Actualidad

Alimentación

No solo somos lo que comemos, sino también lo que comieron nuestras madres

La Dra. Raquel Jiménez, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Murcia, nos da las claves nutricionales tanto para planificar un embarazo como para una vez lo hemos conseguido.

No solo somos lo que comemos, sino también lo que comieron nuestras madres
No solo somos lo que comemos, sino también lo que comieron nuestras madreslarazon

Hasta no hace mucho cuando hablábamos de alimentación durante el embarazo hacíamos referencia fundamentalmente a la repercusión que podría tener en patologías como diabetes gestacional, hipertensión, preeclampsia y el aumento en las tasas de partos instrumentados y finalización en cesárea. Y aunque esto es cierto e importante, en los últimos años se ha dado un paso más y se ha estudiado cómo la alimentación afecta a la vida intrauterina y la salud posterior en la vida adulta.

El embarazo es un periodo crítico para el desarrollo futuro del niño ya que es un momento en el que la mayoría de las funciones biológicas y órganos se están desarrollando para la vida futura. Cualquier ambiente que se desvíe de la normalidad va a producir cambios que pueden repercutir de manera negativa en la vida adulta.

Estudios experimentales con animales y epidemiológicos en humanos han puesto de manifiesto que diferentes estímulos en exceso o defecto durante la vida fetal determinan la salud futura. A esto se le llama programación fetal o Teoría de Barker.

Hoy sabemos que el fenotipo celular no depende solamente de la secuencia del ADN presente en su genoma, sino que está determinado por la expresión o no de los genes en función de estímulos externos. Esta es la base de la epigenética que estudia la interacción de los genes con el medio ambiente y cómo estos estímulos externos producen modificaciones químicas del ADN afectando a su expresión. Y es aquí donde surgen el concepto de nutrigenómica que estudia la relación de nuestros genes con la alimentación y como induce la expresión o no de ciertos genes.

El caso más antiguo en humanos se remonta a 1944-1945 en Holanda durante la ocupación Nazi donde mujeres embarazadas sufrieron una restricción calórica (alimentándose tan solo con 800 Kcal) durante 6 meses. En ese periodo nacieron 40.000 niños que fueron seguidos durante 40 años. Se observó que esto niños sufrían más tasa de diabetes mellitus, obesidad, patología cardíaca, síndrome metabólico e incluso esquizofrenia.

Pero no solo es importante la alimentación durante la gestación, sino que también es importante durante el periodo preconcepcional. Debemos planificar la gestación y prepararnos para estar en las mejores condiciones físicas para ello. Es importante realizar ejercicio, abandonar hábitos tóxicos, llevar una dieta equilibrada, variada y sana rica en antioxidantes y suplementar con ácido fólico para evitar defectos del tubo neural.

La dosis de suplementación de ácido fólico no es estándar y depende de los factores de riesgo de la mujer. De esto modo, una paciente con bajo riesgo deberá tomar 400 microgramos, riesgo intermedio 1000 microgramos y alto riesgo 5.000 microgramos diarios. La suplementación deberá realizarse mínimo de 2-3 meses previos a la concepción, durante toda la gestación, puerperio y durante la lactancia materna.

Una pregunta frecuente en la consulta es cuánto peso debe cogerse durante la gestación. Se estima que la media está entre 9-12 kg, pero la ganancia de peso es diferente dependiendo del IMC previo a la gestación, siendo mayor cuanto menor IMC tenga la mujer y viceversa.

Las necesidades energéticas aumentan durante la gestación, pero este aumento depende del trimestre. De esta forma durante el primer trimestre las necesidades son similares a las previas y es a partir del segundo cuando aumentan los requerimientos. Se estima que son de 350 Kcal/día en el segundo, 400 Kcal/día en el tercero y de 500 Kcal/día durante la lactancia.

Durante el embarazo, la alimentación ha de ser equilibrada, variada, saludable, lo más natural posible y donde estén presentes todos los grupos de alimentos sin exclusión de ninguno.

La distribución de los macronutrientes será de 45-65% de hidratos de carbono predominantemente de absorción lenta e integrales, 20-35% de grasas con predominio del aceite de oliva y ácidos grasos poliinsaturados w3 y un 10-35 % de proteínas (1-1,5 gr/Kg/día). Es importante que en las comidas principales siempre se consuman hidratos de carbono para evitar las tan temidas hipoglucemias fetales.

Respecto a los micronutrientes debemos prestar especial atención al consumo de alimentos ricos en:

• Ácido fólico, presente en verduras de hoja verde, cereales integrales, las legumbres, el plátano, los huevos, frutos secos y en la naranja. Como ya se ha comentado anteriormente, es necesario para correcto desarrollo del tubo neural pero también es importante para el desarrollo neuroconductual del bebé. Su defecto también está relacionado con anemia, bajo peso al nacer, parto pretérmino. Debe suplementarse durante toda la gestación, puerperio y durante toda la lactancia materna.

• Vitamina B12, necesaria para la absorción de ácido fólico. Presente: en carne, leche y derivados, huevos, pescado y marisco y no necesita suplementación excepto si la embarazada lleva una dieta vegetarianas o veganas.

• Hierro, presente en la carne, legumbres, y marisco. Debe consumirse junto con alimentos ricos en vitamina C, como el zumo de naranja y evitar su consumo con lácteos o derivados, te o café. Se estima que solo un 14-20% de las mujeres gestantes parte de una reserva adecuada. Es importante mantener niveles adecuados ya que su déficit se relaciona con mayor incidencia parto prematuro y bajo peso al nacer y retraso del desarrollo psicomotor. Se recomienda la suplementación a partir del segundo trimestre.

• Yodo, necesario para la síntesis de hormonas tiroideas ya que el tiroides fetal no es funcionante hasta la semana 18-20. Se debe consumir mínimo 3 raciones diarias de leche o derivados y 2 gramos sal yodada/día.

• Calcio, importante para la mineralización ósea y su déficit está relacionado con bajo peso al nacer, retraso del crecimiento fetal y mayor riesgo de padecer hipertensión durante el embarazo. Para aumentar su biodisponibilidad es necesario un adecuado aporte de vitamina D. Ambos micronutrientes están presentes en lácteos y derivados, sardinas enlatadas, hortalizas de hojas verdes, frutos secos, naranja y fundamental la exposición solar de 20 minutos diarios.

• Acidos grasos esenciales de cadena larga Omega 3, especialmente el ácido docosahexanoico (DHA) necesario para la maduración cerebral y de la retina. Son múltiples los beneficios de su consumo: efecto protector de la placenta, importante para el desarrollo neurológico, visual, psicomotriz del recién nacido, reduce riesgo de parto pretérmino, bajo peso, asma y ezcema infantil. Presente en pescados grasos como el salmón, sardinas y algas marinas. Se recomienda la suplementación con 200 mg de DHA si el consumo en menor de 3 raciones de pescado a la semana.