Reportaje

Guinea marca el camino contra la enfermedad del sueño

Eliminarla se ha convertido en el gran reto para muchos países africanos, que ven cómo esto es posible con ejemplos como el de la antigua colonia española

Los programas de cribado son fundamentales para evitar su transmisión
Los programas de cribado son fundamentales para evitar su transmisiónDNDILA RAZÓN

El 13 de mayo se hacía pública la noticia de que el primer tratamiento totalmente oral para la enfermedad del sueño causada por Trypanosoma brucei rhodesiense (una forma aguda de la enfermedad) estaba ya disponible de forma gratuita para pacientes en Etiopía, Malawi, Tanzania, Zambia y Zimbabue en centros de tratamiento especializados.

Se trataba de un nuevo avance en la lucha contra esta patología mortal que está cada vez más cerca de conseguir lo impensable: eliminarla de aquellos países en los que es endémica. Porque, despacio pero de forma firme, esta lucha, que se remonta a muchos años atrás, es la prueba de que con investigación, colaboración, financiación y medios adecuados se puede hacer que una enfermedad deje de ser un problema de salud pública en todo el mundo.

Un reto enorme ante el que «Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas» (DNDi, por sus siglas en inglés), y otros antes que ellos, no se han achantado y van camino de alcanzarlo para el año 2030, la fecha que se han fijado como objetivo.

Un hito que ha sido realizado a base de pequeños pasos –o no tan pequeños– como el dado en enero de este año, cuando el Gobierno de Guinea Conakry comunicaba haber logrado eliminar la forma gambiense de esta enfermedad como problema de salud pública. Mucho se ha andado para llegar a este punto. Bien lo saben en otra Guinea, en este caso la Ecuatorial, donde con ese mismo empeño, lo consiguieron en 2022. Su caso es un ejemplo del buen hacer para lograrlo.

¿Cómo se logró?

Allí, y tras el resurgimiento de la enfermedad del sueño en la ciudad de Luba, se inició una importante campaña en 1985 para controlarla. Lo cuenta el doctor Pere Simarro: «Llegué a Guinea Ecuatorial en 1980, en el cuadro de la Asistencia Técnica Española. Fui destinado a Cogo, y ahí tuve contacto con enfermos de tripanosomiasis. Ante la complejidad de la enfermedad me planteé una formación ad hoc. En 1985 fui el promotor (en tándem con el doctor Jordi Mas) de la creación en Bata del centro de control de la tripanosomiasis y su director hasta 2000», que fue reclutado por la Organización Mundial de la Salud como médico responsable del Programa de la Tripanosomiasis Africana Humana.

En ese momento –1985– había 366 casos al año. La enfermedad se había expandido por los lugares históricos de presencia de la enfermedad: Cogo, Mbini, Río Campo «y sobre todo Luba en la isla de Bioko, que en aquellas épocas era junto con la exportación de madera el principal lugar de producción de cacao y de obtención de divisas. Los ancianos de Luba pidieron audiencia con el presidente Obiang para señalarle que la mano de obra se iba asustada por la enfermedad. Ese fue el principal motivo de la creación del centro de control en Bata con un equipo móvil formado por personal nacional al que yo había formado y que se podía desplazar por todos los focos pues el personal local desconocía cómo diagnosticar y tratar la enfermedad», continúa.

La campaña no consistió en el control de vectores (la enfermedad se transmite a través de la picadura de la mosca tsé-tsé), sino en una vigilancia activa y pasiva intensiva mediante el uso de serología para el cribado y el tratamiento de todos los casos parasitológicos y sospechosos de serología. Se usó la prevalencia total para clasificar las aldeas como endémicas, en riesgo, anecdóticas y no endémicas, lo que también permitió definir la extensión geográfica del foco.

Tratamiento

Así, entre 1985 y 2004 se llevó a cabo la búsqueda activa de casos. La frecuencia de las encuestas se basó en la prevalencia parasitológica: dos veces al año durante el control intensificado, una vez al año durante el control ordinario y una vez cada dos años durante la fase de consolidación del control, cuando la prevalencia parasitológica en todo el foco disminuyó a 0,1%. De 1985 a 1999, se empleó la prueba de anticuerpos inmunofluorescentes indirectos (IFAT) como herramienta de cribado inicial, seguida de la confirmación parasitológica de los casos positivos de IFAT y la de tripanosomiasis por aglutinación en tarjetas (CATT) si era necesario. En el 2000, la IFAT fue sustituida por la CATT. Después, los individuos seropositivos sin confirmación parasitológica se analizaron en dilución seriada.

Todos los casos fueron sometidos a punción lumbar para determinar el estadio de la enfermedad. Aquellos en primera etapa se trataron con pentamidina y los casos en segunda etapa con melarsoprol. Algunas recaídas y los muy avanzados lo fueron con eflornitina.

El último caso fue identificado y tratado en 1995. En total, «entre 1985 y 2000 se trató a 1.342 personas», señala el experto.

Eliminar la enfermedad del sueño es el objetivo de muchos paises que ven en la antigua colonia española un ejemplo a seguir
Eliminar la enfermedad del sueño es el objetivo de muchos paises que ven en la antigua colonia española un ejemplo a seguirEFELA RAZÓN

La Cooperación Técnica Española sostuvo todo el proceso con asistencia médica y presupuestaria hasta 2015, aunque «Guinea, a nivel institucional, siempre reconoció el trabajo realizado. Pero mayor fue el reconocimiento de los profesionales guineanos y de la población afectada... hasta que la enfermedad dejo de ser un grave problema de salud y de impacto económico como es natural. A parte de este reconocimiento, también aportó su personal y sus estructuras sanitarias», asegura Simarro.

Hoy en día es DNDi la organización que ha tomado el relevo y asumido el reto de acabar con la enfermedad del sueño simplificando su tratamiento. Como señala Olaf Valverde, líder del proyecto clínico para la enfermedad del sueño en la misma, su trabajo es facilitar su acceso a los sistemas de salud de los países afectados. «Para ello, nada más constituirse DNDi, primero apoyamos la investigación que estaba en curso desde 2001, promovida por MSF y Epicentro, para simplificar el tratamiento intravenoso con eflornitina añadiendo un medicamento oral, nifurtimox, para conseguir el NECT (terapia combinada de nifurtimox y eflornitina). Empezó a estar disponible a partir de 2009. A continuación, desde 2005 lanzamos el desarrollo del primer tratamiento enteramente oral, con fexinidazol, en una dosis diaria durante 10 días. En 2012 iniciamos los estudios clínicos con pacientes en República Democrática del Congo y después en la República Centroafricana y Guinea. Este fármaco fue incluido en las guías de tratamiento de la OMS y de los países endémicos a partir de 2019, como primera elección, y algunas limitaciones. Se debe tomar con alimentos para favorecer su absorción, no se administra en niños de menos de 20 kg o menores de 6 años. Para casos muy avanzados todavía se prefiere usar el NECT», explica Valverde.

El último producto desarrollado es el acoziborol, de alta eficacia y seguridad, y la gran ventaja de que se administra en una dosis oral única (3 comprimidos). «Actualmente está en proceso de finalización del dossier para su presentación a las autoridades en agosto 2025, con vistas a su aprobación (si todo va bien) en 2026 y su uso posterior por los países endémicos», concluye.