Coronavirus
Un curado sobre el Covid-19: “Es como si te pasa por encima una manada de toros”
Germán Matesanz, vallisoletano de 59 años, cuenta a LA RAZÓN su lucha contra esta enfermedad que ha superado aunque este martes tiene la prueba definitiva que lo determinará
Más de cinco mil personas se han curado en Castilla y León en este algo más de un mes desde que comenzara la pandemia. Altas que empiezan a superar a los ingresos hospitalarios que, sumado al menor ritmo de crecimiento de estos últimos días de nuevos contagios, hace ver ya la luz al final del túnel.
Uno de estos “curados”, entre comillas porque este martes tiene que hacerse la prueba definitiva para confirmar definitivamente que ha superado la enfermedad, es Germán Matesanz, un vallisoletano de 59 años, que ya ha hecho los pertinentes quince días de aislamiento en casa después de haber pasado otros ocho días más ingresado en planta en una habitación del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
Germán cuenta a LA RAZÓN su experiencia, una de tantos otros y distinta también, porque si algo parece que tiene este Covid-19 es que afecta a las personas de diversas maneras. En el caso que nos ocupa, apenas ha tenido fiebre y tos, salvo cuando intentaba coger aire para respirar ante la sensación de ahogo que le provocaba toser, y lo peor es la sensación constante de malestar y de cansancio, de no poder estar quieto ni un momento y con las pulsaciones muy aceleradas, por encima incluso de las cien por minuto sin hacer ejercicio. “Es como si te pasa una manada de toros por encima, te recuperas, y al rato te vuelve a pasar otra vez”, señala Matesanz, muy consciente de lo que dice puesto que ha sido corredor de numerosos encierros taurinos en sus años mozos y algún percance de este tipo ha pasado.
En su caso, ingresó en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid el pasado 26 de marzo, un día después de que falleciera su suegro, y tras llevar alrededor de cuatro días con un malestar generalizado. “Sentía que algo me pasaba pero no sabía el qué, como algo que te va comiendo por dentro y no puedes hacer nada. Hablé por teléfono con mi médico de cabecera que tras varios días de seguimiento dijo que me fuera cuanto antes al Hospital y así hice”, explica.
Y aunque asegura que el trato que ha recibido en general en el Clínico durante el tiempo que ha estado ingresado ha sido ejemplar y muy humano, se queja de que en el primer momento a su llegada no fue lo mismo, algo que achaca a que eran los primeros días de la pandemia “y había cierto caos”.
En este sentido, cuenta a este periódico que lo pasó mal con la prueba que le hicieron al llegar, el aparato que se mete en la nariz para sacar una muestra, porque le hicieron bastante daño al hurgar dentro. Pero lo peor estaba por llegar, ya que al cansancio y malestar que tenía se unió el hecho de que estuvo en la sala de espera del hospital aguardando a que le subieran a una habitación desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche, con media hora más añadida en el pasillo esperando a que la habitación estuviese lista. “En ese tiempo es cuando más fiebre tenía, con 38,5 grados y pasé mucho frío aparte de la sensación de ahogo y cansancio que tenía constantemente”, apunta. “Fueron horas interminables que pasé bastante mal y no se las deseo ni a mi peor enemigo”, prosigue.
Pero pese a este suceso, Germán agradece el trato recibido después durante su estancia en el hospital, donde se ha recuperado poco a poco y por suerte no ha necesitado de respiración asistida aunque a punto estuvo. La sensación de agotamiento, de que le falta el aire y unas erupciones o heridas en la nariz, la cara y la frente principalmente, “como si fueran escamas”, dice, son las reacciones que ha tenido principalmente. Cuenta que lo peor antes y ahora siguen siendo las tardes, que no sabe por qué, pero que es cuando peor se encuentra, y que en el hospital lo que más le hacían era la prueba de saturación, para saber el nivel de oxígeno en sangre. Un test que le hacían varias veces al día.
Ya en casa, pasados los quince días de aislamiento, y en vísperas de que le confirmen si esta curado del todo, Germán señala que se encuentra mucho mejor, pero que sigue notando ese cansancio y las marcas en la cara aún permanecen. Aunque, al menos, dice que las pulsaciones le han bajado a ochenta por minuto, algo más acorde a la normalidad. El médico le ha recomendado pasear por casa en la medida de lo posible para evitar trombos y, sobre todo, paciencia, hasta que todo esto no sea más que un mal sueño de una noche primaveral.
Dos meses sin ingreso alguno
Otra de las consecuencias aún por determinar todavía de esta crisis sanitaria es la económica y social. Germán es autónomo y regenta una tienda de material deportivo en el popular barrio vallisoletano de La Rondilla, Deportes Pinball. Un negocio que no puede abrir debido a que no es una actividad esencial y que le está perjudicando sobremanera. “Esta mañana, precisamente, he pasado por la tienda para ver cómo estaba todo, y me ha pillado un cliente que me ha visto subir la verja y le he vendido un carrete de pescar que cuesta cinco euros. Es el primer ingreso que tengo en un mes y medio”, lamenta, mientras asegura que se ha comido todos los ahorros y que vive gracias a la ayuda familiar y de su actual pareja.
En este sentido, hace un llamamiento al Gobierno de España para que permita abrir a este tipo de negocios como el suyo, con cuidado y con las medidas de seguridad y protección que haya que poner, como se hace en los supermercados, “porque no se puede estar tanto tiempo sin ingresos”, apunta, para que puedan vender algo y poder subsistir de alguna manera. Y es que tampoco se fía de unas ayudas que prometen las administraciones, “que luego que hay que devolver cuando no tenemos ingresos y las perspectivas de tenerlos a medio plazo son nulas”, advierte.
En cualquier caso, Germán es un luchador y optimista por naturaleza y confía en poder salir de esta más pronto que tarde y con ilusiones renovadas de volver a una vida como la que había antes de esta crisis sanitaria y de una enfermedad de la que queda mucho por descubrir aún.
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