Arqueología
Atapuerca, la otra evolución: del botijo al georradar
Este lunes 30 de noviembre se conmemoran los veinte años de la declaración de los yacimientos de Atapuerca Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
El 30 de noviembre se conmemoran los veinte años de la declaración de los yacimientos de Atapuerca Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en 2021 se cumplirán cuarenta años de trabajo de los tres codirectores -Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro- que llegaron a los yacimientos “con poco más que un botijo de agua y un bocadillo” y en los últimos años utilizan las últimas tecnologías, como el georradar.
Bermúdez de Castro resume así la evolución de unos yacimientos a los que llegaron siendo unos jóvenes investigadores con mucha ilusión y pocos medios para trabajar en algo que “en Europa estaba en pañales”, como es el estudio de la evolución humana.
”La ciencia española estaba bajo mínimos cuando asumimos la dirección de los yacimientos por decisión de Emiliano Aguirre y, desde el principio, decidimos trabajar en el plano de la ciencia y desarrollar en paralelo un proyecto de divulgación científica que ha demostrado ser un éxito”, afirma Bermúdez de Castro.
Tanto en la etapa de Emiliano Aguirre como en los primeros años de los tres codirectores actuales había “resultados interesantes” en Atapuerca pero todavía no permitían adivinar “la grandeza” de este complejo de yacimientos, donde cada verano llegaba un reducido número de científicos a trabajar con más voluntad que medios.
Como ocurre en ocasiones con los grandes descubrimientos, también la suerte jugó su papel, primero porque se excavó una trinchera para que pasara un ferrocarril minero y quedaron al aire los yacimientos más emblemáticos de Atapuerca, como los del Elefante o Galería. Otro factor que resultó ser clave fue el hecho de que los yacimientos quedaran dentro de la Base Militar ‘Cid Campeador’, lo que permitió garantizar su seguridad frente a posibles expolios y abrió una vía de colaboración con el Ejército, que casi desde el principio ayudó al equipo de investigación, con abastecimiento de agua mediante cisternas o el apoyo con generadores eléctricos.
”En los años 80, Emiliano Aguirre ya anunció que Atapuerca sería un referente en el estudio de la evolución humana, pero las autoridades aún no veían la relevancia que podía tener y se limitaban a dar permisos y alguna pequeña ayuda para poder excavar”, recuerda Bermúdez de Castro. Sin embargo, lo que se sembró en los años 80 dio fruto en los 90, cuando se encontraron restos de lo que parecía ser un tipo de homínido no clasificado, el Homo Antecessor, y aparecieron los restos de homínido más antiguos de Europa, además de otros hallazgos relevantes.
En 1997, los tres codirectores de Atapuerca recibieron el Premio Príncipe de Asturias y tres años más tarde, el 30 de noviembre de 2000, la Unesco declaraba los yacimientos Patrimonio de la Humanidad. Bermúdez de Castro asegura que los tres codirectores se retirarán pronto “con la satisfacción del deber cumplido”.
Afirma que en estos años se ha pasado de saber muy poco de la evolución humana en Europa a tener una visión general en la que Atapuerca es “imprescindible” porque es el único yacimiento que ofrece una perspectiva desde hace al menos 1,2 millones de años hasta prácticamente la actualidad. ”Cuando llegué a los yacimientos como becario no podía imaginar que Atapuerca se convertiría en la madre de las teorías de la evolución humana en Europa”, asegura Bermúdez de Castro.
Para conmemorar la declaración de Atapuerca Patrimonio de la Humanidad, la Fundación Atapuerca, junto con los Ayuntamientos de Ibeas de Juarros y Atapuerca y la Asociación Cultural de Amigos del Hombre de Ibeas, organizan cada año una marcha a pie a los yacimientos que se celebra el domingo más próximo al aniversario de la declaración, que este año corresponde a este 29 de noviembre.
Es una caminata de unos diez kilómetros con dos columnas que parten de los dos pueblos más próximos a los yacimientos y confluyen a la entrada de la trinchera del ferrocarril, siempre en tono festivo y con desigual asistencia, aunque nunca se había suspendido, ni siquiera por la lluvia o la nieve.
Este año, será el primero sin marcha a los yacimientos, aunque se sustituirá por una celebración telemática a través de internet. A las doce del mediodía se difundirá un video conmemorativo por las redes sociales y se realizará un sorteo de libros de los tres codirectores de Atapuerca. ”Estamos aprendiendo otra forma de comunicación, a distancia, y, aunque es una pena no poder vernos en la marcha, lo importante es evitar los riesgos en la situación actual”, reconoce Bermúdez de Castro.
Reconoce que el trabajo en los yacimientos también se ha visto afectado por la pandemia, que obligó a que la última campaña de excavaciones, que se pudo mantener a duras penas con un gran esfuerzo añadido, fuera más reducida en tiempo y con menos personal, aunque los codirectores creyeron que era mejor mantenerla para simbolizar la continuidad del proyecto.
Imprescindible para conocer la evolución humana
Los yacimientos de Atapuerca, imprescindibles para entender la evolución humana en Europa, son mundialmente conocidos y los hallazgos de las últimas décadas en esta sierra próxima a la ciudad de Burgos han sido objeto de múltiples publicaciones especializadas y generalistas, aunque Atapuerca despertaba la curiosidad científica décadas antes.
Los trabajos en Atapuerca, con antecedentes a mediados del siglo XIX -las primeras exploraciones de la zona se remontan a la mitad del siglo XIX, de hecho en 1863 Felipe de Ariño solicitó la concesión en propiedad de la cueva y cinco años más tarde, en 1868, Pedro Sampayo y Mariano Zuaznávar realizaron una descripción detallada de esa cueva, conocida entonces como “Sima de los Huesos”-, se han intensificado en los últimos años, a partir del aumento de su atractivo internacional, que se disparó en 1997 con la concesión del Premio Príncipe de Asturias a sus tres codirectores y, sobre todo el 30 de noviembre de 2000, con la declaración del complejo de yacimientos Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Este reconocimiento y protección reforzada por ser un referente obligatorio para cualquier estudio de la Evolución Humana, fue el detonante de un desarrollo que afectó a todo el complejo, pero también a las instalaciones que lo complementan. El Museo de la Evolución Humana, el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana y dos centros de interpretación y recepción de visitas más próximos a los yacimientos, en Ibeas de Juarros y Atapuerca, han amplificado el ‘efecto Atapuerca’ con el apoyo de la fundación que refuerza la divulgación de todo lo relacionado con la evolución humana y contribuye a potenciar el carácter científico de los yacimientos.
La clave está sin duda en la habilidad de los tres codirectores de Atapuerca -Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell- para diseñar en torno a Atapuerca todo un proyecto de “socialización científica”. Los tres atribuyen buena parte del mérito a la riqueza de los yacimientos, un complejo que se reparte por toda la sierra y que es el único del mundo capaz de ofrecer una panorámica completa de la evolución humana desde al menos 1,2 millones de años hasta prácticamente la actualidad, lo que ofrece una perspectiva inédita hasta ahora.
Declarada ‘Espacio Cultural’ por la Junta de Castilla y León en julio del año 2007, la Sierra de Atapuerca cuenta en su interior con un auténtico hormiguero de simas y galerías en un corredor natural, a caballo entre el clima atlántico y el mediterráneo, lo que permite encontrar en ese entorno restos de homínidos y su presencia, pero también de fauna y especies vegetales que ofrecen una visión muy completa de las diferentes épocas.
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