Muerte del Papa
Jesuitas de Valladolid reflexionan sobre el Papa Francisco
Lucas Alcañiz, Alberto Plaza y Carlos Maza hacen un recorrido por su carisma y legado
Quizá en estos días, con el fallecimiento del Papa Francisco, se esté escribiendo mucho sobre su vida y pontificado. Y quizá en unos días -o semanas-, cuando conozcamos quién será el nuevo Papa, se escribirá mucho sobre su procedencia, sus buenas obras y deslices en el pasado, y habrá quien ya pueda vaticinar cómo será su tiempo al frente de la Santa Sede. Pero hasta que eso ocurra, seguiremos hablando y escribiendo sobre Franciscus con mayor o menor acierto.
“Hace falta coraje para ser jesuita. No significa que un jesuita deba ser inconsciente o imprudente, no. Pero sí tener coraje. El coraje es una gracia de Dios”, sentenció en el año 2018 el Santo Padre en una Audiencia con los participantes en la reunión “Jesuitas europeos en formación”. Estos días he decidido charlar con algunos de estos jesuitas con “impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor” -que es como define la RAE el coraje- y comprender más de cerca el poso que deja en sus corazones ese hermano de la Compañía de Jesús que llegó a ocupar el trono -o la silla- de San Pedro.
“El itinerario personal y espiritual que hizo como compañero de Jesús marcó su vida, le dio claves y herramientas para contribuir, ya como Papa Francisco, al camino que ha recorrido nuestra Iglesia durante los últimos años”, dice Alberto Plaza, jesuita y delegado de la Compañía de Jesús en Castilla y León. “Impulsar esa “Iglesia en salida” de la que tanto hablaba va desde las reformas en la administración, promoviendo mayor transparencia y eficiencia, las medidas para abordar el problema de los abusos desde la búsqueda de la empatía con las víctimas y la petición de perdón explícito en algunas de sus intervenciones, hasta el diálogo interreligioso y el deseo de la unión de los cristianos, el cuidado de la creación como casa común de todos o la insistente promoción de la paz en distintos ámbitos de tensión y conflicto, incluso haciéndose presente”.
“Ha sido un Papa que ha discernido. Y eso se ha notado en el Sínodo de la Sinodalidad y en la conversación espiritual. Su estilo ha sido muy inspirador y ahí se ha sentido su impronta jesuítica”, me dice Carlos Maza, jesuita afincado ahora en Valladolid y miembro del Grupo de Comunicación Loyola.
Una de las preferencias apostólicas de la Compañía de Jesús es la ecología; de hecho, en Valladolid existe una comunidad de acogida y ecología llamada Ana Leal ubicada en INEA. Hablamos sobre su encíclica Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común, y Maza cuenta que “tuvo menos impacto de lo esperado. La prueba de ello es la posterior publicación de la Laudate Deum para recordar que lo que había dicho en Laudato Si’ no se había escuchado en muchos aspectos y era como un segundo toque de atención a la sociedad. Quizá en la conciencia del Papa estaba que no había tenido una recepción tan grande como se esperaba. Pero fue una encíclica que también encontró mucho eco fuera de la iglesia y despertó gran admiración social”.
En diversas ocasiones, por sus escritos, acciones o gestos, al Papa Francisco se le ha considerado rompedor, reformista, revolucionario. Esos adjetivos que acompañan a un nombre propio como forma de (des)acreditación de la persona que emprende un camino siguiendo sus propios ideales y convicciones. Maza, sin embargo, lo considera “más bien una persona conservadora y no creo que pueda ser tildado de revolucionario. Pero creo que ha tenido una conciencia muy clara y una experiencia personal muy fuerte de la misericordia de Dios, y eso es lo que se ha podido interpretar en algunos momentos como una cierta laxitud. Yo diría que ha sido un conservador-reformista”.
En estos días también he podido conversar con Lucas Alcañiz, jesuita en Valladolid y promotor vocacional de la Compañía de Jesús en España. Entre viajes y preparaciones de reuniones con futuros jesuitas, me comenta por teléfono dos cuestiones importantes donde se nota que Jorge Mario Bergoglio nunca ha abandonado la espiritualidad ignaciana: “Ha sido un hombre con una gran devoción mariana, y desde el principio así lo ha demostrado. En la vida de San Ignacio de Loyola todos los momentos importantes han estado siempre jalonados por la Virgen. Un hito importante en la vida de San Ignacio fue que celebró su primera eucaristía en Santa María la Mayor, lugar elegido por Francisco para ser enterrado”.
Alcañiz y su equipo tienen una misión de gran importancia para la Compañía de Jesús y la Iglesia en general: acompañar y acoger las nuevas vocaciones jesuíticas en España. En un momento de secularización de la sociedad, su labor es doblemente complicada. Quién sabe si el día de mañana algunos de los novicios que hoy se forman podrán ocupar la máxima responsabilidad dentro de la Iglesia y guiar a más de mil millones de católicos. En este sentido, Lucas menciona que “se nota mucho que la espiritualidad del Papa Francisco ha estado vertebrada por los Ejercicios Espirituales. Su escrito programático fue Evangelii Gaudium, centrado en la misión evangelizadora de la Iglesia y eje central de la vida de los jesuitas. De hecho, somos una orden fundada para la propagación y defensa de la fe. Su última encíclica es sobre el Sagrado Corazón, devoción vinculada desde su origen con la Compañía. Estos escritos se pueden comprender mejor desde el ser jesuita del Papa”.
Sin duda, estos tres jesuitas ponen voz a lo que piensan muchos otros “amigos en el Señor” -laicos y religiosos-. Y así, entre recuerdos, convicciones y gestos compartidos, estos jesuitas de Valladolid dibujan un retrato íntimo y sereno del Papa Francisco: no el personaje de las portadas, sino el hermano en la fe que supo ejercer el poder como servicio, el carisma como humildad y la reforma como fidelidad al Evangelio. Su paso por la historia no solo será medido en encíclicas o viajes apostólicos, sino en la huella indeleble que deja en quienes, como él, aprendieron a ver el mundo con los ojos de Jesús y a caminar con "coraje", ese que no nace del impulso, sino del discernimiento. La silla de Pedro volverá a ocuparse pronto. Aunque todavía queda Papa Francisco para muchos años.