Entrevista

Imma Monsó: «Leer a los clásicos es como enamorarte en un momento adecuado»

La escritora es hoy la encargada de pronunciar el pregón de Sant Jordi

La escritora catalana Imma Monsó
La escritora catalana Imma Monsólarazon

La escritora Imma Monsó es la encargada hoy de dar el pistoletazo de salida a la fiesta de Sant Jordi. Es ella la encargada de pronunciar el pregón en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. Antes de que eso ocurra, la autora de títulos como «Tot un caràcter» o «La dona veloç» habló con este diario sobre el regreso a la fiesta del libro.

¿Qué supone para usted poder pronunciar el pregón del día de Sant Jordi?

No soy muy de actos públicos, pero esto del pregón me hace una especial ilusión porque es una oportunidad para decir hacia dónde me gustaría que fuera el mundo del libro y la narrativa, que es el mío. Es mi oportunidad para decirlo y para recordar el camino hecho hasta ahora, además de lo que ha significado para mí la lectura, que es un acto de supervivencia, y cómo se hace ese paso de la lectura a la escritura.

Ya que lo acaba de comentar, ¿cómo fue en su caso ese paso de la lectura a la escritura?

De alguna manera este es un paso que no me hubiera gustado hacer. Es más feliz el lector que el escritor, pero acaba pasando que hay un momento en el que hay una necesidad, cuando te cuesta más concentrarte en la lectura. En mi caso fue con treinta años. Antes hay que leer mucho. Ahora ocurre que hay gente joven que escribe sin leer, sobre todo a los clásicos. Quiero una literatura que esté alimentada de lo leído. Ya tenemos otras modalidades para pasar el tiempo, pero es con la literatura con la que se pueden decir cosas que serían imposibles. Reivindico la ficción.

¿Por qué esa reivindicación de la ficción?

Porque la ficción es la herramienta con la que reordenarlo todo de una manera que resulte más comprensible. Es lo que te ayuda extraer la verdad.

Me gustaría que especulara un poco sobre cómo será este Sant Jordi que parece un retorno a la normalidad.

No tengo una bola de cristal con la que adivinar, ni sé sobre el mercado, ni sobre el número de gente que estará comprando ese día. Si hemos de ser realista, Sant Jordi es una fiesta, pero de las novedades. En realidad, la fiesta del lector no es Sant Jordi, es cada día. A mí no me gustan las multitudes, así que no soy fan de estas fiestas. En todo caso este es un día para los libreros y los editores que hacen que los libros lleguen a la gente. Si Sant Jordi debe ayudar a que esta minoría de lectores sea más amplia, pues mejor, porque no olvidemos que la lectura es una actividad minoritaria. Les deseo felicidad a los editores y a los libreros, aunque ya veremos si este sábado la lluvia no incordia.

¿Por qué los clásicos quedan en un segundo lugar, incluso en las estanterías de algunas librerías?

Pienso que es algo que depende de cuánto has leído en la vida. No soy cinéfila, pero cuando tengo que escoger qué película ver me decanto más por la novedad. Sin embargo, cuando me doy cuenta que estas novedades son muy repetitivas me acabo yendo a los clásicos. Por eso mismo, los lectores muy lectores van a los clásicos. La novedad tiene ese componente orgánico de ser una promesa de originalidad, aunque eso no acaba de cumplirse nunca. La novedad se reviste de algo único, pero con los clásicos alucinamos. No tienen que ser siempre muy antiguos porque también pueden ser de hace diez años. Hablamos de los libros que resisten el paso del tiempo. Lo que sucede es que somos muy perezosos y nos cuesta llegar a ellos, a los clásicos.

¿Qué clásicos son los que más le interesan?

Si hablo de poesía es Baudelaire y «Les flors del mal» y si hablamos de narrativa puedo citar Thomas Berhardt, Proust, Kafka... Cada uno se hace un canon. El clásico es aquel al que relees como me pasa con Mercè Rodoreda o Pere Calders que puede ser un autor menor. Hablamos de encontrar tus propios libros, los que te hablan. El misterio que un libro llegue a un individuo tiene muchas capas. Por ejemplo, hace quince días leí «Viatge al final de la nit» de Céline, cogiéndolo ahora en el contexto bélico y ves que es glorioso hablando de la guerra. Es encontrarte, es enamorarte en un momento y en una etapa adecuada. Por cierto, me gustaría decir que lo he leído en una magnífica traducción de Estanislau Vidal Folch.

¿La lectura debemos verla como un entretenimiento o una fuente de conocimiento?

Son dos conceptos distintos. La lectura es un entretenimiento en el más simple de los casos y si no lo es hay que dejar el libro. También es un refugio, un consuelo, una herramienta de supervivencia, una fuente de conocimiento... Hay lectores para un tipo de libro, otros que te llevan de un camino al otro. Las pantallas son muy atractivas y adictivas, pero pueden superarnos. Asociamos también las pantallas al trabajo, así que eso hizo que muchos leyeran durante el encierro, algo que era más fácil por la placidez y el silencio, con esa calma que había en la calle. Siempre escribo entre cuatro y ocho de la mañana, unas horas fantásticas porque el mundo no existe: es un buen momento para escribir, leer, pensar... Son horas muy especiales. La pandemia nos dio esa sensación de madrugada.