Palencia

Tiendas de barrio que plantan cara al coronavirus

Los pequeños establecimientos de Palencia extreman las medidas de seguridad e higiene para ofrecer una atención de calidad a sus clientes

Cola en una panadería la calle Mayor Antigua
Cola en una panadería la calle Mayor AntiguaIcal

El estado de alarma para evitar la propagación del Covid-19 entre la población ha provocado el cierre de todo tipo de establecimientos y lugares de ocio, salvo las tiendas de alimentación, las farmacias y locales que posibiliten la compra de bienes de primera necesidad. Las imágenes de grandes superficies repletas de ciudadanos corren por las redes sociales como la pólvora, pero, ante esta situación, las pequeñas tiendas de barrio no han cerrado.

El mundo al revés. Hace escasas semanas muchas personas nunca pisaban las pequeñas panaderías, fruterías o carnicerías ubicadas a la vuelta de casa, pero, ante el sentir de hacerse con el mayor número de productos para permanecer en casa sin salir, todos esos autónomos que ofrecen productos de cercanía también se están viendo desbordados.

Es el caso de la Carnicería Elisa, ubicada en la calle Balmés de la capital palentina, donde su responsable, Cristina Catalina, afirma a la Agencia Ical que llevan unos días con “mucha afluencia y compras masivas”, dado que los clientes llegan a doblar la cantidad de comida que compraban hace un mes, antes de que estallara la crisis sanitaria. Aun así, señala que “se van a estar tres días con poco género, con una reducción estimada del 25 por ciento de lo que normal se puede ofrecer al público”, aunque estima que, “en un par de días, la situación volverá a la normalidad”.

Dinero desinfectado

En relación a las medidas de seguridad e higiene, Catalina detalla que “sólo pueden entrar dos personas al establecimiento”, ya que hay una pareja despachando, mientras que el resto permanece en la calle con su turno. Por su parte, en el interior de la carnicería han colocado sillas, que antes eran utilizadas por los clientes para esperar a ser atendidos, “a modo de barrera y separación para que exista un distancia prudencial con la persona que está despachando los productos”, apunta.

La responsable de la carnicería explica que a la hora de pagar exigen al comprador que “deposite el dinero en un cesto, el cual es desinfectado, al igual que el dinero entregado por el cliente, que va a parar a una cajón”. De la misma forma, “tanto el cambio como las vueltas son entregadas de otra caja independiente que ya ha sido desinfectada con anterioridad, con el fin de no haya cruce y se haga de la manera más higiénica posible”, subraya.

En el misma situación se encuentra la tienda Frutos Secos Pablo, regentada por Mariví Pastor y María del Mar Gutiérrez, quienes ofrecen a los vecinos de la zona, en la calle Don Pelayo, la prensa diaria, pan, alimentación y gominolas. Una de las socias, Mariví Pastor, destaca a la Agencia Ical que, a pesar del momento, la gente “sigue entrando al local”, quien deja claro que “el género no está faltando”, aunque el pan llega a acabarse a media mañana, debido a un pico mayor de clientes, añade. Además, destaca que también vende golosinas y productos similares para que los niños “estén entretenidos en casa durante el confinamiento sanitario”.

Cumplimiento de las normas

Para controlar la afluencia y cumplir con las medidas impuestas por el Ministerio de Sanidad, aclara que desde el domingo establecieron un aforo máximo de dos personas en la tienda, con un metro de distancia entre ellas”. Una regla que los clientes “controlan y cumplen”. A mayores, apunta que “atienden con mascarilla y guantes”, sin olvidar la limpieza y desinfección del establecimiento y las zonas de mayor contacto con lejía, recalca Pastor.

En relación con la apertura de la tienda, traslada que han cambiado el horario, con la supresión de la apertura de tarde, al establecer una jornada de 9 a 15 horas. Una hora “más de la normal para facilitar la compra a las personas que trabajan hasta las 14 horas”, apostilla una de las socias.