Gran exposición
200 objetos llegan a Barcelona para contar la tragedia del Titanic
Una muestra recoge numerosas piezas procedentes del naufragio
Nos han contado la tragedia del Titanic de numerosas maneras. Más allá de la leyenda recogida por la película de James Cameron, de aquel naufragio finalmente lo que queda es lo que se ha podido rescatar del fondo del océano con el paso de las décadas. Algunas de estas piezas se han convertido en material museográfico, propicio para ser expuesto y poder narrar lo que ocurrió la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912. Fue allí donde perdieron la vida unas 1.500 personas cuando el aparentemente indestructible trasatlántico se hundió poco después de chocar contra un iceberg.
Barcelona ahora podrá saber algo más gracias a una gran exposición que se inaugura este mes en el barrio del Poblenou. La exposición invita a los visitantes a retroceder en el tiempo hasta abril de 1912, cuando el Titanic zarpó en su único y desastroso viaje. Mediante recreaciones detalladas de sus camarotes y espacios más icónicos, junto con objetos personales de la época, la muestra revive las historias de sus pasajeros, en muchos casos sus últimas horas de vida. Son relatos de coraje, amor, esperanza y tragedia que se cuentan gracias a documentación de la época.
Por otro lado, al entrar, cada asistente recibirá una tarjeta de embarque con la identidad de un viajero real, permitiéndole seguir los pasos de esa persona a lo largo del recorrido. Uno de los objetivos de esta iniciativa es también destaca los esfuerzos actuales por proteger los restos del naufragio y mantener vivo su legado para las generaciones futuras.
Otro elemento es una película inmersiva que sumerge, nunca mejor dicho, al público en las últimas horas del Titanic, recreando con intensidad su trágico final. Además, una innovadora sala de realidad virtual, diseñada como un metaverso, ofrece la oportunidad de explorar las profundidades del océano y descubrir el estado actual del pecio, revelando detalles hasta ahora inaccesibles para el público.
Pero, probablemente, lo más impactante de esta exposición es la presencia de unos 200 objetos originales recuperados del fondo del océano. Entre ellos destacan el farol de cabecera del palo de proa: una linterna eléctrica de latón que proyectaba un haz de luz visible a kilómetros; un telégrafo del barco, utilizado para transmitir órdenes en el momento del choque con el iceberg; o una botella de champán con líquido conservado del siglo XIX, de la marca Deinhard & Co Coblenz. También podremos contemplar unas cartas de póquer encontradas entre los efectos personales de un pasajero; un anillo de filigrana con diamantes, probablemente llevado por una dama de primera clase; unos binoculares de la marca francesa Lemaire, similares a los que se perdieron y que podrían haber evitado el desastre; o un logómetro, instrumento utilizado para calcular la velocidad y distancia navegada durante la travesía.