Ibiza, conocida mundialmente por su vida nocturna, se enfrenta a un problema creciente: el abuso del óxido nitroso, o "gas de la risa", entre jóvenes turistas, principalmente británicos. En zonas como Sant Antoni, esta sustancia se vende de forma indiscriminada a precios irrisorios, mientras los servicios de emergencia atienden cada vez más casos de intoxicaciones graves e incluso convulsiones en plena vía pública.

Consecuencias devastadoras

Lo que muchos consumidores perciben como un simple "subidón" momentáneo puede derivar en daños irreversibles. Médicos y testigos alertan de casos de congelación de tejidos, lesiones pulmonares y, lo más preocupante, deterioro neurológico permanente por el consumo repetido. Además, los cartuchos industriales que se comercializan ilegalmente contienen impurezas tóxicas, agravando los riesgos. "He visto a chicos desplomarse en mitad de la calle, mientras otros seguían riéndose, sin ser conscientes del peligro", relata Katie Mae, camarera en Sant Antoni.

Las autoridades han reforzado la vigilancia en la zona y han creado una nueva figura policial dedicada a la convivencia ciudadana. No obstante, los locales denuncian que los traficantes actúan con impunidad, aprovechando el desconocimiento de los turistas. Restos de globos plateados, usados para inhalar el gas, se acumulan en calles y playas, evidenciando la magnitud del problema.

Ante esta situación, trabajadores del sector turístico y colectivos sanitarios exigen campañas urgentes de prevención dirigidas a los visitantes. "No basta con multar; hay que explicar que esto puede arruinar tu vida en una noche", insisten.