis exactas de vitamina obtenida de la exposición a los rayos solares y la adopción de medidas apropiadas, tales como informar al colectivo médico sobre la conveniencia de aumentar su ingesta a través de la dieta o suplementos, entre otras actuaciones.
Consenso
Entre esas medidas estaría la elaboración de un consenso, una iniciativa que estarían impulsando desde la SENC con expertos de diferentes áreas. «Habría que ver si hay algún punto de encuentro en que se pueda recomendar la exposición al sol en algún momento concreto. Lo que no se puede hacer es banalizar por eso hay que calibrar muy bien los pros y los contras antes de llegar a una conclusión. Sería interesante llegar a alguna fórmula, buscar un equilibrio», asegura el doctor Aranceta.
Por su parte Martorell, aunque reconoce no haber tenido «ningún acercamiento con los nutricionistas, nos resulta muy interesante la idea de crear una guía saludable al respecto en la que se aborden la parte alimenticia y la de la exposición solar, pero teniendo en cuenta que el sol debería ser un apoyo, no puede ser el caballo de batalla contra el déficit. Está claro que el futuro pasa por la prevención primaria».
Los hábitos de fotoprotección reducen un 80% el cáncer de piel
Uno de los principales riesgos de la exposición solar es la posibilidad de desarrollar un cáncer de piel, cuya incidencia está en continuo aumento. Según desveló la Academia Española de Dermatología y Venereología, con motivo de la presentación de la campaña Euromelanoma 2017, hay nueve casos nuevos cada año por cada 100.000 habitantes (unos 4.000 casos nuevos al año para una población de 46 millones de habitantes), con máxima frecuencia en Marbella (17,5) y mínima en Zaragoza (3,6).
Se estima que un 80% de ellos podrían reducirse tan sólo con hábitos saludables de fotoprotección desde que se es niño, como el de echarse correctamente la crema solar.
La manera adecuada de aplicarse el bronceador, explica Agustín Buendía, responsable de la Campaña en España, sería «de forma generosa: unos dos miligramos por centímetro cuadrado y cubriendo todas las partes», y reponerla cada dos horas o después del baño.
Además, como asegura el doctor Martorell, los actuales son selectivos con los rayos UVA y UVB permitiendo a la piel la producción de vitamina D, «es decir, nos protegen de la parte mala de los rayos del sol pero no evita que los beneficios del sol se pierdan».
En cuanto al factor de protección, «a partir del FP 30 la protección es casi igual que la de 50 o más. Es más un tema publicitario que otra cosa».
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