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GASTRONOMÍA

El plato típico manchego de Semana Santa que no se conoce en el resto de España: barato y fácil de hacer

Es una comida tradicional que se asocia a esta época en la región de La Mancha, principalmente en Ciudad Real, y su ingrediente estrella es el bacalao

El plato típico manchego de Semana Santa que no se conoce en el resto de España: barato y muy fácil de hacer A comer y a callar

Si por algo destaca Castilla-La Mancha es por su excelente cocina. Caracterizada por sus exquisitos y abundantes platos con productos de la tierra, en ella aúnan tradición y buen gusto para conformar una variada gastronomía.

Platos como el queso frito, el gazpacho manchego y el ajo de mataero resaltan en el arte culinario de la región. Pero hoy no vamos a profundizar en ellos. En esta ocasión, vamos a hablar de una receta tradicional manchega que, a pesar de su sencillez, consigue un sabor potente y un aporte calórico enorme.

Se trata del Tiznao Manchego, un plato típico de Ciudad Real en el que el bacalao cobra un papel imprescindible, ya que es el ingrediente principal. Este es uno de los motivos por el que se ha convertido en un plato emblemático para degustar durante la Semana Santa, creando un vínculo entre la gastronomía y las tradiciones religiosas.

Se cocina a base de verduras asadas y ponerle patata es algo opcional que no afecta en su receta. Sin embargo, para su elaboración hay otros ingredientes que son imprescindibles como son los pimientos rojos, pimientos verdes (opcional), cebolla, dientes de ajo, aceite de oliva, sal y guindilla seca (opcional). Eso sí, antes de ponerte a cocinarlo debes de desalar bien el bacalao.

Su receta es una de las más antiguas de la provincia. De hecho, según algunos escritos, su origen se remonta a la época de la Reconquista, cuando los cristianos recuperaron los territorios ocupados por los musulmanes en la Península Ibérica.

El nombre que recibe esta comida es otra cuestión que puede generar curiosidad, pero nada más lejos de lo que podamos pensar: proviene del color oscuro que se quedaba al asar los pimientos en las brasas.

Aunque su elaboración es propia de esta época, su sencillez invita a ser cocinado durante todo el año, siempre acompañado de pan para mojar y un vino que combine con su exquisito sabor.