Gatronomía

El flaó ibicenco: el postre con alma payesa que conquista a quien lo prueba

El probablemente uno de los gran desconocidos de la gatronomía balear, parecido a una tarta de queso, pero con sabor a hierbabuena

El flaó ibicenco: el postre con alma payesa que conquista a quien lo prueba
El flaó ibicenco: el postre con alma payesa que conquista a quien lo pruebaiStock

En una tierra bañada por el sol, el mar y la tradición, hay un postre que resume en cada bocado la esencia rural y festiva de Ibiza: el flaó ibicenco. Su apariencia sencilla esconde un sabor sorprendente y único, mezcla de lo dulce y lo fresco, de la artesanía y la memoria.

En plena temporada de celebraciones, este pastel de queso fresco, hierbabuena y anís vuelve a ocupar un lugar de honor en panaderías, hogares y mesas familiares. Es la típica receta que cambia en cada mesa porque cada familia tiene su receta concreta.

El flaó (con acento en la "ó", como se pronuncia en la isla) es mucho más que un dulce: es un símbolo. De hecho, tiene un lugar reservado en las grandes festividades de la isla, especialmente en Pascua, cuando tradicionalmente se elaboraba en casa y se compartía entre vecinos como muestra de generosidad. Hoy, el flaó ha dado el salto a restaurantes, ferias gastronómicas y hasta menús gourmet, pero su corazón sigue siendo el mismo.

Hasta tres tipos de queso

Su receta —transmitida de generación en generación— mezcla queso de oveja o cabra, huevos, azúcar, un toque de licor de anís, y el ingrediente más inesperado: hierbabuena fresca, que le da ese aroma tan característico que desconcierta y enamora. Algunas recetas incluyen hasta tres tipos de queso: fresco, semicurado y curado, en diferentes cantidades según la cremosidad que se le quiera dar.

Todo ello se vierte sobre una base de masa dulce y se hornea lentamente hasta alcanzar una textura suave, entre tarta de queso y flan, que lo hace inconfundible.

Aunque el flaó también existe en otras islas como Menorca, la versión ibicenca se distingue precisamente por ese uso aromático de la hierbabuena, que lo convierte en un postre ligero y refrescante, ideal incluso en los días más calurosos. No es extraño encontrarlo acompañado de un café, una copa de hierbas ibicencas o, simplemente, como colofón a una comida entre amigos.

Un ingrediente secreto

Y si se quiere redondear la experiencia, nada mejor que maridar el flaó con un vasito de licor de hierbas dulces de Ibiza, servido muy frío. Su aroma anisado y sus notas balsámicas combinan a la perfección con la frescura del postre, potenciando los matices de la hierbabuena y equilibrando el dulzor del queso. Para los menos dados a los licores, un té verde con menta o una infusión de hinojo también son alternativas ideales que respetan la raíz mediterránea del plato.

Los obradores tradicionales de pueblos como Santa Gertrudis, Sant Joan o Sant Rafel mantienen viva la elaboración artesanal del flaó, apostando por productos locales y sin prisas. Muchos residentes, sin embargo, siguen preparando sus propios flaons en casa, como una forma de rendir homenaje a sus raíces y preservar la identidad cultural de la isla.

En un momento en que la gastronomía balear vive una auténtica eclosión mediática, el flaó representa la cara más íntima y auténtica de Ibiza: la del sabor de la tierra, la del valor de lo hecho en casa, la de los pequeños gestos que perduran. Porque probar un flaó no es solo degustar un postre, es —en cierto modo— saborear Ibiza.