Opinión

Catastrofistas pasivos

Terrazas de Valladolid
Terrazas de ValladolidNACHO GALLEGOAgencia EFE

Ayer, inquieto por lo que nos pasa y por lo que nos puede pasar, si seguimos convencidos de que alguien resolverá las cosas, cuando somos cada uno de nosotros, individualmente, los que tenemos que hacerlo, pensaba en lo necesario que es anteponer la tenacidad inteligente a la tozudez, y la concordia a la agresividad.

¡Dejemos de ser catastrofistas pasivos y pasemos a la acción! Lo de anteponer la tenacidad inteligente a la tozudez, me lo enseñó mi buen amigo Adolfo Suárez Illana, que es de los que no se ahoga en un vaso de agua, porque le han dado duro.

El español es buena gente en general: solidario y cuerdo. Pero los hay que no disciernen; dispuestos a llevarse por delante a los demás, con tal de hacer de su capa un sayo. Es tiempo de acabar con este encanallamiento. ¿Qué nos está pasando? Necesitamos sensatez y sentido común; sumar en lugar de restar y unir en vez de separar. ¿Tan difícil es eso? Pues parecería que si. No se trata de caer en el buenismo, ni renunciar a las propias convicciones.

Lo que pasa es que son tantos los disparates que vemos, día tras día, que he pensado sería saludable compartir estos pensares, que forman parte del sentir mayoritario: un trabajo estimulante para aupar su proyecto de vida y que no nos calienten la cabeza, a toda hora, para alzarnos unos contra otros.

O arrancamos de raíz el odio y la lucha de clases de esta sociedad, o nos hundiremos en un pozo sin fondo. Utilicemos la inteligencia: reafirmémonos en lo que de verdad importa: ponernos todos manos a la obra, para que podamos ser libres y vivir mejor. Cedamos en lo secundario y renunciemos a esos egos desmedidos que tanto daño hacen.

En este país, nos estamos haciendo la vida imposible, amable lector, y no podemos seguir así. ¿Preguntémonos en serio qué es lo que queremos hacer de nuestra patria y cuáles son las prioridades para lograrlo y dejémonos de vainas? Habrá que buscar lo bueno dentro de lo malo, sin perseguir a nadie, insultar y protestar de todo por sistema.

¡Qué alguien me explique por qué no cuidamos más lo que decimos y cómo lo decimos! Me niego a lo que no sea encontrar respuestas prácticas a los males que nos golpean. Lo siento, pero no estoy por la labor de echar leña al fuego. ¡Demasiados pirómanos!