
Sociedad
Óscar Somoza: “La reducción de jornada va a conllevar reducción de horarios y menos servicio público en hostelería”
El empresario sanabrés deja el cargo de presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios de Hostelería después de 36 años de trabajo incesante por el sector en la provincia

Óscar Somoza Rodríguez-Escudero (Puebla de Sanabria, Zamora, 1955) es una de esas personas públicas de las que se espera que siempre estén ahí, no en vano, prácticamente, tres generaciones de hosteleros, representantes institucionales y sindicales y periodistas han tratado con él como presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios de Hostelería, concretamente, desde junio de 1989. El empresario gestiona varios negocios del sector, especialmente en la comarca de Sanabria, además de una gestoría de laboral y fiscal y, aunque dejó el cargo de presidente de Azehos la semana pasada, continúa vinculado como vocal a la organización. En esta entrevista concedida a la agencia Ical, resume parte de su pensamiento y experiencia durante 36 años de defensa del sector en la provincia.
¿Deja de presidir Azehos con alivio o con sentimiento de culpa?
Lo he dejado porque creo que ya era el momento. Llevaba varios años pensando que era conveniente irme. La pandemia nos pilló y no me pareció que fuera el momento de decir adiós en una situación tan dramática. Lo mejor era una sucesión ordenada y serena. En mi retirada, les he dicho que mi agenda, mis conocimientos y mi disposición están ahí, para lo que quieran. Es decir, simplemente, me voy porque creo que ya ha llegado el momento de irme y así lo hice el pasado día 18.
¿Qué le impulsó a presidir Azehos?
Me dejé llevar en aquel momento. Yo había ido un par de veces a la mesa del convenio colectivo a negociar. Me dijeron que tenía que estar ahí, que era el momento de que llegara alguien de fuera, de la provincia, no de la capital, y me presenté.
Pero no se va del todo, ya que sigue como vocal.
Me dijeron que querían seguir contando conmigo, en caso necesario. Me han pedido que siga ahí porque les quedaba coja la comarca de Sanabria. Aquí sigo, participando en el grupo de Acción Local Adisac. Como miembro Adisac, representando a Azehos.
¿Se le ha resistido algún asunto, algo que deje sin terminar en la organización?
Creo que no. Yo basé mi defensa del colectivo, precisamente, en su potenciación. Nosotros íbamos a ser la asociación más importante de Castilla y León, por número de socios, en proporción con el volumen de población de la provincia. Hacía falta trabajar para crecer y para que fueran más rentables los negocios. Zamora era un lugar fantástico y maravilloso, con varios puntos importantísimos, en espacios naturales, en Sanabria, Arribes, Villafáfila, la Sierra de la Culebra, el más variado y más abundante románico del mundo... Lo que hay que hacer no es quejarse, sino defender y potenciar eso que tenemos.
¿Cuál ha sido el mayor logro de Azehos en estos 36 años?
Creo que el hecho de que Zamora dejara de ser un mero lugar de paso y situarla en el mapa para ser un destino turístico. Yo siempre he vivido en la carretera y veía que casi toda la gente, todos los turistas potenciales, pasaban por Zamora hacia Galicia, Asturias y Portugal. Éramos un lugar de paso. Teníamos que conseguir convencer a la gente de que había que venir a Zamora y creo que lo hemos logrado. Es verdad que, todavía, a pequeña escala, nos falta internacionalizarnos. Pero ya estamos situados y la gente sabe que puede venir a Zamora y encontrar naturaleza, arte, cultura y tradiciones que siguen ahí. Es decir, lo que siempre fue el abandono secular de la provincia, se convirtió en nuestro principal recurso. Tenemos dos paradas del AVE. Hemos peleado de forma conjunta para conseguir que Zamora dejase de ser un lugar de paso y se convirtiera en destino turístico. Tenemos la mayor red de espacios naturales, la mayor red de iglesias del románico, el modernismo de Zamora, las creencias y tradiciones populares y tenemos que abrirnos, de una vez, al país hermano, que está ahí, aunque siempre hayamos vivido de espaldas a Portugal. Esa es otras de nuestras asignaturas pendientes. Comunicarnos adecuadamente con Portugal es fundamental para nuestra provincia y, también, por cierto, habrá que intentar repoblarla un poco.
¿Qué lugar ocupa la gastronomía y, especialmente, la tapa en el alma de Azehos?
Importantísimo. Media España ya tenía tapas. Luego, pensamos hacerlo de otra manera. Hicimos las tapas de Zamora, las de Benavente, las de Sanabria, las de Los Valles, las de Toro, las de Sayago. Empezamos a hacerlas en toda la provincia y logramos revitalizar esa pequeña cocina, esa micrococina que se extiende a las cartas, a los restaurantes. Logramos cambiar completamente el criterio de la cocina y recuperar nuestros patrones y demás. A lo que he dicho antes, de potenciar los espacios naturales y el románico, el arte y la cultura, le faltaba la coja, le faltaba la gastronomía.
¿Cómo valora la evolución del sector hotelero en Zamora?
Prácticamente, esta capital solo tenía un hotel y ha pasado a tener un amplio elenco de hoteles y es la provincia con más volumen de posadas reales de Castilla y León. Todo esto, con el apoyo, con la inversión y con la confianza de todos.
¿Cuántos enemigos poderosos deja a tus espaldas?
Quiero pensar que ninguno aunque, seguramente, los haya tenido y los tenga. He procurado, en muchos casos, cuando alguien asomó a la patita, en cualquier frente, decir lo que debía decir para defender el sector en Zamora. He dado caña y he criticado todo lo que consideramos un abuso y que podía perjudicar al sector hostelero y hotelero. Luego, también es cierto que, en muchos casos, he logrado acercarme a esas personas o entidades o que se nos acercaran ellos y hacerles comprender que nosotros teníamos que defender un recurso económico fundamental. A lo mejor, puedo decir que me voy sin enemigos.
¿Y enemigos de medio pelo?
Bueno, siempre los hay. Nuestros lugares habituales, los lugares de ocio y de negocio, son los lugares de las críticas. Hay gente que ya no tiene que y se dedican a ver a quién critico hoy. Seguramente, eso va contra mí, contra ti y contra el otro. Son profesionales, profesionales de la crítica no constructiva. Ni los valoro ni los tengo en cuenta.
¿Fue la pandemia de coronavirus el período en el que más tuvo que pelear?
Fue muy dura y el sector la padeció muchísimo. Yo nunca he querido callarme. Si no he querido una cosa, lo he dicho. Por supuesto, si me he dado cuenta de que me he equivocado, he tirado hacia atrás y no me han dolido prendas ni con los políticos ni con las instituciones porque lo que defendíamos era razonable.
¿Cómo ha sido su relación con los medios de comunicación?
Creo que mi gran valor, después de marcharme, es que, aparte de profesionales y compañeros de viaje, he dejado amigos en los medios de comunicación, en las instituciones y en la política. Siempre he procurado atender a todos. Ayer, un compañero tuyo me dijo que siempre había tenido el teléfono dispuesto, en cualquier momento. Yo soy muy respetuoso con el trabajo de los demás. Y este trabajo es de fines de semana, de día y de noche. Me ha pasado lo mismo con representantes institucionales y con los sindicatos porque siempre hemos ido juntos y me siento orgulloso de eso. Aquí, tenemos que circular los trabajadores y los empresarios, todos juntos.
Hablando de sindicatos, ¿qué le parece la jornada de 37,5 horas y la posibilidad que se estudia de la de 32 horas en un futuro cercano?
Yo, lo que veo es que hemos llegado a tener un país ejemplar en la negociación colectiva, en los convenios más adecuados entre las partes, y hemos pasado a la imposición casi dictatorial. Parece que las organizaciones empresariales y las sindicales ya no tienen valor. El fin era negociar, sentarse a una mesa los que conocían perfectamente cómo funcionaba una provincia y, por eso, negociaban unos con otros, sabían hasta dónde podían llegar y alcanzaban un acuerdo. Ahora, como todo viene impuesto desde instancias del centro de España que no conocen la identidad de cada provincia, imponen cosas que pueden ser medianamente buenas para unos sectores de actividad y muy malas para otros y para otras provincias, como la nuestra, pequeñas y con una infraestructura empresarial de microempresas. Lo que puede ser adaptable para una empresa con cien trabajadores puede suponer la ruina para una empresa con tres.
¿Cree que la reducción de jornada supondrá pérdida de puestos de trabajo en la hostelería?
Fundamentalmente, se perderá la identidad de lo que era la hostelería. Es decir, se optimizarán los horarios para abrir solo y exclusivamente cuando sea rentable. Con lo cual, el servicio público que se ha considerado la hostelería va a desaparecer y los bares abrirán de dos a cuatro para bocadillos y comidas y, de nueve a once, para bocadillos y cenas. Los que tienen partida de cuatro a seis, a lo mejor y el resto del tiempo, pasaremos por ciudades muertas. España es un país de alegría, bares e historias y pasará a parece uno de esos países del norte de Europa, sin tradición de bares ni de calle. La microempresa no va a poder aumentar los puestos de trabajo para cubrir esas horas. Están yendo contra nuestra identidad y esto va a conllevar reducción de horarios y menos servicio al público. Ojalá la jornada pudiera ser no de treinta, sino de veinte horas pero es absolutamente imposible. Parece que no son capaces de entender que lo que vale en Málaga porque tienen seis meses de temporada y una afluencia de millones de turistas no puede valer en Zamora. Hay que regular con arreglo a los sitios y a sus características y situación. Provincias como Zamora debería contar con una discriminación fiscal positiva y no regular al tuntún para toda España cuando hay identidades geográficas, culturales y económicas completamente diferentes.
¿Cuál es el mayor despropósito legislativo que recuerda relacionado con la hostelería?
Hay tantos… El relacionado con el consumo de tabaco, con todo el respeto a la salud pública, coartó definitivamente la libertad, sin dar otras opciones y eliminó una parte importante del negocio, que era la sobremesa, la partida, las copas y la tertulia. Además, toda la normativa de las fiestas. Podríamos tener las fiestas en viernes y en lunes para que la industria no parasee y para que hubiera una conciliación pero nada. Sin ir más lejos, dentro de unos días, habrá lunes y martes fiesta para los estudiantes pero no para los padres. Esa falta de conciliación es una asignatura pendiente que se tiene que programar. Otro ejemplo, los decretos de la pandemia, determinados por un enorme grado de improvisación y de absoluto desconocimiento. Ahí no se legislaba, sino que se decretaba. Unas cuantas personas que no conocían la realidad prohibieron sin criterio alguno.
¿Volverán esos años de la década de 1990, por ejemplo, en los que la pujanza del sector parecía insuperable?
Tiene que haber un cambio de generación. Yo sigo pensando que España es un país diferente, con una alegría especial, y que nuestro ánimo latino implica fiesta y diversión y eso tiene que volver. Este país tiene ganas y se vio al terminar la pandemia, cuando hubo uno de los mejores veranos de nuestra historia. Aunque vayan mal las cosas, aunque haya que ahorrar en el consumo, la gente quiere salir a la calle. Piensa en la Semana Santa de tantas provincias y, especialmente, la nuestra. La gente sale de procesión, sale a ver las procesiones, entra en los bares, las tapas, va de un lado para otro, tertulia, charlar… Yo siempre dije que eso tenía que funcionar y, ahora, estoy esperanzado de que mis hijos y mis nietos conozcan esa alegría de vivir que hemos tenido nosotros en otra época.
La última pregunta no es tal, sino darle la oportunidad de decir la frase con la que siempre termina las entrevistas.
(Risas) Nos vemos en los bares.
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