Sociedad
Elogio de la frugalidad
Se suele decir que el castellano es frugal, afirmación que comparto sólo a medias. Porque la frugalidad es una cosa, y la tacañería otra bien distinta, que nada tiene que ver con ciertos procederes roñosos y cicateros, cuando no con la pura avaricia, disfrazada de sobriedad.
¡Trapacerías! Para empezar, conviene aclarar que frugalidad es la elección de lo escaso, del vivir con poco, tratando de encontrar ahí, o sacar de ahí, el máximo sentido a la existencia. En realidad, se trata de un estilo de vida, que no conozco a nadie que haya sabido expresar tan acertadamente como el portugués Tolentino Mendoça, para mi uno de los pensadores más lúcidos y sabios con los que cuenta Europa ahora mismo.
Sostiene este escritor, que gana lectores de día en día, que la persona que es frugal, amplía también su espacio hacia los adentros y es capaz de crear, en su interior, “una forma singular de hospitalidad, que posibilita la acogida de si mismo y la acogida del otro, en su originalidad y su verdad más genuinas”. La reflexión no puede ser más acertada o así, al menos, me lo parece a mi.
Pues si: saber vivir con poco, además de una actitud enriquecedora, proporciona paz interior y abundancia de bien. Consciente de ello, el propio Gandhi escribe en su diario de Varanasi esta frase: “humildemente me esforzaré en no poseer nada que no me sea necesario”. Y... ¡ya lo creo que lo hizo! Pero... ¡cuidado! No confundamos la frugalidad con la pobreza; y mucho menos con la avaricia, como acontece con demasiada frecuencia. Sobre la pobreza se pueden dar todo tipo de justificaciones sociales, financieras, o personales, aunque siempre acaban el mismo convencimiento: la pobreza no corresponde a una elección libre, a diferencia de la frugalidad, que sí lo es.
Para Lao Tsé, a quien conviene acudir al reflexionar sobre estos temas, ”quien no es feliz con poco, no lo será con mucho”. Pero hay una frase de Henry David Thoreau, que rescato de “La mística del instante”, de José Tolentino, que a mi, particularmente, me parece sublime para esta frugal gacetilla: “La riqueza de un hombre es proporcional, no al número de bienes que puede poseer, sino al número de cosas a las que puede renunciar”.
El que toma la decisión de quedarse con lo esencial, amable lector, y se acostumbra a vivir de forma austera a no derrochar suele ser, ciertamente alguien que, además de evitarse enojosos quebraderos de cabeza y ser más libre, termina sacándole el máximo provecho a la vida.
✕
Accede a tu cuenta para comentar