Libros
Juanjo Sáez: «Nos sigue costando decir adiós»
El ilustrador rompe su silencio editorial con la publicación de su libro “Para los míos”
Ha pasado casi una década desde que Juanjo Sáez publicó su último libro con material inédito. Su regreso viene dado con uno de sus trabajos más personales, «Para los míos» (Temas de Hoy), toda una declaración de principios sobre la vida a partir del duelo por la pérdida de los seres queridos. Sáez habla con este diario sobre un proyecto que en un primer momento no pensó en llevar a imprenta.
–¿Por qué ha tardado tanto en publicar un nuevo libro inédito?
–El motivo principal es por tratarse de un libro que me ha costado mucho hacer. Tampoco quería que estuviera muy pegado a los hechos porque no quería que fuera pesimista ni alterado. Necesitaba tiempo porque quería que fuera algo vitalista y optimista, en el que se viera todo lo que he aprendido en el camino. No me gustaba la idea de que el lector recibiera un trabajo autobiográfico en el que contara lo mal que lo he pasado.
–Pese a lo trágico del tema, «Para los míos» destila optimismo.
–Totalmente. Durante todo este periodo, cuando ya tenía decidido que sería un libro, dudé entre publicarlo o no. Estuvo en un cajón. Esa primera parte pensaba guardármela para mí. Pero a mitad del proceso, cuando vi que me dirigía a un hipotético lector, lo empecé a ver claro, pero aún así lo aparqué durante un año.
–¿Hacer un libro es terapéutico?
–Para mí sí, sobre todo el ejercicio de hacerlo, de comunicarte a través de la escritura y del dibujo con las personas queridas, con aquellas con las que no vas a poder comunicarte más. En este caso concreto estoy empezando a experimentar mucho la reacción de la gente, una parte que no esperaba. Al contar mucho la gente te cuenta mucho y estoy recibiendo eso a través de las redes sociales y amigos cercanos. Eso me está resultando muy terapéutico.
–¿Nos cuesta decir adiós?
–Por supuesto y no solamente a los seres queridos sino a todo porque nos resistimos al cambio, sobre todo cuando es tan abrupto. Por eso cuesta decir adiós, un proceso que nadie te enseña porque no sabemos cómo desprendernos de las cosas.
–¿Tenía claro ese tono para el libro? ¿Quiso seguir con su dibujo y con esos tachones en los textos?
–He luchado para que sea así. Este es más colorista que los otros porque no quería caer en el dramatismo, algo que nunca ha tenido mi trabajo. Quería llevar el tema hacia lo natural, al menos, lo que entiendo por natural. Parte del proceso ha sido mantener ese tono hasta bordear lo cursi, lo espontáneo. Era más necesario ahora que antes.
–Mantiene dos niveles: uno normal y otro con un tono sepia, de tiempo amarillo de las fotografías.
–Sí, esa parte que cita es la de los hechos, la de lo vivido, de nostalgia mientras que en otro nivel estaba lo aprendido.
–¿Por qué afirma en el libro que la felicidad es moderna?
–La felicidad, tal y como la sentimos ahora, está vinculada al capitalismo, al tener cosas. Eso es algo que no ocurría en el pasado. Antes ibas por la vida y por el camino cosas. La gente relacionaba la felicidad con el hecho de estar juntos, con la familia, con poder comer, pero no se decía «vamos a pegarnos una comilona para ser felices». La felicidad es una emoción y no es un lugar o un objeto.
–También ha querido reivindicar la infancia.
–Sí, porque si has tenido una buena infancia, como es mi caso, tienes la base para enfrentarte a los problemas que te encontrarás en la vida. La infancia hay que reivindicarla.
– ¿Trabajar en prensa o publicidad le ha ayudado a ser más directo para abordar la pérdida?
–Sí, porque te obliga a destilar mucho el lenguaje, ser muy técnico, darte cuenta que puede ser mejor decir las cosas con tres palabras y no con cuatro.
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