Patrimonio
Pequeños pueblos con monasterios en ruinas y dejados de la mano de Dios
Se dice que en Castilla y León tiras una piedra y aparece una ruina, pero estos muros han sido pisados por reyes y emperadores
Castilla y León es la región de la España autonómica que cuenta con más municipios (2.248), y en la gran mayoría se esconde un pasado digno de descubrir que está ligado a monasterios, castillos o recintos amurallados. Por desgracia, en centenares de estos pueblos, la mayor parte pequeños y de apenas unas decenas de habitantes, este pasado arquitectónico está ruinas y a la espera de unas manos, ya sea pública de una administración, o privada, de vecinos “salvadores”, que pueda revitalizar unas edificaciones en otras épocas eran motivo de orgullo y admiración.
Se dice que en Castilla y León tiras una piedra y aparece una ruina. Pero no son ruinas cualquiera, ya que en los muros de estos lugares pisados por reyes y emperadores, se esconden momentos épicos e historias de todo tipo fraguadas a lo largo de siglos y siglos de existencia. Lugares que en sus momentos de esplendor fueron verdaderos centros de poder o de peregrinación que rebosaban cultura, arte y, en definitiva, reunían el saber de la vida.
Se trata de monasterios cistercienses, románicos o góticos, y les hay de gran dimensión o pequeños, ostentosos y bellamente decorados o humildes, cuyo denominador común es el estado de abandono y olvido en el que están, aunque algunos pueden visitarse, y que se ubican en pequeñas poblaciones muchas de ellas desconocidas para el gran público.
Estos son algunos de ellos:
Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela, Burgos)
En la localidad burgalesa de Hortigüela, de apenas un centenar de habitantes y situada en plena comarca de la Sierra de la Demanda, en el corazón del valle del Arlanza, se encuentra el Monasterio de San Pedro de Arlanza. Apodado como la “Cuna de Castilla”, este conjunto monástico es Monumento Histórico-Artístico desde el año 1931 estuvo en funcionamiento hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835, aunque jugó un papel trascendente en los inicios del Reino histórico de Castilla.
Actualmente se conserva a duras penas y se mantiene en pie el claustro y varias salas de hospedería.
Su fundación, en la ribera del río Arlanza en Burgos, dedicada por El Conde Gonzalo Téllez y su esposa Doña Lambra, a San Pedro, comienza a comienzos del siglo X, en concreto el 12 de enero del año 912, como eremitorio, aunque los restos aún visibles correspondientes a la iglesia datan de 1080. Su estilo artístico inicial fue el románico, aunque luego hubo diversas modificaciones góticas que cambiaron su aspecto original. En sus ruinas aún se pueden ver los tres ábsides semicirculares, con amplios presbiterios, así como la torre del siglo XII y parte del claustro.
El abandono emprendido en los últimos siglos hizo que sus bienes artísticos se repartieran por diferentes partes del mundo, como el Museo Metropolitano de Nueva York y el Museo Arqueológico Nacional.
Monasterio de San Antón (Castrojériz, Burgos)
También en la provincia de Burgos, y en pleno recorrido del Camino de Santiago, se encuentra el convento o monasterio de San Antón, dedicado a san Antonio Abad y ubicado a dos kilómetros de la localidad burgalesa de Castrojériz, lugar de parada y fonda obligada delos que caminan hacia Santiago de Compostela para abrazar al Santo, patrón de España.
La comunidad de religiosos de la Orden del Císter que lo ocupaba se dedicaba al cuidado de los enfermos que llegaban a este recinto, que llegó a estar bajo protección real, siguiendo la Ruta Santa. De hecho, las alacenas que se conservan en el exterior bajo la arcada recuerdan que fueron utilizadas durante años por los monjes para dejar pan y vino a los peregrinos.
Un gran rosetón sigue decorando la fachada haciendo frente a la soledad y al tiempo, y en el trazado del suelo se deja entrever lo que fue la nave central.
Monasterio de La Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid)
A cuatro kilómetros de la localidad vallisoletana de Cogeces del Monte se encuentra el cenobio de Santa María de la Armedilla, uno de los más poderosos del reino de Castilla. Pese a su estado, al recorrer este monasterio hoy en día aún se puede reconocer en él la nave central de la iglesia sin cubrir y con el arranque de los nervios de la bóveda estrellada que la sostenía. También se ven restos del claustro, bodegas y cisternas, un horno y un palomar. Fuera del recinto quedan trazos de la residencia palaciega del siglo XV que erigieron los duques de Alburquerque.
Su origen lo propició el descubrimiento por parte de unos pastores de una talla de la Virgen en una cueva cercana. Se tiene constancia de su existencia en el siglo XV cuando el infante Don Fernando de Antequeradonó unos terrenos a la Orden de los Jerónimos.
La vida de este monasterio fue muy activa hasta el siglo XIX, acometiendo sucesivos cambios de estructura, altura o extensión.
Como con tantos otros templos, con la desamortización de Mendizábal se inicia su decadencia y abandono final.
Monasterio de Santa María de Moreruela (Granja de Moreruela, Zamora)
Este monasterio perteneciente a la orden cisterciense se ubica en las cercanías del municipio zamorano de Granja de Moreruela, en el noroeste de la provincia de Zamora.
Es de arquitectura cisterciense del siglo XII y transición al gótico, remodelado en el siglo XVII. Entre los siglos XVI y XVII se levantó la hospedería.
El cenobio se halla en un lugar apartado de los núcleos de población, junto a la denominada Vía de la Plata y siempre se ha considerado uno de los primeros monasterios cistercienses edificados en la península ibérica.
Alfonso VII, el Emperador, entregó el solar a Ponce de Cabrera pidiéndole que erigiera un monasterio que debería seguir la regla de San Benito. Gracias al apoyo de la monarquía y la nobleza, Moreruela se convirtió en un centro monástico de primer orden y poseyó un patrimonio considerable.
La iglesia, de estilo románico con detalles góticos, presenta tres naves, amplio crucero marcado en planta y gran cabecera (la parte más antigua es del siglo XII). Destaca la capilla mayor sustentada por ocho columnas, con ábside semicircular y girola, a la que se abren siete absidiolos, cada uno con un altar. Las bóvedas, de estilo gótico, con ojivas y capiteles de impostas y decoración vegetal.
La sala Capitular y la Sala de los Monjes se mantienen en buen estado de conservación. Existió una reja que separaba al pueblo de los monjes, en la mitad de la nave central.
✕
Accede a tu cuenta para comentar