Economía

La realidad del Plan de Choque

Estamos viviendo un momento convulso en lo que a nivel económico se refiere. Esto es una realidad y hay que decirlo claro: la previsión de crecimiento económico se encuentra baja. Por ello es urgentemente necesario tomar medidas y decisiones, por comprometidas que sean, para intentar solventar un problema que afecta a consumidores y empresas, es decir, a quien es el motor de la economía que, preso de la incertidumbre, decide no consumir con las consecuencias directas e indirectas que de ello se derivan para empresas e inversores. Todo ello ya traía causa de la crisis de la pandemia que, ahora, se ha visto incrementado por la guerra en Ucrania.

Como respuesta, ahora hay un plan nacional de choque que el Gobierno ha decidido implementar con más de una veintena de medidas que, en muchos casos, no serán suficientes. A lo largo de este mes de abril se empezarán a notar algunos de los efectos de estas acciones, aunque la capacidad de dicho plan es muy limitada, puesto que según las previsiones solo rebajará la inflación entre medio punto y un punto. ¿Y esto a qué se debe? Principalmente a la subida de los precios debido a la guerra y que solo se frenará si cesa el conflicto o, por lo menos, comienza su desescalada. Pero también hay que añadir que estas medidas son cortoplacistas, no fomentan la actividad económica y se centran, principalmente, en costes energéticos y carburantes, por lo que son inservibles para paliar la inflación subyacente.

Es decir, este conglomerado de respuestas parecen ser más una declaración de buenas intenciones que un plan de choque útil y eficaz para resolver los problemas de la economía actuales: el Gobierno se centra en ayudas y no en rebajas de impuestos, lo que no servirá para estimular la actividad; por otro lado, el horizonte temporal es de tres meses, por lo que es muy probable que tengan que realizarse ampliaciones; además, las consecuencias en los precios durarán años debido a la guerra. Es decir, que el plan no ayuda contundentemente a soportar el incremento del IPC de las familias.

Una de las medidas que más ha llamado la atención es la relacionada con el descuento de los 20 céntimos a la hora de llenar el depósito, pero es una ayuda que no soluciona el incremento que ha habido hasta el momento de más de 80 céntimos anuales. Pero esto no queda ahí, porque la prórroga de los ICO corren riesgo de extender la agonía de las empresas con graves problemas de liquidez, cuya única solución es que se reactive el consumo y, por tanto, el crecimiento económico para poder incrementar sus ventas y poder sobrevivir. Y, como colofón a estas medidas, cabe señalar que suponen un ataque a la iniciativa privada al limitar al 2% la revisión de los contratos de alquiler hasta el 30 de junio, lo que va a suponer que se reduzca la oferta y provoque un alza en los precios.

En definitiva, son medidas transitorias con un impacto presupuestario, pero que supondrán un impacto muy moderado sobre la inflación. Por ello, se debe seguir trabajando en reformas de medio y largo plazo para poder incrementar la competitividad de nuestras empresas, los niveles de cohesión social y mejorar el funcionamiento de los mercados, con especial referencia al energético. Es decir, acciones directas a fortalecer la economía de España y minorar sus debilidades.