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Medio Ambiente

El pueblo que vio nacer a Félix Rodríguez de la Fuente es el mejor de España para ver los almendros en flor

Está considerado como uno de los más bellos de nuestro país

Ruta de almendros en flor de Poza de la Sal UBUUBU

Estamos a las puertas de la primavera, y con ella la llegada de los paisajes más bonitos que se pueden contemplar en nuestro país. Una de las estampas más preciosas es la de los almendros en flor, y uno de los pueblos que ofrece la imagen más bonita es el que vio nacer a uno de los personajes más ilustres de nuestro país, Félix Rodríguez de la Fuente, un naturalista y divulgador ambientalista español, defensor de la naturaleza y realizador de documentales para radio y televisión, entre los que destaca la serie El hombre y la Tierra (1974-1980).

Licenciado en Medicina por la Facultad de Medicina de Valladolid y autodidacta en biología, fue un personaje polifacético de gran carisma cuya influencia ha perdurado a pesar del paso de los años. Su saber abarcó campos como la cetrería y la etología, destacando en el estudio y convivencia con lobos.

Ejerció además como expedicionario, guía de safaris fotográficos en África, conferenciante y escritor. Contribuyó en gran medida a la concienciación ecológica de España en una época en la que el país todavía no contaba con un movimiento de defensa de la naturaleza. Su repercusión no fue solo de ámbito nacional sino también internacional y se calcula que sus series de televisión, emitidas en numerosos países y plenamente vigentes hoy en día, han sido vistas por varios cientos de millones de personas.

Pues el pueblo que lo vio nacer un 14 de marzo de 1928 es el mejor para ver los almendros en flor, que es un árbol cuya floración depende de la temperatura, del frío y de las horas de luz que haya recibido cada ejemplar. En función de estas variables, suelen florecer a mediados de febrero y hasta marzo.

En España, la fecha de la floración del almendro también está condicionada por el entorno geográfico en el que se sitúan. De este manera, los almendros situados a menor altitud y en zonas más meridionales, suelen florecer antes que el resto de almendros. El periodo de mayor esplendor de la floración de los almendros es bastante efímero: su duración de 5 a 12 días. Este periodo depende, en gran medida, de las condiciones meteorológicas que se registren durante los días previos y a los días posteriores a la salida de la flor. La mejor época del año para ver los almendros en flor son los meses de febrero y marzo. No obstante, hay que tener en cuenta que este periodo depende en gran medida de la climatología que se presente en las semanas previas.

La floración de los almendros supopne una explosión de colores blancos y rosados que tiñen los campos de cientos de comarcas. En muchos puntos de España, el número de almendros es tan elevado que la aparición de las flores deja paisajes únicos y momentáneos que sólo pueden verse en un corto periodo de tiempo. Alrededor de este fenómeno, existen numerosas rutas de los almendros en flor a lo largo y ancho de todo el país.

Poza de la Sal

Pues uno de los mejores recorridos de estas características se encuentra en la localidad burgalesa de la Poza de la Sal, un municipio cuyos primeros pobladores se dieron en el Neolítico, alrededor del año 3.000 antes de Cristo, con núcleos de poblamiento en La Bureba y el Páramo de Masa. Seguramente fueron aquellos antiguos pobladores quienes descubrieron el método para fabricar sal, para obtenerla a partir del agua salada, de la salmuera.

Tras la caída definitiva de Roma en esta zona en el siglo VI, y una vez transcurrido un periodo caracterizado por una gran inestabilidad en la Alta Edad Media durante el periodo visigodo y los primeros momentos del avance musulmán, existe ya en el siglo IX un núcleo de población llamado por primera vez "Poza" y ubicado en el propio territorio salinero, en la ladera noreste de El Castellar y al pie del flanco norte del diapiro.

Su nombre hace referencia a los pozos de sal y su etimología parece clara, del latín putea –plural de puteum, pozo-. Aquí hubo un monasterio benedictino de los Santos Justo y Pastor, dependiente entre los siglos X y XIII de San Pedro de Cardeña de Burgos, una primera iglesia, de Santa Eufemia, la iglesia de San Millán y también una primera fortificación que probablemente formaba parte en este territorio junto a otras de la línea de defensa que protegía los primeros núcleos de repoblación.

En Plena Edad Media, en el siglo XII ya existe constancia de la ubicación de Poza en su emplazamiento actual. Probablemente es en este momento cuando durante el reinado de Alfonso VII de Castilla -Madoz recoge en su Diccionario que la Villa fue poblada por segunda vez en 1135- comienza la construcción del castillo actual y la muralla.

En 1298 Fernando IV de Castilla, siendo regente María de Molina, otorga Poza y Pedrajas, que son en la merindad de Bureba, a Juan Rodríguez de Rojas, donación que Alfonso XI confirmará medio siglo después. Así Poza deja de ser realengo para convertirse en señorío, hasta el siglo XVI. Es entonces cuando Carlos I creará el Marquesado de Poza a favor de uno de sus descendientes, también llamado Juan de Rojas, en 1537.

El siglo XVI será un siglo de bonanza económica: Poza ya no verá limitada su producción de sal a favor de Añana y por tanto la explotación experimenta un notable crecimiento; se produce el estancamiento de la sal pero a cambio la Corona ejercerá su protección sobre la Villa y el Salero; la Villa pasa a ser Marquesado.

El siglo XVIII también será un siglo de esplendor, después de la recesión económica general sufrida durante el siglo XVII. Es el siglo en el que se lleva a cabo el mayor número de obrasciviles y religiosas en la villa, y en el que los monarcas ilustrados acometerán también una importante revitalización del Salero. Después de siglos de esplendor en época Moderna, la villa de Poza y sus salinas comienzan a sufrir un paulatino abandono a partir de finales del siglo XIX, hasta que en la década de los años 70 del siglo XX el trabajo de la sal definitivamente desaparece.

Las salinas de Poza de la Sal han sido declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico en el año 2001. Esta declaración y la construcción del Centro de Interpretación de Las Salinas suponen las bases para la protección, conservación y divulgación del Salero.

Atractivos turísticos

El principal atractivo natural de la zona son la ruta de los almendros en flor, que cuenta con algo más de cinco kilómetros de recorrido fácil, para poder realizarlo en familia, y que también permite disfrutar de la villa y su entorno, contemplando la floración in situ.

Se trata de un itinerario sugerido, que discurre por aquellos caminos que cuentan con mayor presencia de almendros en sus lindes. Antiguamente eran muy abundantes en los alrededores de Poza de la Sal. Solían plantarse en las lindes de fincas y caminos, para que los propietarios obtuvieran con la venta de almendra un complemento adicional a las ganancias por sus cosechas. En el recorrido se pude disfrutar de su bella floración y contribuir de esta forma a ponerlos en valor como recurso paisajístico.

Casco urbano

El casco urbano de Poza fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982. El carácter medieval de su trazado se ha mantenido a lo largo de los últimos siglos. Poza de la Sal sigue siendo en su configuración urbana una villa medieval con rasgos muy especiales derivados de su emplazamiento y del uso de determinados materiales de construcción en algunos casos peculiares por su origen y características.

Poza constituye un claro ejemplo de adaptación de un casco urbano a un emplazamiento con unas características topográficas muy peculiares. El caserío de la villa se asienta sobre la ladera oriental del macizo calizo sobre el que se levantó el castillo. En este emplazamiento es destacable la pendiente y también el asentamiento del caserío sobre los conglomerados terciarios formados durante el Mioceno en la zona de contacto entre el páramo y la cuenca sedimentaria de la Bureba. Este último rasgo es quizá el más característico: la ausencia de cimentación en la mayor parte de las casas y en la muralla, directamente asentadas sobre estos conglomerados del terciario y apoyadas unas en otras, estructura que es perfectamente visible en el interior de la Casa de Administración de las Reales Salinas, en la Puerta de la Fuente Vieja de la muralla, y en el exterior de muchas viviendas caminando por cualquiera de las calles.

El Castillo de los Rojas

El emplazamiento del castillo en la cima de un macizo rocoso, aislado, de una verticalidad que lo hace casi inaccesible, no permitió otro acceso que peldaños tallados en la propia roca. El castillo y el roquedo en el que se asienta se encuentran en el borde oriental del diapiro, en el escalón entre el Páramo y la Bureba, lo que supuso por el oeste el control de la entrada a la villa y a la Bureba desde el páramo y también el control de todo el territorio salinero, y por el este un dominio visual absoluto sobre la cuenca burebana. Protegió sobre todo el caserío de la villa, ceñido por la muralla y asentado en su falda oriental, sobre la Bureba.

Al pie del peñón quedan los restos de los dos cubos que flanqueaban el arco de entrada, del que aún se puede ver el salmer, y que constituyó la puerta de acceso al patio de armas de la fortaleza. En la cima el castillo se dispone en dirección norte-sur, con la fachada en el oeste, y los restos de la torre en el extremo sur. Un vano ojival doblado, con aparejo de sillería colocada a hueso, sobre el que se encuentran lo que parece las ménsulas de arranque de un matacán, permite el paso al interior: una estancia larga y estrecha cubierta por una bóveda de cañón levemente apuntada cuyas tensiones se resuelven directamente sobre los propios muros, de gran potencia.

Existe también un tramo que parece cubierto por bóveda de arista. Esta estancia está parcialmente excavada en la roca, y aparece dividida en dos espacios por un paño de muro en el que se abre un arco de medio punto; antes de pasar este vano es destacable una caverna artificial, también excavada en la roca.

Al fondo una escalera tallada en la roca conduce al piso superior, una terraza de unos 36 metros de longitud en la que está excavado un aljibe. Son elementos constructivos importantes además de los ya mencionados y el aljibe, los garitones sobre modillones, y también la aspillera con un amplio derrame al interior.

Este castillo tuvo las funciones de prisión, vigilancia y defensa. Entre los días 22 de enero y 19 de mayo de 1528, siendo noveno señor de Poza Juan Rodríguez de Rojas, los embajadores de Francia, Milán, Florencia, Inglaterra y Venecia, de la Liga Clementina, estuvieron presos en este Castillo por orden de Carlos I. Fueron conducidos a la villa por Pedro López Hurtado de Mendoza. Andrea Navaggero, el embajador de la república de Venecia, describe su estancia y la villa en su obra Viaje por España.

Al mismo tiempo que estos embajadores, el día 15 de abril de 1528, Carlos I ordenó el encierro en Poza de Ricardo Cuper, Procurador de los corsarios ingleses que asaltaron y tomaron la nao “Espíritu de Gracia”, propiedad de mercaderes burgaleses, en Belém, cerca de Lisboa, en la noche del 10 de marzo de 1525.

La función defensiva del castillo se puso de manifiesto en la Guerra de la Independencia entre las tropas francesas al mando de General Palombini y la guerrilla de Francisco Longa y Juan de Mendizábal en la que se conoció históricamente como acción de Poza. Durante las Guerras Carlistas el castillo fue ante todo lugar de vigilancia, según señala la página web del Ayuntamiento.

Palacio de los Marqueses de Poza y muralla

En la ladera oriental del castillo, entre la Villa y la fortaleza, se encuentran las ruinas del palacio de los Marqueses de Poza, y los restos de la ermita de Santa Cecilia. Al otro lado del lienzo de muralla que desde el caserío por el sur sube hacia el castillo, encontramos las ruinas de la ermita de San Juan. Se conservan de norte a sur lienzos de muro y una torre de planta cuadrada, de dos pisos, con un acceso y organización direccional del espacio en el interior en zig-zag, siguiendo el característico modelo defensivo musulmán que también puede observarse en el castillo de Frías.

Esta torre tiene en el piso superior cubierta de bóveda de cañón con restos de pintura probablemente del siglo XIV, y fábrica de sillarejo y mampostería, en la que se abren aspilleras y vanos de arcos escarzanos. La muralla definió durante siglos el espacio urbano de la villa, el trazado de sus calles. Si en un principio tuvo como función primordial la defensa de la villa, con el transcurrir de los siglos sólo mantuvo su función de control de las epidemias y también de las transacciones comerciales.

El lienzo sur se conserva completo en todo su trazado, desde el sector más alto que recibe el nombre de Paseo de la Reina, junto a las ruinas de la ermita de San Juan y del palacio, hasta su extremo en la calle llamada La Ronda –clara alusión a la función de este espacio hasta el momento en el que el caserío comienza a adosarse a la muralla-, lugar en el que estuvo la cárcel de la villa y donde el trazado de la cerca continúa en sentido noroeste rodeando todo el flanco norte del casco urbano.

Este lienzo norte tiene su extremo frente a la Casa de Administración de las Reales Salinas, y aquí queda el testigo en el paramento de la desaparecida puerta de la muralla llamada de la Fuente Vieja y también de la Verónica, que facilitaba el tránsito entre la villa, el valle más cercano de las salinas –Rusalado- y el complejo de manantiales, lavaderos y abrevaderos conocido como Fuente Vieja. Algunos especialistas opinan que en esta zona, extramuros, podría haber estado ubicado el barrio judío.

A lo largo del lienzo sur se conservan tres puertas, abiertas frente a la Plaza Nueva y a lo largo de la calle La Red. La puerta principal de la villa, entre la Plaza Nueva y la Plaza Vieja es remodelada en 1694 tras la construcción de la Plaza Nueva. Es conocida como Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero, pues desde el balcón corrido construido sobre el arco de medio punto los sacerdotes conjuraban los nublados que amenazaban las cosechas y la producción salinera.

En 1741 se abre junto al ayuntamiento la puerta de acceso a la Plaza de la Villa y al final de la calle La Red, junto a la Fuente del Berro, la Puerta de las Eras, de fábrica más antigua con un arco ojival doblado. La muralla presenta en todos los lienzos conservados elementos arquitectónicos como las torrecillas o garitones sobre modillones, rematados por una especie de matacanes a modo de arcos geminados, a los que se atribuye una cronología correspondiente a los siglos XIV y XV, y que también aparecen en el castillo. Sin embargo es preciso considerar que pueden consistir en modificaciones y remodelaciones introducidas en la época señalada, y que no afectan por tanto al establecimiento de una cronología anterior para el inicio de su construcción, probablemente del siglo XIII.

Iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián

La iglesia fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1974. Su construcción comienza probablemente a finales del siglo XIII, pero es objeto de reformas que modifican su planta y alzado a lo largo de los siglos y enmascaran su origen gótico temprano. Actualmente presenta una planta basilical de tres naves con cabeceras rectas y cubierta de bóvedas de crucería con seis tramos en la nave central y cuatro en las laterales.

En su origen, al acceso al templo se encontraba a los pies de la nave central, en la plaza de la Villa, creándose en ésta un espacio urbano muy característico integrado por la iglesia, el ayuntamiento y la escuela de primeras letras. En 1665 finalizó la obra de la actual portada principal en el lado norte.

Su advocación es San Cosme y San Damián, patronos de la Villa. En su interior destacan:

- Retablo Mayor: Barroco del siglo XVIII, en la cabecera de la nave central, obra de los hermanos Cortés del Valle, sustituyó en 1710 a un retablo renacentista cuyo Sagrario se encuentra en el Retablo de San Andrés.

- Retablo de la Virgen del Rosario: Adosado al testero de la nave del Evangelio, es obra del imaginero flamenco Maese Amrique, oficial de Vigarny.

- Retablo de San Andrés: Obra atribuida a Simón de Bueras, realizada a mediados del siglo XVI en la cabecera de la nave del Evangelio.

- Coro alto a los pies de la iglesia: En 1766 se proyecta el nuevo coro donde estuvo ubicada la antigua puerta de la iglesia. El órgano se emplaza en su parte alta, en posición frontal, y data del siglo XVII.

Santuario de Nuestra Señora de Pedrajas

Se trata de una ermita de una sola nave con cubierta de tres tramos de crucería octopartita y nervios secundarios rectos, y una cúpula de media naranja sobre pechinas en el ábside. Adosada a la cabecera, en su mismo eje, se encuentra la sacristía y, sobre ella, el camarín donde están recogidos algunos de los exvotos que a lo largo de los siglos los fieles y devotos de la Virgen de Pedrajas han depositado en el santuario como testimonio de su devoción.

Convento de San Bernardino de Siena

Fue fundado a mediados del siglo XV por fray Lope de Salazar y Salinas, de la orden de San Francisco, alentado por quien fuera sexto señor de Poza, Juan Rodríguez de Rojas, y su mujer, doña Elvira Manrique de Rojas, señora de Requena. A principios del siglo XIX sufre una primera desamortización decretada por José Bonaparte en 1809, pero su extinción se produce durante el Gabinete de Mendizábal por Decreto de 11 de octubre de 1935 (durante los gabinetes de Martínez de la Rosa y del Conde de Toreno aún continuaba abierto). Hoy sólo quedan sus ruinas, entre las que podemos ver una iglesia y un claustro de estilo herreriano –está documentada una iglesia anterior-, y algunos elementos barrocos.

Plaza Vieja

Durante largo tiempo debió ser el centro de la vida de la población, por ser la plaza del mercado: Enrique II concede a la villa en 1371 el privilegio de un mercado semanal, los sábados, y dos ferias anuales. Este mercado semanal se vio ampliado a dos días, en miércoles y sábado, en el siglo XVI.

Su estructura responde al tipo de plaza desarrollado durante el medievo: los soportales definen todo su perímetro excepto en su lado oeste, delimitado por la calle Mayor y los muros de la iglesia. La estructura porticada consiste en pilares de madera apoyados en basas de caliza. El acceso a esta plaza es desde la Plaza Nueva, a través del Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero.

Plaza Nueva

Doña Juana de Rojas y Córdoba, V Marquesa de Poza, en una de sus visitas durante el año 1660 sugirió la conveniencia de construir una nueva plaza extramuros, en un espacio abierto, junto a la puerta principal de la villa. Con su sugerencia y permiso fueron realizadas las complicadas obras, que requirieron la construcción de muros de contención de gran potencia en sus lados este y sur, que sujetarán la estructura en una pendiente con una notable diferencia de cota.

Con la construcción de esta plaza se inició un nuevo concepto en la configuración del espacio urbano, produciéndose una ocupación fuera de los límites hasta entonces definidos por la muralla primero por las principales familias de la villa, que levantan aquí sus casas.

Ayuntamiento y plaza de la Villa

El Ayuntamiento es una construcción iniciada en 1595, que con el transcurso de los siglos ha terminado albergando tres edificios independientes, pero que aún permiten ver esa clara unidad constructiva en sus dos cuerpos de fachada, separados por una línea de imposta, y la cornisa, formada por un cuarto de bocel entre alero y cimacio rectos. Destaca en la fábrica el cuerpo central del edificio, en el que actualmente se aloja el Ayuntamiento, dos arquerías formadas por tres arcos de medio punto, sobre imposta que sobresale de la línea de la jamba y el intradós del arco y en las que las enjutas aparecen resaltadas en relieve.

La arquería inferior constituye el soportal de la planta baja, siguiendo hoy la estructura de la plaza con soportales en la calle del Diezmo frente a la antigua puerta y fachada principal de la iglesia. Estos soportales presentan la misma estructura constructiva que en la Plaza Vieja, pilares de madera sobre basas de caliza, pero en esta plaza es muy peculiar su aspecto sobre todo en el lado norte, pues el paso de los años ha provocado movimientos en el asentamiento y la estructura de los edificios con un desplazamiento de cargas que los pilares han tenido que soportar adecuando para ello la inclinación de sus fustes.

Lavaderos, abrevaderos y acueducto romano

Saliendo de la villa hacia las salinas por la puerta hoy desaparecida de la Fuente Vieja, se llega a un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes construidos en el siglo XVIII, y que constituyen una de las obras civiles más importantes y peculiares de la villa. No hay duda de que si la obra que hoy vemos se llevó a cabo en el periodo ilustrado, su origen se remonta sin embargo a etapas de nuestra historia mucho más antiguas.

El tramo inicial de acueducto, constituido por tres arcos de medio punto, el puente que enfrente nos permite observarlo, alguno de los manantiales de este conjunto, y la calzada que inicia su trazado aquí y por el valle más cercano de las salinas, Rusalado, continúa hacia La Magdalena, Trascastro y el páramo, han sido consideradas obras relacionadas con Flavia Augusta y con la explotación romana del Salero. Las características de sus fábricas, las descripciones de las que han sido objeto en otros siglos, y los estudios e investigaciones realizados por algunos especialistas han permitido atribuirles una adscripción cultural romana.