Curiosidades

¿Qué son los “libros gordos y redondos” de la Universidad de Salamanca?

En la actualidad se conservan una decena entre esferas terrestres, celestes y armilares

Libros gordos y redondos en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca
Libros gordos y redondos en la Biblioteca Histórica de la Universidad de SalamancaUSAL

¿Sabías que la Universidad de Salamanca entre sus fondos de su Biblioteca General Histórica cuenta con libros redondos? Y todo gracias a un peculiar personaje. Escritor, poeta, médico, matemático y catedrático de la propia institución universitaria. Así podría definirse a la figura de Diego Torres Villarroel, quien fue el “culpable” de que llegaran estos denominados por él mismo como “libros gordos y redondos”, después de haber quedado fascinado por ellos durante un viaje de París. Un 10 de enero de 1758 llegaban a tierras salmantinas, facilitando de esta manera la resolución de problemas de geometría y astronomía.

Pero, ¿a qué nos estamos refiriendo con eso de “libros gordos y redondos? Pues ni más ni menos que a una colección de globos terráqueos, elaboradas en madera, papel, yeso o metal, que llaman la atención del visitante que se asome por primera vez a las dependencias bibliotecarias salmantina y que son un auténtico tesoro. Actualmente se conservan una decena.

Biblioteca universitaria de Salamanca
Biblioteca universitaria de SalamancaUSAL

El génesis de esta historia se remonta al año 1752 cuando Diego de Torres Villarroel es nombrado comisario de la librería de la Universidad y seis años después se propone crear una academia de ciencias y artes aplicadas y es cuando defiende ante al Claustro de la Universidad su compra, ante la reticencia de los miembros claustrales que acabaron cediendo “embaucados” por que gran parte de las primeras universidades europeas contaban con estas piezas. Salamanca también quería posicionarse en este tema.

Biblioteca universitaria de Salamanca
Biblioteca universitaria de SalamancaUSAL

Tocaba buscar estas piezas y para ello viajó por tierras europeas y quedó prendado por uno de los globos de Vaugondy, del año 1751, pero también llegaron las más antiguas de la colección, dos de Blaeu de 1640, un globo terráqueo de tamaño magistral y una esfera celeste con cartela presidida por un retrato de Tycho Bahe. También cabe destacar el globo terráqueo de Denso y Nolin, del año 1754 o la esfera de Senex y Hardon (1757) con motivos florales y lleno de ángeles.

Después de la llegada de los primeros “libros gordos” se publicaba la obra “Uso de los globos y la esfera”, pero los detractores de Villarroel echaron por tierra la posibilidad de sacar adelante la Academia de Matemáticas y Astronomía.

En los años siguientes fueron llegando más esferas a la biblioteca salmantina, tres de ellas, obras de Antonio Monfort estuvieron desarmadas durante años y otras dos aterrizarían en una etapa intermedia, una esfera celeste de Adams y otra armilar de origen español a las que hay que sumar un globo terráqueo de estilo neoclásico pero que se conserva en la Facultad de Geografía e Historia.

 

Las esferas elaboradas por Antonio Monfort cuentan con diámetro de 23 centímetros y fueron construidas sobre dos medias esferas huecas, posteriormente ensambladas y decoradas posteriormente con mapas decorados y cartelas. Y la esfera armilar heliocéntrica es una esfera celeste que representa la teórica de Copérnico que afirmaba que la tierra y el resto de planteas giraban en torno al sol.

Unas esferas y globos que ponen de relieve la importancia del Estudio salmantino al mundo de la Astronomía, que hoy perdura.