Coronavirus

El “hostelero insumiso”, dueño del único bar abierto en Cataluña: “A mí no me hunde nadie”

Asegura que no cierra la brasería Los Olivos de Malgrat de Mar porque “es lo único que tengo”

Aspecto que mostraba l pasada semana la brasería Los Olivos, en Malgrat de Mar. EFE/David Borrat.
Aspecto que mostraba l pasada semana la brasería Los Olivos, en Malgrat de Mar. EFE/David Borrat.David BorratEFE

Pese a que el propietario del bar restaurante Los Olivos, en Malgrat de Mar (Barcelona), Manuel Fernández, ya ha recibido, que se hayan confirmado, 2 multas de 60.000 por no cerrar, todo sigue adelante y “a tope de clientes”, tal y como confesaron desde el mismo local la pasada semana.

La Generalitat decretó el cierre de bares y restaurantes por la grave situación epidemiológica en Cataluña el 15 de octubre, pero Manuel siguió adelante, pese a las sanciones recibidas.

“Me resisto a cerrar porque no tengo otra cosa, no tengo ningún otro medio de supervivencia y, pareciendo que lo que quieren es hundir la hostelería, a mí no me va a poder hundir nadie”, asegura con firmeza.

Aparte de las cuantiosas multas recibidas, el dueño se muestra rebelde, y de hecho se le conoce como el “hotelero insumiso” de Malgrat de Mar. "¡Estoy hasta las narices! No tengo ningún recurso, este es mi único pan, el pan de mi casa y el pan de mis hijos. Lo único que tengo es esto”, lamenta.

Algunos expertos están cifrando en más de 900 millones las pérdidas que podría generar el cierre, pero Manuel parece que lo tiene claro. Asegura que "no entiende “que haya 70 y 80 personas en una gran superficie y no cojan la Covid-19 y lleguen aquí a un bar y cojan la Covid-19”. Un argumento que parece que comparte mucha gente, que se refieren además al Metro y a los transportes públicos en general.

Este restaurador, conocido ya como ‘el hostelero insumiso’ insiste en su teoría de que o coges la Covid-19 en todos lados o no lo coges en ninguno: “lo que no puede ser es que tú me cierres a mí teniendo yo las medidas de seguridad, las mismas o quizás más que hay en un supermercado, y me cierres a mí y al supermercado no. O cerramos todos o no cierra ninguno”.

Para Fernández quieren erradicar algo que, en sus palabras, no se puede. “En 15 días queréis erradicar algo más virulento que una gripe, a mí que eso me lo explique el Illa o me lo explique el Don Simón. Que me lo expliquen y si yo lo entiendo pues cierro. A mí no me convence que los demás estén abiertos y yo esté cerrado”.

Añade Manuel que no está preparado para cerrar, por motivos económicos, ya que además no puede ofrecer comida a domicilio. Según el decreto, debería suspender toda acividad y echar las persianas abajo. Fernández asegura que es una opción que no puede plantearse, ya que, después del confinamiento, ha empleado el poco dinero que tenía en pagar sus deudas.

Para Fernández, la única alternativa pasa por mantener su restaurante en funcionamiento y, con los ingresos que logre, ir fraccionando las multas. “Lo único que puedo hacer es abrir y seguir con la distancia de seguridad de metro y medio”, cuenta. Además de habilitar una mesa sí y otra no, asegura tener el local bien aireado, con las ventanas y la puerta abiertas, para que se renueve el aire y disminuya el riesgo de contagio.

El propietario afirma que en su restaurante se respetan todas las medidas de seguridad más que en lugares como por ejemplo el transporte público, donde dice que “la gente está apelotonada”. A los clientes no les pueden multar por consumir.