Patrimonio
La historia del gallo que encumbra al cimborrio más grandioso del románico español
Es una de las visitas obligadas a esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad
Castilla y León presume de contar con varias ciudades que son Patrimonio la Humanidad, como Segovia, Ávila y Salamanca.
Esta última, además de capital universitaria por antonomasia en España, es de una riqueza patrimonial sin igual, desde el Convento de San Esteban pasando por la Universidad y la Casa de las Conchas hasta llegar a la Cueva de Salamanca o el Huerto de Calixto y Melibea. Y, para más inri, tiene la peculiaridad de contar con hasta dos Catedrales, a cada cual más espectacular.
Por un lado, la Catedral de Santa María o Catedral Vieja, onstruida entre los siglos XII-XIV, de wstilo románico, y, por otro, la Catedral de la Asunción de la Virgen o Catedral Nueva (XVI y XVIII), de estilo gótico pero a las puertas del renacimiento, y ambas muy cercanas la una de la otra. De hecho, están tan juntas que hay una pasarela metálica que ayuda a pasear sobre el tejado que une ambas seos.
En estas líneas de LA RAZÓN de hoy queremos acerca especial hincapié en la Catedral Vieja, un magnífico ejemplo de arquitectura románica que fascina a cualquiera que tenga la oportunidad de verla, y más en concreto, en uno de sus elementos más característicos y sinulares con una gran historia detrás: su espectacular cimborrio sobre el crucero de estilo románico culminado con una veleta en forma de gallo que delata su origen e influencia. De ahí que se conozca a esta joya arquitectónica como la Torre del Gallo.
El cimborrio es la construcción que en una iglesia se eleva sobre el crucero del templo y tiene como misión, por un lado, iluminar el interior del templo además de darrealce al eje central del mismo, que es donde los brazos de la cruz latina de su planta se cruzan, valga la redundancia, para formar el crucero.
La Torre Gallonada de la Catedral Vieja de Salamanca es un ejemplo de construcción con influencia bizantina y dela región francesa del Poitou que, junto a los de las catedrales de Zamora, Plasencia y de la Colegiata de Toro, conforman los llamados Cimborrios del Duero.
Caminar por la plaza de Juan XXIII y la calle Tentenecio de Salamanca o ascender hasta Ieronimus es una delicia al ver como sobresale ante los ojos del viandante la belleza y espectacularidad de escamado cimborrio de la Catedral Vieja.
Dicha obra de arte, cuya fecha de construcción debe situarse en torno al año 1150, se apoya en un tambor con dieciséis columnas en el que conviven 32 ventanas, mientras que otros dieciséis nervios enlazan en su clave central. Se levanta sobre pechinas y se desarrolla mediante un cilindro de dos pisos. Además, exteriormente es una estructura peculiar y con cierta gracia gracias a su verticalidad, rítmica disposición de los arcos superpuestas, las cuatro torrecillas de las esquinas y la cubierta casi cónica con lajas de piedra.
Y está coronado por la veleta de chapa del gallo más famoso en Salamanca que, asentado sobre tres bolas para hacer frente a los rayos y proteger a la cúpula, sobrevive orgulloso como ave fénix al paso del tiempo.
Si bien, como curiosidad, la actual figura de chapa que se ve en lo alto del cimborrio de la Catedral Vieja no es el original, sino una réplica que lleva allí casi cien años, ya que se colocó en 1927. La original se encuentra en la capilla de Santa Catalina.
Un gallo que delata la influencia francesa del templo, que puede verse en cualquier campanario de cualquier iglesia francesa así como enlos memoriales a los caídos en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial, entre otros monumentos, y que simboliza la fe y la esperanza.
Además, en la Revolución Francesa el gallo tuvo un papel fundamental ya que sustituyó a la hasta entonces flor de lis dinástica.
Detrás de la relación de Francia con la Catedral Vieja de Salamanca se encuentra, por un lado, Jerónimo de Perigord, el obispo español muy famoso por su papel clave e la de reconquista y que mando construir este espectacular templo. Un pelado que, además, fue quien mandó construir la Diócesis de Salamanca en el siglo XII.
Pero también destaca la presencia de ciudadanos francos o franceses en la ciudad salmantina que estaban asentados justo en la zona donde se empezó a construir esta Seo que estuvo cerca de ser destruida en la Edad Moderna, ya que al proyectar la Catedral Nueva se pensó en derribarla.
Aunque el amplio espacio de tiempo que transcurrió desde el comienzo de las obras de la Catedral Nueva y la previsión de finalización de las mismas, sumado a la necesidad de un espacio donde celebrar el culto mientras se terminaba la construcción, hizo dar marcha a trás a los mandamases de la época en su intención de echar abajo esta joya.
Pero dicho esto, cabe señalar que el origen de este tipo de cimborrios en esta zona no está claro, ya que mientras unos lo relacionan con construcciones orientales o musulmanas, otros lo hacen con el mundo bizantino y otros más destacan su parecido a los edificios de Aquitania o con las torres de la Catedral de Poitiers. E incluso hay quienes especulan con que el estilo es propio y genuino de la zona del Duero.
De hecho, la Cetadral Vieja de Salamanca tiene otros muchos atractivos que no dejarán indifierente a nadie que se acerque hasta este emblemático espacio de la Cristiandad, sobre todo su espectacular retablo mayor, que data del siglo XV y se atribuye a Nicolás Florentino, así como el fresco superior que representa el Juicio Final, de Nicolás Florentino.
La capilla de San Martín o del aceite, situada bajo la Torre de las Campanas, cuyas pinturas, obra de Antón Sánchez en el siglo XIII (1262), están consideradas como unas de las más antiguas de Europa con firma; o los frescos del claustro de los siglos en honor a San Salvador o Santa Bárbara, son otros de los atractivos de esta Seo.