Cisma
El Govern, sumido en la inestabilidad: sin aliados ni presupuestos
ERC y Junts inician tras la ruptura una nueva batalla con vetos cruzados y el plan anticrisis en el aire
Cataluña inaugura un nuevo ciclo político con Esquerra al frente de la Generalitat, Junts en una oposición autoimpuesta y el «procés» visto para sentencia. Los republicanos tocan poder en solitario, pero lo hacen en minoría y sumidos en la inestabilidad, sin aliados ni presupuestos a la vista.
Después de la abrupta ruptura independentista, Junts ha empezado su particular «travesía en el desierto» inaugurando una nueva batalla contra ERC. El partido de Laura Borràs ni quiere ni puede tender la mano a los republicanos y ya exige al president que se someta a una cuestión de confianza en el Parlament o que convoque elecciones anticipadas. Con este nuevo órdago, los posconvergentes quieren provocar que los republicanos evidencien sus preferencias por las alianzas de izquierdas y así poder erigirse en guardianes de las esencias del independentismo más radical.
Ayer, además, Borràs elevó el tono al tildar de «artificio» el Ejecutivo de ERC, una idea que los posconvergentes llevan jaleando desde el viernes pasado al cuestionar la «legitimidad» del gabinete. «Fue Pere Aragonès quien quería tener otras relaciones, porque ahora tiene el Govern que quería en su momento. Igual ahora sí que tiene lo que quería, el problema es que para llegar hasta aquí ha tenido que hacer un acuerdo que ahora ha incumplido, que ha traicionado», abundó. Una crítica replicada por la nueva «número dos» del Ejecutivo, Laura Vilagrà, quien comparó el discurso de la ex presidenta del Parlament con el «populismo de Vox», según sus palabras.
Por tanto, las espadas permanecen en alto entre ERC y Junts: Aragonès afronta un mandato incierto, con más de media legislatura por delante y sin socios estables en el Parlament. La excesiva dependencia de Junts hasta la fecha y un relato muy centrado en el «procés» han aislado a los republicanos, que desdeñan la mano tendida de los socialistas para llegar a acuerdos económicos y sociales y no acaban de cuajar ni con los Comunes ni con la CUP. El partido de Ada Colau anda molesto por la gestión de la crisis independentista, mientras que los antisistema hace meses que rompieron con el Govern, con quien no comparten la hoja de ruta a favor de la mesa de diálogo con Pedro Sánchez.
Y la salida de Junts de la Generalitat complica seriamente la aprobación de los presupuestos catalanes para 2023, que ahora quedan totalmente en el aire. El ya ex consejero, Jaume Giró, dijo el viernes que dejaba el proyecto de ley listo para ser aprobado en el gabinete el próximo martes 18 de octubre o, a más tardar, el del 25 de octubre. No obstante, la salida de los posconvergentes hace saltar por los aires el calendario, con la nueva consejera de Economía recién nombrada y pendiente de resolver el entuerto.
ERC desdeña la mano tendida del PSC –el primer grupo de la Cámara– y veta por ahora a Salvador Illa porque la excesiva dependencia de los socialistas condicionaría enormemente su estrategia en el Congreso. «Si tiende ahora la mano para aprobar los presupuestos, que la tienda también para superar la represión y dar la oportunidad de decidir el futuro colectivo de Cataluña», advirtió ayer la portavoz del partido republicano, Marta Vilalta.
Y ante la falta de socios –bien por el veto al PSC, bien por el recelo de los Comunes y la presumible negativa de Junts– Esquerra y el Govern scontemplan la posibilidad de prorrogar las cuentas del año pasado, una maniobra que entrañaría cierto riesgo y supondría poner en «stand by» algunas de las medidas anticrisis que Aragonès anunció hace dos semanas para Cataluña.
Es más, a mediados de septiembre, el Govern aprobó el techo de gasto no financiero de la Generalitat para 2023, que se fijó en 33.113 millones de euros, lo que supone un 10,3 % más que lo incluido en los presupuestos de la Generalitat de 2022, es decir, 3.098 millones más que no podría gastar si prorrogara las cuentas.
Para poder disponer de estos fondos extra, de esos más de 3.000 millones, el Govern deberá recurrir a fórmulas como modificaciones presupuestarias, generaciones de crédito o suplementos de crédito, por ejemplo, lo que implica una ejecución más lenta de estos recursos, y todo ello en un ejercicio marcado por una elevadísima inflación que tiene un gran impacto sobre la población.
Por tanto, ERC se enfrenta ahora a un campo repleto de minas con el añadido de tener que avanzar para lograr algún tipo de acuerdo sobre la llamada «agenda de la desjudicialización» en la mesa de diálogo con el Gobierno de aquí a final de año.
En la calle, la ANC sigue presionando y exige «elecciones para la independencia» ante un nuevo Ejecutivo de la Generalitat «llenado con nombres del pasado».
Aragonès da explicaciones
Los consejeros del nuevo equipo de Pere Aragonès –entre ellos, el ex socialista Joaquim Nadal y el ex convergente Carles Campuzano– tomarán posesión de sus respectivos cargos esta mañana antes de la primera reunión del Govern de Esquerra en solitario. Luego, está previsto que el propio president Pere Aragonès tome la palabra y dé explicaciones ante la prensa en el Palau de la Generalitat. Es la primera vez que lo hará tras la severa crisis que desembocó en el cese fulminante del ex vicepresidente Jordi Puigneró y la posterior salida de Junts del Ejecutivo.