Cataluña
Desmontar Barcelona en una novela
El escritor Álvaro Colomer se acerca al público juvenil con «Ahora llega el silencio» donde son los jóvenes los que tratan de tomar el control de la ciudad
Imaginemos que todo cambia a nuestro alrededor: Barcelona deja de existir tal y como la conocemos. Han desaparecido los adultos y son los niños los que tratan de sobrevivir en un mundo imperfecto en el que algo ha ocurrido, todo ello narrado con un ritmo trepidante. Ese es el paisaje se empieza a dibujar en las primeras páginas de la nueva novela de Álvaro Colomer titulada «Ahora llega el silencio», publicada por Montena. El libro fue galardonado recientemente con el Premio Jaén de Narrativa.
–Ha escrito para el público infantil, juvenil y adulto. ¿Con cuál se siente más cómodo?
–Yo soy de literatura para adultos que reconozco que es lo que me gusta hacer. Sin embargo, reconozco que la juvenil frente a la infantil tienen una ventaja enorme y es que no hay crítica literaria. Al no haberla, la libertad para escribir es tremenda. Tienes una idea de sujeto, verbo, predicado y acción que son las claves, algo que no está en los adultos. Creo que si se quiere conocer realmente a un escritor hay que leer su novela juvenil. La infantil es diferente porque es más de corazón y hay que buscar historias muy tiernas con las que llegar al corazón de los niños de manera muy rápida. En la juvenil tienes que distraer al lector para que se lo pase bien. Para que eso sea así tienes que hacer como que el lenguaje desaparece mientras que en la de adultos intentas que el lenguaje se luzca.
–Ha dicho que es una literatura sin crítica.
–Sí. Los adolescentes no leen las críticas. Sí es verdad que hay blogs especializados, pero si se fija casi todos son de gente de veinte y pico años como también sus lectores. Para ellos la literatura infantil es una manera de entrar en la crítica.
–¿La literatura juvenil es la hermana fea de los públicos lectores?
–Totalmente lo es. No se puede escribir igual para un adolescente que para una persona mayor. Para un adolescente tienes que aplicar ese criterio que tenía Azorín de escribir de un modo que cuando lo lea el lector piense que puede hacerlo, aunque cuando se ponga a hacerlo no le salga. Es ese lenguaje invisible. En una novela para adultos, o al menos esa es mi idea, lo que debería ser es que eso solamente puede estar en manos de los profesionales de la literatura. Los adolescentes solamente tienen un único criterio para decirte si la novela es buena o no y es que mole. Eso es lo que les interesa.
–Es evidente que uno de los referentes de su libro es «El señor de las moscas» de William Golding.
–Sí, pero también he tenido en cuenta «Mecanoscrit del segon origen» de Manuel de Pedrolo y Jack London, además de las películas «The Warriors» y «Mad Max: más allá de la cúpula del trueno» con aquel grupo de chavales que viven cerca de un avión y que están esperando la llegada de una especie de profeta que es Mad Max, una idea que me fascinó desde pequeño.
–La protagonista de su novela es Astrea, una joven de dieciséis años. ¿Su protagonista es un reflejo de los nuevos tiempos que vivimos?
–Me sorprendí a mí mismo con la naturalidad con la que vi claro que la protagonista era una mujer. No digo que sea una decisión acorde con los nuevos tiempos, aunque sé que hace quince años no me habría salido de este modo natural. La idea de que ella puede ser la heroína en un mundo en el que se necesita la fuerza física ha surgido de forma natural. No se puede olvidar que esta es una novela con cuatro temas de fondo como son el feminismo, el ecologismo, las nuevas familias y las nuevas políticas. «Ahora llega el silencio» no tiene nada que ver con todo lo que se está viviendo en Barcelona, pero es indudable que si soy autor barcelonés que de golpe piensa que Barcelona está cambiando de cabo a rabo tiene en su inconsciente todo lo que está pasando en la ciudad.
–Usted escribió la novela viendo la ciudad desde el castillo de Montjuïc gracias a la beca Montserrat Roig.
–Desde allí mirando la ciudad cada día me salió una vena Esperatero de destruir la ciudad. Eso sumado a que dentro de poco se cumplirán cincuenta años del «Mecanoscrit de segon origen», pues vamos a destruir Barcelona otra vez literariamente.
–Barcelona es algo más que un decorado: es prácticamente un personaje.
–Sí, pero es circunstancial. Soy de Barcelona y pienso en Barcelona. Es un personaje que era necesario. Pero es que yo soy de aquí y he elegido los barrios que conozco bien para el libro.
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