Incendio

Con vacas pero sin tierra, el drama al que se enfrentan ahora ganaderos Ávila

El incendio en Navalacruz (Ávila) es el más grave esta temporada en España

El incendio forestal que el pasado sábado se declaró entre los municipios abulenses de Navalacruz y Cepeda de la Mora, que es el más grave declarado en Castilla y León en los últimos 40 años, ha dejado un reguero de desolación, impotencia y rabia entre los vecinos de las localidades afectadas quienes confiesan que han vivido "un verdadero infierno". En la imagen, Emilio Torrubias, ganadero de Sotalvo afectado por el incendio de Navalacruz. EFE/Raúl Sanchidrián
El incendio forestal que el pasado sábado se declaró entre los municipios abulenses de Navalacruz y Cepeda de la Mora, que es el más grave declarado en Castilla y León en los últimos 40 años, ha dejado un reguero de desolación, impotencia y rabia entre los vecinos de las localidades afectadas quienes confiesan que han vivido "un verdadero infierno". En la imagen, Emilio Torrubias, ganadero de Sotalvo afectado por el incendio de Navalacruz. EFE/Raúl SanchidriánRAÚL SANCHIDRIÁNAgencia EFE

El incendio en el municipio abulense de Navalacruz, el más grave en España en lo que va de año, ha arrasado miles de hectáreas dejando en tierras yermas amplias zonas dedicadas al vacuno en las que la raza avileña es la reina pero, con vacas y sin tierra, el drama ahora es si seguir con la actividad y dónde.

María Herranz, de 39 años, dejó el mundo de la hostelería y el comercio en Ávila para ponerse al frente de la ganadería cuando falleció su padre hace unos años. Tiene 70 vacas, su hermano 25, y dos explotaciones con las que se ganaban la vida hasta que el fuego trastocó su futuro el pasado fin de semana.

Ahora habla, en declaraciones a Efeagro, de un futuro “muy negro” tras perder la tierra donde pastaban y la comida (heno, paja y forraje) que había comprado y cosechado para un año.

De momento, la realidad de su ganado se circunscribe a la hectárea en la que ha conseguido meter los animales pero que es insuficiente para quedarse permanentemente allí.

El incendio les sorprendió cuando pastaba con ellas en una zona del término municipal de Sotalbo y decidió bajarlas a Villarejo pero también tuvieron que mover a las vacas porque el fuego llegó posteriormente a esa localidad. No todas llegaron al destino final y ahora tratan de encontrar el resto por el monte con la esperanza de que sigan con vida. La única opción viable de futuro es llevar el ganado “a muchos kilómetros” para ubicarlo en otro lugar pero “no te compensa”, destaca.

Es consciente de que con la tierra quemada se incrementarán los gastos de alimentación suplementaria durante “muchos años”, al menos tres, asegura.

Por eso, ve fundamental las ayudas de las administraciones pero también ahí tienen complicaciones porque las subvenciones de la Política Agrícola Común (PAC) podrían suspenderse al quedarse los terrenos sin pasto e improductivos.

Confía, no obstante, en los cambios administrativos oportunos para poder acceder a ellas y, aún así, “tendremos que poner mucho dinero” al negocio.

Después de esta catástrofe, se lamenta de que las administraciones no les hayan hecho caso durante todos estos años a los vecinos que pedían ensanchar los caminos de acceso al monte para facilitar la entrada de vehículos.

Según cuenta, ahora la Unidad Militar de Emergencias (UME) “no ha podido llegar a muchas” zonas porque “no cabían sus camiones”.

El ganadero Álvaro Hernández, con 40 años, fue testigo del vehículo que comenzó a arder en el arcén de la N-502 y que originó este incendio por lo que no duda en hablar de “descoordinación” durante las primeas labores de extinción y critica el “muchísimo” tiempo que tardaron en llegar los primeros bomberos para apagar la furgoneta incendiada.

También se queja de que la primera ingeniera encargada del dispositivo “no se dejaba aconsejar” por la gente de la zona que “conoce el monte” para abordar esos primeras labores con mayor efectividad.

Álvaro fue de los primeros perjudicados y enseguida comenzó a mover las vacas huyendo del fuego con la ayuda de amigos en la zona del puerto de Menga.

El fuego siguió avanzando y, de sus 200 vacas, ahora tiene 130 localizadas y reagrupadas mientras busca a las otras por la zona ya que algunas las ha encontrado a 30 kilómetros de distancia.

Los que sí cree que habrán corrido peor suerte serán los 60 terneros que tenía en su explotación por su menor capacidad para huir de las llamas, según relata.

Su objetivo ahora es encontrar las vacas que le queden y montarlas en un camión para llevarlas con un destino aún no determinado ya que su finca, de 1.000 hectáreas, está calcinada.

No obstante, estudia llevarlas a otra extensión que tiene arrendada en una zona a la que no llegó el fuego pero el terreno no es idóneo para ese ganado en verano.

Álvaro asegura que si no reciben las ayudas de la PAC los arruinarán “a todos” y ha pedido a las administraciones que sean solidarias porque hasta el momento “el único que nos ha ayudado algo ha sido el alcalde de Villaviciosa, que nos consiguió paja”.

Tras el fuego, muchos ganaderos tendrán que decidir si abandonan la actividad o, por el contrario, se animan a levantar su negocio casi de cero con la esperanza de que las ayudas lleguen y puedan sobreponerse a este contratiempo inesperado que se les quedará grabado para siempre.