Fútbol
El milagro blanquiazul
Acostumbro a dejar escritas mis columnas los viernes porque así se publican dos o tres días después, motivo por el cual aparecen todavía más alejadas de la actualidad, especialmente la política que me aburre soberanamente.
Pero esta semana tocaba hacerlo sobre algo verdaderamente serio, el futuro del Espanyol (nacido Español), quería escribir un artículo optimista por la dinámica que llevaba el equipo, pero decidí retrasarlo a la espera de lo que sucedía el sábado y la he pifiado.
Tocaría pues algo que no va conmigo, un artículo pesimista escrito por un optimista enfermizo como soy yo, así que no, que soy de los que me aferro al milagro por muchos motivos.
Primero, porque ya nuestra existencia lo es, un madrileño puede ser del Real Madrid o del Atlético con toda naturalidad, un sevillano es del Betis o del Sevilla, que un catalán sea de un equipo fundado por catalanes y que lleva los colores del Almirante Roger de Lluria en su camiseta, se considera paradójicamente una excentricidad. Pero aquí estamos.
Segundo porque ya he vivido otros milagros en las botas de Coro, de Tamudo, de tantos otros, y si entonces sucedieron ahora ¿Por qué no?
Tercero porque somos nosotros, ¿excéntricos?, no lo sé, sufridores siempre, distintos porque nos sale de los cataplines serlo.
Esto hoy no va ni de pandemias, ni de políticos, que a veces parecen lo mismo, va de sentimientos, va de fe, algo consustancial a ser perico.
No sé si somos una maravillosa minoría o si nos guía la fuerza de un sentimiento, pero si se que pase lo que pase “no moriremos nunca, y si es necesario nos reagruparemos para seguir luchando en el infierno”, pero hasta ese momento toca creer hasta el final.
Somos nosotros, somos así, somos un milagro.
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