Entrevista

Imanol Arias: “El teatro me aporta la vida. Soy un enfermo de esto”

Estrenará el próximo 5 de mayo en Barcelona la versión teatral de “El coronel no tiene quien le escriba”, dirigida por Carlos Saura

El actor Imanol Arias, en el Teatro Poliorama de Barcelona
El actor Imanol Arias, en el Teatro Poliorama de BarcelonaEUROPA PRESSEUROPA PRESS

El próximo 5 de mayo llega al teatro Poliorama de Barcelona la versión teatral de la novela «El coronel no tiene quien le escriba», del premio Nobel Gabriel García Márquez, que permanecerá en cartel hasta final de mes. La obra está dirigida por Carlos Saura y el actor Imanol Arias es el encargado de dar vida sobre las tablas al protagonista, un militar jubilado.

-¿Con qué se va a encontrar el público que acuda el próximo mes de mayo al Poliorama?

-Se va a encontrar con un texto maravilloso de García Márquez, una historia para tiempos de pandemia muy hermosa, porque es una historia de resistencia, de amor. Es una pieza con un texto maravilloso y una puesta en escena exquisita de Carlos Saura, minimalista, preciosa. Lo de siempre en el teatro: la ceremonia maravillosa de trasladar a través de los intérpretes las palabras de un autor, que crean imágenes, se hace una obra poética preciosa y eso es lo que estamos proponiendo desde hace dos años y medio ca.

-¿Representar sobre el escenario una versión de una novela de un premio Nobel entraña una responsabilidad o una dificultad extra?

- Entraña una dificultad extra que se tiene que resolverse en la adaptación. Ésta es una novela que además no tiene una gran acción, entonces encontrar la dramaturgia para hacer las acciones e ir contando la historia es lo que hace muy bien Natalio Grueso, que nos da la posibilidad de encontrarnos con estos textos adaptados al teatro. Aparte de una narrativa y un relato, el teatro ha de tener una situación de enfrentamiento, de adhesión... y eso no es tan, tan claro en la novela, porque es un estado más de reposo. Pero el público va a encontrar una obra que sucede cuando está escrita para leerla tranquilamente sentado, imaginártela, y entonces aquí hay como una especie de recreación de los ambientes. Carlos Saura tiene un manejo de la imagen muy poderoso. Así pues, la dificultad es conseguir teatralizar, hacer tiempos dramáticos de algo que es una novela.

-¿Qué le hizo decidirse por trabajar en esta obra? ¿Cuál ha sido el principal reto o dificultad que ha tenido que afrontar a la hora de desempeñar el papel del coronel?

-Hubo una pequeña indisposición de Juan Diego, que la había estrenado dos días y no pudo continuar. La función estaba programada, me llamaron, me lo propusieron y en tres o cuatro días de ensayo estaba subido al escenario. Afortunadamente, llevamos ya casi 200 funciones y ya he aprendido. Las dificultades en el teatro son la vida, no son problemas, son cosas que hay que solucionar para que la obra esté viva y funcione. Fundamentalmente, lo más difícil es levantar en diálogos y situaciones algo que es muy etéreo. Hemos intentado hacer una obra preciosa, muy amorosa.

-¿Como es hacer teatro en pandemia?

-Es un proceso muy interesante, porque la propuesta era asegurarnos de que el teatro es seguro, no solamente las salas, que lo son, sino la actividad teatral. La gente está con sus mascarillas, su distancia, el espectáculo se adapta y lo que notamos es que la gente lo ve de otra manera, pero con mucha pasión, Cuando termina el espectáculo son reacciones mucho más fuertes. Lo que vemos es que la gente tiene ganas, no ya solo de recuperar su normalidad, sino de ir encontrando las zonas seguras. La forma de representar apenas se ha visto afectada por la actual situación. A veces hay parlamentos, gritos, que se decían mirando para adelante, en primer término, que ahora se retrasan un poco, pero lo que sí notamos es que la gente está muy tranquila, tose menos y suenan menos teléfonos. Hay algo como que la vida no pasa toda junta, es como un paréntesis. La gente apaga todo, se produce el silencio y se empieza la representación, eso sí es nuevo,

-Usted ha trabajado en películas de cine, en series que le han dado mucho éxito y en teatro. ¿Con cuál modalidad interpretativa se queda? ¿Con cuál se siente más a gusto? ¿Qué le aporta concretamente el teatro?

-El trabajo de interpretación es igual que lo andes con bicicleta con cambios, sin cambios, bicicleta eléctrica... el asunto es que tienes que pedalear. Es el mismo ejercicio, aunque quizá sí que es verdad que te afecta a la vida de manera diferente. El cine es escaparte del mundo durante dos meses, vives aislado, en una burbuja en la que vas construyendo un puzle poco a poco, tres minutos cada día de un puzle que dura dos horas, y el teatro es toda una vida: viajas, duermes, cenas en la ciudad, hay una especie de contacto con el sitio al que vas a ir a representar y eso sí que cambia la forma en que vives el teatro, que a mí me aporta mi vida. Yo no valoro esta profesión en otros términos que no sean los actorales y teatrales. Lo demás, la historia profesional, las dificultades, es otra historia. A mí me compensa porque es mi vida. Llevo cuarenta y tantos años viviendo así y soy feliz y lo que intento es mejorar cada día. Soy un enfermo de esto, valoro el asunto por el mero hecho de hacerlo, le dedico lo mejor que tengo, lo demás es todo aleatorio.

-Por último, ¿cómo es el público catalán?

-El Mediterráneo es gozoso y Barcelona es una plaza teatral muy importante, es una ciudad muy teatral. En este caso, al hacer la obra en castellano, la función cumple también un asunto, que es que en una región donde un idioma se impone, tu idioma te ayuda también y la gente lo aprecia mucho.