Ruedas pelig.rosas
El altruismo también existe
En días de indignación por cantidades ingentes de dinero en paraísos fiscales, de sobresaltos al ver a ex altos cargos públicos imputados de paseo por los tribunales, de impotencia al comprobar que algunos de nuestros representantes que recibieron el apoyo de millones de ciudadanos han engordado sus bolsillos sin ningún pudor, resulta sorprendente, y muy gratificante a la vez, descubrir que en una Universidad privada de Utah en EE UU hay espacio para el altruismo.
Cinco estudiantes de la Brigham Young University han desarrollado la silla de ruedas eléctrica más barata del mercado para niños y han publicado su diseño y la lista de materiales en una web, para que desde cualquier rincón del mundo donde haya un niño que la necesite su familia pueda hacer una fácilmente.
El proyecto de estos estudiantes surgió cuando decidieron ayudar a una familia que tiene dos hijos pequeños con distrofia muscular y que usaban para sus desplazamientos sillas convencionales en las que se agotaban enseguida.
La silla inventada por los alumnos pesa apenas 9 kilos, es muy manejable, fácilmente transportable en un vehículo, muy sencilla para subir o bajarla por escaleras, se controla con un joystick como los de los juegos y está pensada para niños de menos de 22 kilos. Y lo mejor: tiene un coste de fabricación de menos de 500 dólares y, lo más sorprendente, su diseño está al alcance de cualquiera en la web www.openwheelchair.org/
Las sillas eléctricas convencionales, seguro que con mejores prestaciones, cuestan en torno a los 3.000 o 4.000 euros. Una diferencia que pone de manifiesto, una vez más, que el universo que rodea la fabricación, comercialización y distribución de este tipo de productos básicos para las personas con movilidad reducida es lo que sube los precios para el consumidor final, y como no, los beneficios para todo este entorno.
En este sentido, hace casi dos años relataba aquí como un ingeniero de Massachussets había inventado una silla de ruedas todoterreno barata que denominó “silla de la libertad”. En este caso está realizada con piezas de bicicleta y lleva unas palancas que al accionarlas facilita el desplazamiento manual por firmes irregulares. Su coste no superaba los 200 euros y estaba pensaba sobre todo para los “pobres con discapacidad”, es decir para las personas con movilidad reducida de países sin desarrollar, según señaló el propio ingeniero. Su diseño permite repararlas con herramientas sencillas que es relativamente fácil encontrar en estos lugares. La idea de este ingeniero era comercializarlas, desconozco si en estos dos años ha conseguido tal objetivo, y si este tipo de sillas han llegado a sus potenciales usuarios.
La que si ha llegado a su dueño, es la realizada por los alumnos altruistas de la Universidad Mormona de Prove, Utah. La cara de felicidad del niño, compensa cualquier esfuerzo.
Ruedaspelig.rosas@pelig.es
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