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¿Sabias que en Cantabria hay una playa con un barco hundido que se puede visitar?
En este precioso arenal de arena dorada se encuentran los restos de un buque mercante que encalló hace treinta años
En una de las playas más bonitas de Cantabria se esconde un secreto que hay que descubrir. Un planazo ideal para hacer cualquier día, y que va a encantarles a los más pequeños de la casa que disfrutarán buscando el barco que se hundió aquí y que se puede visitar. Miles de historias pueden salir de esta visita, deja que la imaginación vuele porque el entorno hará el resto.
Se trata de una playa de arena dorada y de una longitud total de 3.620 metros: La Playa de Somo es conocida por su fuerte oleaje, lo que la convierte en un lugar privilegiado para la práctica del surf. Además, ofrece vistas panorámicas de la Bahía de Santander, el Palacio de la Magdalena y las Islas de Mouro y Santa Marina, brindando un entorno natural impresionante.
Pero por si todos estos encantos no te resultan suficientes, que sepas que en La Playa de Somo hay un barco, un antiguo mercante que lleva más de treinta años en este arenal.
Si lo quieres disfrutar a tope es importante que tengas en cuenta las mareas, ya que es en bajamar, cuando este pecio se deja ver en todo su esplendor. Es, sin ningún lugar a dudas, uno de los lugares más fotografiados de Cantabria, y que encandila a fotógrafos, artistas y cómo no, a los más pequeños, que disfrutan muchísimo con esta visita.
Una avería del motor le hizo pararse en seco
El barco se llamaba Antártico, un buque mercante construido en 1914 y reformado en 1947 para transportar carga frigorífica. En octubre de 1959, mientras se encontraba frente a la costa de Santander, sufrió una avería en el motor y al intentar regresar con él al puerto, el viento y la marea lo empujaron hacia las rocas de la zona conocida como Las Quebrantas, donde embarrancó al oeste de la playa de Somo y donde continúa a día de hoy.
Después del accidente se llevaron a cabo varias operaciones pare reflotar el buque e incluso se descargaron 2.000 toneladas de manganeso para aligerarlo, y se utilizaron remolcadores para moverlo, pero no hubo forma de lograr sacarlo de allí, y menos después de que un fuerte temporal lo partiese en dos.
La popa se elevó sobre la rompiente, y la proa se enterró en la arena. Hoy puedes visitarlo, contemplarlo y fotografiarlo, y es uno de los enclaves más singulares de Cantabria. No te lo pierdas.