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¿A qué viniste Sánchez?

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¿A qué viniste Sánchez?larazon

Isabel Bonig sostiene que a Pedro Sánchez “las tesis no se le dan bien y las matemáticas tampoco parecen ser su fuerte”.

Los valencianos celebramos con orgullo el pasado día 9 nuestra fiesta grande en la que reivindicamos nuestras raíces, nuestra idiosincrasia, cultura y lengua propia: la conformación, en definitiva, de un pueblo acogedor, trabajador, de vocación creativa y exportador de ideas y talento. Fue una fecha de exaltación de la importancia de la Comunidad Valenciana en la historia de España de la que hemos sido, somos y seremos una parte fundamental.

A tan señalada fecha tuvo a bien acudir el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien, a priori, agradecimos su visita. Cuestión diferente es sí ese aterrizaje en la ciudad de Valencia –desconozco si en el Falcon o en el helicóptero– ha tenido los efectos deseados para los valencianos. Afirmaría taxativamente que no.

Si hay un frente abierto en la Comunidad Valenciana es el de la infrafinanciación que dificulta la prestación de servicios públicos de calidad en pie de igualdad con el resto de Autonomías y Sánchez pasó de puntillas por el asunto. Claro está que el presidente valenciano, Ximo Puig, tampoco alza la voz como hacía antaño cuando Mariano Rajoy era el inquilino de la Moncloa y las exigencias se las metió en el bolsillo donde guarda la calculadora electoral y partidista.

Necesidad urgente de reforma del sistema sigue existiendo pero Sánchez pretende abordarla con “diálogo”. Es la fórmula que emplea para todo –que no es mala recomendación– pero que tampoco anticipa una gran labor ejecutiva. La toma de decisiones es lo que se le atraganta al presidente del Gobierno y también las promesas que hizo sobre la mejora del modelo cuando estaba en la oposición.

Las tesis no se le dan bien y las matemáticas tampoco parecen ser su fuerte. A los valencianos vino a decirnos que en materia de financiación y también en las inversiones para infraestructuras la fórmula que va a utilizar es (Promesas = Infinito versus Concreciones = 0).

Su presencia en el día de los valencianos siguió el guión que marca que ante cualquier problema lo mejor es eludirlo sin dar la cara. Lo ha puesto en práctica –aunque sin largo recorrido– para hurtar al Senado su labor de control a la elaboración de una tesis que Pedro Sánchez quiere colocar en el cajón del olvido. Y por eso también evitó mezclarse con la gente en la procesión cívica temeroso de escuchar las críticas o alabanzas que el resto de actores políticos afrontamos con responsabilidad.

Tuvo tiempo de animarse a hablar en valenciano, loable, aunque confundiera el 9 d’Octubre con el “9 d’October”, influido idiomáticamente por su extensa gira norteamericana que le evitó los dolores de cabeza de tener que contestar a preguntas sobre la conveniencia de que siga en su gabinete Dolores Delgado. También nos bautizó como Levante, ese término que enerva tanto a sus compañeros de viaje en el Gobierno valenciano y que cuando la empresa Ecoembes lo utilizó, la cuenta oficial de las Cortes autonómicas, bajo la presidencia de Enric Morera (Compromís), les reprendió.

Aseguraban desde la cuenta de la Cámara que el término Levante para denominar al territorio de la Comunidad Valenciana “ni es histórico ni está en nuestro Estatuto”. Cierto. Curiosamente nadie afeó la utilización del vocablo a Sánchez porque, como en la financiación o en las infraestructuras, consideran que es mejor callar para no romper la posibilidad de reeditar otro pacto después de las elecciones autonómicas (si no hay adelanto de fecha) y municipales de mayo de 2019.

Pedro Sánchez llegó al Palau de la Generalitat entre gritos de protesta de bomberos forestales y policías que reclaman equiparaciones salariales. Son problemas reales: los de la calle que no quiere pisar.

Como lo es, y grave, el que su Gobierno ha provocado con el ataque al diésel y que en la Comunidad Valenciana puede tener un impacto durísimo en la factoría Ford de Almussafes. Allí se emplea a casi 10.000 trabajadores pero hay otros 90.000 puestos de trabajo inducidos por la empresa automovilística del óvalo en la región. Sánchez ignoró este problema que de manera gratuita ha creado su gabinete y que apunta a unas consecuencias nefastas.

El presidente del Gobierno no se mezcló con los valencianos de a pie y no pudo ver que la fractura social generada por las subvenciones millonarias a los independentistas en la Comunidad Valenciana empieza a percibirse en la calle. Ximo Puig y Mónica Oltra han alimentado ese monstruo del independentismo, la radicalidad de las CUP y otros colectivos que se hicieron notar en Valencia y que siempre encuentran el espejo –en una lamentable exhibición– a sus “primos” de la ultraderecha intentando convertir a nuestra tierra en un laboratorio donde ensayar el camino de odio que Cataluña sufre desde hace tiempo.

Hubiera sido deseable alguna alusión de Sánchez a esta situación, aunque sería iluso por mi parte pensar que quien está en la Moncloa de la mano de los golpistas catalanes y los filoetarras de Bildu lo iba a denunciar. La pregunta que me hago y se hacen los valencianos es ¿A qué viniste Sánchez? La respuesta es más difícil, aunque se aproxima a sus ayudas a los valencianos: ninguna.