Jesús Fonseca
El tercer hombre
El 12 de diciembre de 2016, fallecía en Roma Javier Echevarría. Era el tercer hombre al frente del Opus Dei. Murió con las botas puestas, como sus antecesores. Es una costumbre que tienen en esa peculiar familia. Como la de merendar todos los días, salvo cuando guardan ayuno y abstinencia. La muerte le sorprendió trabajando. Recién llegado de un viaje pastoral a Estonia y Finlandia. Apenas un año después de su partida, decenas de personas que convivieron con él hablan —sin trampa ni cartón— de este hombre recto, de corazón sencillo y bueno, que pasó por el mundo haciendo el bien a diestra y siniestra, en un libro serio y alegre, muy alegre; desprovisto de complacencias y banalidades, repleto de anécdotas y chascarrillos, a cual mejor. Álvaro Sánchez León, autor de En la tierra como en el cielo, no sólo ha logrado recoger multitud de detalles de la vida apasionate de Javier Echevarría, sino que ha enriquecido, con esta obra cuidadosa y bellamente editada por RIALP, la mejor literatura. A partir de ahora, nadie podrá referirse con rigor al que fuera prelado del Opus Dei y secretario personal de Josemaría Escrivá —el santo de lo ordinario—, durante 22 años, sin contar con esta biografía, que no es una biografía, ni una semblanza, ni un perfil; ni tampoco un estudio histórico. Es la vida, en carne viva, de un hombre de nuestro tiempo que supo entender el sentido de la letra menuda del vivir y estuvo siempre pendiente de los pequeños detalles de la convivencia familiar y laboral. Álvaro Sánchez León, ha tenido el acierto de no caer en la hagiografía y mostrar un ser de carne y hueso que vive para los demás, y se desvive por los demás, hasta el último día, cuando recuerda a la persona que le acompaña en su lecho de muerte, que por qué no ha cenado todavía y le invita, con una sonrisa, a que lo haga ya. En la tierra como en el cielo,no es, tampoco, un relato periodístico engarzado por un periodista acechante y muy perspicaz. Al amable lector le cautivarán, desde la primera página, estas cosas sencillas, de andar por casa, contadas con gracia, con ironía. El mundo entero cabía en el corazón de don Javier. Su maleta anduvo siempre en danza. Cientos de países y ciudades se mezclan en su agenda, desde Roma a Shanghái, pasando por Burgos y Sidney, para predicar el Evangelio, como sacerdote y como obispo y aupar iniciativas sociales y humanitarias. Con su impulso, el Opus Dei, llegó a otros 16 países. Entre ellos, Sudáfrica y Rusia. Si algo queda claro en estas historias con alma, corazón y vida, es que don Javier no se arrugó ante nada. Que lo más carnal y lo más divino se entremezclaron constantemente, con naturalidad y ternura, en la vida de este santo del siglo XXI.
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