
Manuscritos
Los problemas del marqués de Sade con las hemorroides
Varios manuscritos en venta aportan luz sobre el cautiverio del controvertido escritor francés

En los últimos días han aparecido en el mercado francés una serie de documentos sobre un personaje que sigue suscitando todo tipo de controversia. Se llamaba Donatien Alphonse François, pero a la historia de las letras ha pasado a ser conocido como el Marqués de Sade. Provocador, adelantado a su tiempo, inspirador, excesivo o condenado por su literatura, Sade nunca ha dejado indiferente, pese a la sombra alargada de su mito. Por eso, para entender mejor a tan complejo hombre lo mejor es acudir a sus manuscritos más personales, concretamente las cartas que envío a su esposa mientras estuvo encerrado en diferentes cárceles como Vincennes o la Bastilla, todo ello por escribir, por abordar temas que hasta ese momento era infrecuentes en la literatura, aunque también se especula que pudo ser por haber intentado seducir a su cuñada, Anne-Prospére.
En una tienda especializada en la venta de manuscritos en Lyon se ofrecen estos días algunos textos autógrafos del autor de “Las 120 jornadas de Sodoma” y que fueron escritos en algún momento de su cautiverio. Es el caso, por ejemplo, de esta carta dirigida a su esposa, Renée-Pélagie de Montreuil. Sade reconoce en ella que “sufro como el infierno”. A Donatien Alphonse François le preocupaban dos cosas: poder disponer de lectura y de un ungüento para sus hemorroides. Por eso necesita “al menos doce volúmenes de la lista de libros de Mérigot enviados recientemente. Tenía un paquete de seis volúmenes listo para devolvérselo. No recibirá uno (hasta que tenga estos doce volúmenes). Te doy palabra de honor. Para el 14”. Sobre los materiales que necesitaba para poder vivir mejor en la celda, Sade solicitaba “las doce toallas grandes y los seis paños de cocina sin falta, así como la chaqueta de lino… sobre todo la ropa de cama si me voy”. El escritor y marqués también reclama a su mujer poder disponer de sirope de malvavisco, “seis hermosas plumas”, una cinta para la cabeza, “un bonito peine para rizar”, “un palo con tuétano y durante dos semanas un excelente cuarto de venado o una liebre de jabalí o nada si quieres”. Pero Sade también tenía otro problema muy serio en el calabozo: “El ungüento que enviaste es para hemorroides ... Manda trementina te lo ruego porque sufro como el infierno y cuando estoy así no puedo levantarme sin gritar. Especialmente por las tardes. "
Otro de los documentos localizados en Lyon habla de las condiciones en las que vivía Sade en la Bastilla. Allí había sido trasladado el célebre preso el 29 de febrero de 1784 tras ser suprimida la prisión de Vincennes. En una nota manuscrito explicaba su día a día como, por ejemplo, que pedía un chuchillo para la comida: “Digo que es muy ridículo privar a un hombre del poder de comer cuando tiene hambre; me prestan uno a la hora de la cena, que va muy bien, pero si tengo hambre por la noche no hay más cuchillo. Por tanto, renuevo mi solicitud y le pido que la apoye; que me prestes mi cuchillo tanto como quieras, pero que al menos me des la facilidad de comerme un trozo de lo que me mandas a las horas en que la fantasía me lleva. También pido que me den la tercera caminata que hacía una vez por semana; es inaudito que cuanto más avanzamos aquí, más constreñidos estamos”.
Pero lo que más le irritaba era el estar preso, el sentirse víctima de lo que consideraba una injusticia. Por eso anotó que “no, nunca perdonaré la infamia por haberme hecho volver; es un horror que no tiene ejemplo. Sacrificar a un hombre, su reputación, su honor, sus hijos, a la rabia, la venganza y la avaricia de quienes querían mi regreso (…) es una execración de la que no encontraría ejemplo en la nación más feroz; y cuando tengo la desgracia de volver a caer en esta trampa espantosa (…). Estos procedimientos hacen que uno se estremezca ... Dilo bien a los que creen que están corrigiendo a los hombres porque están muy equivocados, los amargan y eso es todo”.
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