Los leoneses Pablo Álvarez Fernández (1988) y Sara García (1989) son los primeros astronautas españoles en ser seleccionados por la Agencia Espacial Europea en las últimas tres décadas. Pablo, ingeniero aeronáutico licenciado en la Universidad de León (ULE) y máster por la de Varsovia (Polonia), trabaja para la multinacional Airbus e integra la nómina de cinco titulares que arrancarán su adiestramiento durante el próximo mes de abril en Colonia (Alemania). Mientras, Sara, biotecnóloga egresada de la institución académica leonesa, que trabaja como investigadora posdoctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, ocupa un puesto entre la docena de reservistas controlados por la ESA para futuras misiones. Ambos figuran entre los 17 astronautas europeos elegidos hace apenas un mes, el pasado 23 de noviembre, entre los 22.523 candidatos de 25 países europeos. Los dos repasan el proceso durante una entrevista con Ical, hablan de sus motivaciones, sus gustos y sus anhelos, reivindican la educación pública y la ‘España vaciada’ y miran al futuro dejando constancia de que, al menos para ellos, “no hay límites”.
¿Qué tal se lleva el aluvión de atenciones y reconocimientos de un día para otro?
Pablo: Se lleva bastante bien, en general. Sí que es un cambio, de cero a cien, que creo que en pocas otras profesiones se vive así. Pasas de tener tu trabajo normal a, de repente, estar 24 horas dando entrevistas a los medios, y te paran por la calle. Es un cambio de 180 grados, pero todo se compensa con la sonrisa de los niños cuando se acercan. Como la visita que hicimos a la Universidad de León, que fue preciosa. Bien, se lleva bien.
Sara: Lo estoy llevando bastante mejor de lo que podría haber aventurado en un principio, sobre todo, porque es como una ilusión compartida de todos. Ver a la gente tan emocionada con el hecho de que haya dos nuevos candidatos a astronautas, de carrera y de reserva, después de 30 años, es una maravilla. Y luego el hecho de que vamos juntos, estamos Pablo y yo en esto, y se lleva de otra manera. Entonces, muy feliz, la verdad.
¿Fueron niños que soñaban con ir al espacio?
Pablo: Como niño, a mí sí que se pasó por la cabeza en algún momento. Pero creo que como a cualquier otra persona que haya estado en este planeta. Cuando te explican lo que es la luna, lo que son los planetas, que están ahí, y que hay gente que va al espacio y sale del nuestro, pues creo que todos los niños sueñan con ser astronautas. Así que no más allá de lo que soñaría cualquier otro niño.
Sara: Sí, en mi caso sí que se me pasó por la cabeza. Sobre todo, cuando miras a las estrellas y tienes esa curiosidad. Te quieres dejar llevar por ese afán de exploración y de aventura que tienen en común los niños cuando no tienen miedo. Sí que soñaba con ello, y con otras cosas, pero no me lo planteé como una opción de futuro. Tampoco sabía, ni si quiera, qué pasos tenía que dar para lograrlo, así que me dediqué a otra cosa. Ha sido a raíz de ver la publicación de la oferta, ver bien los requisitos que se necesitan para ser astronauta y las tareas que tienen que hacer, cuando he decidido intentarlo. Y he de decir que esa ilusión infantil, y un poco ingenua, volvió a renacer y eso es lo que creo que nos ha dado la fuerza para ir con todo en el proceso.
¿Cuándo se dieron cuenta que quizá sería posible convertirse en astronautas?
Pablo: Cuando salió publicada la oferta de la Agencia Espacial Europea, y lo vimos. Como hacía 14 años que no había oferta para astronautas, y es un tren que pasa una vez en la vida, creo que los dos decidimos ir absolutamente a por todas. En mi vida he echado más tiempo preparando el currículum, la carta de motivación, y respondiendo a un cuestionario. No sé, creo que lo repasé 15 veces. Contestaba cada vez una cosa distinta. Pensé que como lo estuviera viendo alguien de la ESA al detalle iba a pensar que estoy loco. Pero bueno, creo que era la señal que hacía falta para echar el resto.
Sara: En el momento en el que vi la oferta, me puse a trabajar en ella. Ya cuando empiezas a tomártelo tan en serio, preparando mucho el currículum y la carta, dándole vueltas a los cuestionarios, te das cuenta de que te estás implicando, te estás comprometiendo con el proceso y, aunque sabes que las posibilidades son bajísimas, estás dispuesto a poner lo mejor de ti e ir hasta el final. Como dice Pablo, no había una oferta así desde hacía 14 años, así que no es algo te puedas plantear. No solo depende de que quieras, tienen que darse las circunstancias y la oportunidad.
¿Qué leen, escuchan y ven para entretenerse los primeros astronautas españoles en tres décadas?
Pablo: En mi caso soy bastante ecléctico. Leo bastantes libros de fantasía. En el último año, quizás, ha estado todo muy enfocado a libros de astronautas. También leo libros de historia y de economía. Hubo un tiempo en el que incluso estuve dudando qué carrera seguir. En cuanto a qué escucho, estoy todo el día con podcast y con audiolibros. Ahora, por ejemplo, estoy con el audiolibro de ‘La sombra del viento’. Pero igual que cae eso, puede caer un podcast sobre humor, historia, política, actualidad. No sé, cualquier cosa. Me encanta hacer deporte también. Hago mucho y ninguno bien, por eso mismo. Juego al fútbol, salgo a correr, me gusta nadar y la bicicleta. Aunque me rompí la clavícula en verano y no he podido hacer mucho. El tenis de mesa sí que lo he hecho un poquito más en serio a lo largo de mi vida. Me gusta cocinar también. De todo. Y Sara, más aún.
Sara: Creo que eso es algo que tenemos en común Pablo y yo. Nos gusta tanto tener nuevas experiencias y probar cosas nuevas que, cuando nos preguntan por nuestras favoritas, es que... Nos gustan demasiadas cosas y nos gusta probar de todo. En mi caso, en cuanto a lectura me pasa lo mismo que a Pablo, en los últimos 18 meses todo ha girado en torno a los astronautas, al mundo del espacio. Ahora estoy empezando un libro de un ingeniero de la NASA con el que estuve ayer, Eduardo García Llamas, sobre el Apolo 11. También soy muy fan de los podcast y escucho audiolibros. También, muchos programas de radio de humor, principalmente, que me ayudan a evadirme. Ahora estoy con ‘Arsénico caviar’, pro ejemplo, que me gusta mucho. Si empiezo a hablar de todo lo que me gusta de música podríamos estar una semana entera, entonces, me limitaré a decir que me gustan múltiples géneros, pero me quedo con el rock y mi grupo favorito es Pink Floyd. Me encanta también el cine, practico todo tipo de deportes… También por experimentar y por desarrollar nuevas habilidades. Luego, soy muy fan de la cocina, manualidades, puzles… Todo lo que sea aprender cosas nuevas me interesa.
Ahora se les está empezando a conocer y ustedes parece que ya se conocen bastante entre sí, pero no se conocían antes. ¿Cómo fue ese instante en el que, entre 22.500 aspirantes, descubren en medio del proceso que los dos son paisanos y que comparten universidad y entorno de procedencia?
Pablo: Sara fue una de las primeras personas que había pasado a la tercera fase. Entonces, puso en un grupo, que teníamos todos los candidatos, que la habían invitado. Yo estaba, aún, una fase por detrás y pensé: “¿Quién será esta chica que ha pasado? ¿Qué ha hecho en su vida?”. Entonces, la busqué en Linkedin y vi ‘Universidad de León’ y dije “¡Ostras! Encima es paisana”. La escribí ese mismo día y quedamos para conocernos y comentar un poco todo lo que estábamos viviendo. Fue un día interesante. Me cayó genial desde el principio. Es algo que ha pasado bastante en el proceso este de astronautas, que ves a alguien y dices: “¡Jo!, qué gente más maravillosa, cuántas cosas han hecho. ¿Qué hago yo aquí?”.
Sara: Sí, eso nos ha pasado a todos en el proceso. Conoces a perfiles tan increíbles y a gente tan inspiradora que dices: “¡'Buf’!, es que lo van a conseguir. ¿Qué hago yo aquí?”. Te entra como ese síndrome del impostor al ver qué currículums, qué personalidades, qué intereses. Y a nosotros nos ha pasado también al uno con el otro. Es verdad que nos caímos genial desde el principio y hemos estado juntos todo el proceso. Está siendo un grandísimo apoyo. Yo estaba convencida desde el minuto uno de que a Pablo le iban a elegir. Y me dice que a él le pasa un poco lo mismo conmigo. Nos conocimos durante el proceso y ahora ya de por vida.
Como leoneses, ¿fue una decepción el rechazo a la designación de León como sede de la Agencia Espacial Española?
Pablo: Era un poco esperado. Personalmente, me hubiera encantado que estuviera en León y remar por cambiar un poco las cosas en la ciudad. Pero había otras candidaturas muy fuertes y, aunque la de León era muy buena y creo que se habían hecho las cosas bien, pues era esperado que fuera una ciudad un poco más grande, por la operatividad de la propia agencia y los vuelos. Creo que es lo que ha pesado un poco más en la decisión. ¿Decepción? Bueno, pues no, pero por esperado.
Sara: A nivel personal, como leonesa, claro que me hubiera gustado que estuviera en mi tierra por las oportunidades que eso puede traer. Pero, al mismo tiempo, no es una sorpresa. Había grandísimas candidaturas en este proceso y, al final, había que elegir la que cumpliera todos los requisitos que busca la Agencia Espacial Española.
¿Su ejemplo puede entenderse como un motivo para reivindicar la educación pública en España?
Sara: Sí, creo que somos un ejemplo de que, con una educación pública en una universidad modesta se puede llegar muy muy lejos. Lo cual no quita para que cada persona elija la opción de educación que considere más conveniente. Pero, en nuestro caso, la educación pública nos ha permitido estudiar, eso lo primero. Porque sin esa posibilidad, probablemente, no tendríamos estudios universitarios, por lo cual estamos tremendamente agradecidos. Y luego, nos ha permitido tener una formación los suficientemente buena y de calidad como para lograr un sueño tan extraordinario y tan loco, entre comillas, como convertirnos en candidatos a astronautas.
Pablo: Lo mismo. Al final, venimos de entornos muy similares. Yo, sin la educación pública no hubiera podido estudiar. De hecho, trabajaba en los veranos, mientras estudiaba, en una gasolinera para poder aportar un poquito para las matrículas y demás. Y de otra forma no hubiera podido hacerlo.
Dado que proceden de una provincia que podría adscribirse a la llamada ‘España vaciada’, como el resto de la Comunidad, ¿creen que esta elección es una llamada de atención y una reivindicación hacia el mundo de la importancia de lugares más despoblados?
Pablo: Al final sí que es una llamada de atención para que no se olvide esa parte de España. Es importante que todo el mundo, independientemente de donde nazca en todo el territorio, tenga acceso a una educación de calidad. Y el hecho de tener universidades un poquito más pequeñas y modestas en toda España, hace que mucha gente pueda tener acceso a esos estudios universitarios. Entonces, espero que sí.
Sara: En mi caso, por ejemplo, la opción de marcharme a otras provincias tampoco estaba sobre la mesa por el coste que implicaba. Tuve la fortuna de que pude estudiar la carrera que yo quería en mi propia ciudad, que es León. Está bien que haya opciones en sitios más pequeños. El tema es que después de la formación sí que tiene que haber oportunidades laborales. Porque, al final, a mucha gente le gusta vivir en León, aunque hay opiniones para todos los gustos. A mí me gusta también vivir en Madrid, pero tengo muchos amigos que tienen puestos de mucha responsabilidad que deben estar en grandes ciudades y les gustaría vivir en León. Ahora, con el teletrabajo, existe esa posibilidad, pero también estaría bien que pudieran acceder a ese tipo de puestos porque hay tejido empresarial en la propia provincia. Eso es algo que hay que mejorar.
Aunque sus caminos se separan, porque Pablo se adiestrará en Colonia y Sara mantendrá su puesto en el CNIO, ¿cuáles serán los siguientes pasos en la instrucción de ambos?
Pablo: Yo empiezo el entrenamiento en abril, y van a ser dos años bastante intensos en los que tengo que aprender el sistema de la Estación Espacial, todos los protocolos, simuladores, tengo que aprender a pilotar, hacer submarinismo, actividades extracurriculares, aprender ruso… Un montón de cosas. Después, quedaría a la espera de una misión, que no sé cuánto tiempo se demora una vez se me asigne, pero serán otros dos años de entrenamiento específico para esa misión. Así que, en mi caso, está bastante marcado.
Sara: Todavía estamos definiendo. Nos estamos juntando todos los candidatos que estamos en la reserva para hablar con el Centro Europeo de Astronautas, con gobiernos, con la ESA y definir exactamente cuáles van a ser nuestras funciones. En principio, lo que se ha establecido, al margen de dejarlo bien claro, es que mantenemos nuestros trabajos actuales y, todos los años, tenemos que mantener nuestro certificado médico, lo que implica ir a Colonia o a Toulouse a hacer las pruebas médicas, que pueden durar como una semana. Tenemos una pequeña formación de diversos tipos, de cursos similares a algunos de los que va a hacer Pablo y estamos trabajando también para que a la parte teórica, de conocimientos de física, matemáticas o biología, podamos acceder de manera telemática. Luego, en mi contrato hay 20 días de trabajo para la Agencia Espacial Europea con las misiones que ellos consideren, desde divulgativas a pequeños experimentos que haya que hacer in situ. Voy a compaginar, un poco, los dos trabajos hasta que surja una oportunidad de vuelo, ya sea desde la Agencia Espacial, desde el propio Gobierno de España o desde una entidad privada. En ese caso, se me asignaría una misión y empezaría todo el entrenamiento que va a hacer Pablo.
¿Para qué les gustaría que hubiera servido su trayectoria en la Agencia Espacial Europea, y su paso por el espacio, si sucede, una vez concluya esta aventura y miren hacia atrás?
Pablo: En mi caso, sobre todo, sería un éxito pensar que algunos de los experimentos que se han realizado en la Estación Espacial o de las tecnologías que se han desarrollado allí gracias a tu trabajo tengan una aplicación que mejore la vida de las personas aquí en la Tierra. Es el objetivo último. Y también, la parte inspiracional de las nuevas generaciones. Igual que yo me he presentado a astronauta porque quería serlo gracias a que tenemos la figura de Pedro Duque, pues que el siguiente, o la siguiente, pueda decir que está en ello gracias a Sara o a mí.
Sara: En mi caso es muy similar. Para mí sería un éxito haber contribuido a una misión en la que participan cientos, miles de profesionales, ya no solo astronautas, sino ingenieros en telecomunicación, científicos, empresarios. Y haber contribuido a que esas misiones que se crean en conjunto sean exitosas y tengan un beneficio para toda la sociedad. También lo que dice Pablo: la figura del astronauta inspira a jóvenes a escoger carreras científicas, a creer que pueden conseguir sus sueños, que no hay límites y se pueden dejar llevar por la curiosidad. Si alguien se ve reflejado en nosotros, niños y niñas que deciden emprender ese camino porque nos tienen de referentes, sería el mayor orgullo que se puede pensar.