Ruedas pelig.rosas
Caballos desbocados en Jerez
En la edición de este año de la Feria del Caballo de Jerez, declarada de Interés Turístico Internacional, se han colado caballos desbocados. La fiesta que engalana la ciudad del Alcázar desde la edad Media con ambientes rociados con olorosos y finos no ha sido capaz de ser una Feria abierta a todos en 2013.
Reporterosdejerez.es se hizo eco estos días de las quejas de la Asociación de Personas con Discapacidad Física por la inaccesibilidad de la mayoría de las casetas del ferial. Resulta que en pleno s. XXI el Ayuntamiento jerezano no ha movido un dedo para que se cumpla la normativa que obliga a que todo las casetas sean accesibles a personas con discapacidad. La Feria del Caballo se prepara durante un año, es un buen escaparate de la ciudad, y se vende casi por sí sola por el mundo entero. Pero no todos los caballos son lo que parecen: cinco se han desbocado, los encargados del diseño para todos.
La Asociación ha sacado las vergüenzas de una Feria, que cuando menos, se merece que se le cuestione el distintivo de Interés Turístico Nacional: 1- La mayoría de las casetas tienen grandes escalones sin ninguna clase de rampa alternativa; 2- Las estructuras de las puertas de las entradas se han quedado al aire (deberían ir enterradas en el suelo) y a una altura donde las sillas de ruedas se dan de bruces; 3-Los módulos de aseos adaptados están ubicados en recónditos lugares alejados del meollo de la Feria, ninguno próximo a ni una de las 220 casetas instaladas en esta edición; 4- La mayoría de los autobuses que han hecho el servicio al Ferial no tenían rampa, nadie es capaz de explicarse dónde están todos esos buses con rampas de acceso que a diario recorren la ciudad y 5- Los aparcamientos reservados para personas con movilidad reducida, además de estar en una zona algo alejada de la entrada al recinto, había que pillarlos al vuelo ya que la zona era compartida con las tarjetas especiales repartidas por el Consistorio a personalidades VIP, es decir a amigos de políticos o concejales.
Todo esto me lleva a una reflexión: las declaraciones de Bien de Interés Cultural, Patrimonio de la Humanidad, Interés Turístico Internacional... etc. y etc., deberían ser, no sólo más exigentes con la accesibilidad, sino una especie de catalizador de que los lugares o eventos sobre los que recae dicha declaración sean para el disfrute de todos. Ostentar estos prestigiosos títulos debería llevar aparejado una accesibilidad universal, sin acabar dependiendo de que el concejal de turno ponga más o menos celo en vigilar que se cumpla una normativa que, la mayor parte de las veces, está en el fondo de un cajón y sólo se saca como argumento cuando hace falta detener a un caballo desbocado.
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