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Los 10 nombres de calles más extraños del centro de Barcelona y su significado

Un callejón donde darse besos, tres perros guardianes o el apodo más popular y usado de la capital catalana, entre los enclaves

La céntrica calle del Perill en el distrito de Gràcia
La céntrica calle del Perill en el distrito de GràciaLa Razón

Barcelona tiene 4.027 calles con infinitas curiosidades en su nomenclátor. Antes de empezar a desgranar las historias que se esconden detrás de sus nombres, cabe destacar que el distrito de Ciutat Vella -la zona que incluye el Raval, el Gótico y el Born y donde están la mayoría que aparecen a continuación- es el que más vías peatonales comprende con 605.

La calle más larga de la ciudad es la Gran Via de les Corts Catalanes, con 689 portales y 12 kilómetros, seguida de la calle de València. Ambas son paralelas y cruzan la ciudad de norte a sur convirtiéndose en importantes puertas de entrada y salida de la capital catalana.

Sobre los nombres, sobresalen 10 del centro de Barcelona con historias de todo tipo: un callejón donde darse besos, tres perros guardianes o el apodo más popular y usado de la capital catalana, entre los enclaves escogidos.

Perill

Significa “peligro” y da nombre a una de las calles del distrito de Gràcia, a pocos metros de la Diagonal y el propio paseo de Gràcia. Se llama así por “la peligrosidad que implicaba transitar por los baches y hoyos del suelo y por la falta de iluminación nocturna”. Originalmente parece que el nombre de la calle fue de Pelegrí por Pelegrí Viladiu, fabricante textil, según consta en el nomenclátor del Ayuntamiento de Barcelona.

Petons

Se traduce como “Besos”. Se trata de una pequeña callejuela sin salida del Born, en pleno centro de Barcelona. La leyenda dice que en este lugar los condenados a la horca estaban autorizados a despedirse de sus familiares.

Tantarantana

“Tantarantán”. También se trata de una arteria del Born, en Ciutat Vella y próxima al parque de la Ciutadella, el gran pulmón verde del centro. Tiene este apodo desde 1716 porque aquí vivía el pregonero de la ciudad que anunciaba con un redoble de tambor o un toque de trompeta las noticias oficiales. La RAE define un “tantarantán” como “el sonido del tambor o del atabal cuando se repiten los golpes”.

Anisadeta

Sin traducción. A pocos metros de la Basílila de Santa María del Mar, también en el Born. Mide tan solo cuatro metros y debe su nombre a una pequeña taberna, la Nisadeta, que aparece citada en documentos del siglo X y en la que se servía anís a los pescadores del puerto.

Tigre, Lleó y Paloma

Tres en uno. El tigre, el León y la Paloma eran supuestamente los nombres de los tres perros guardianes del propietario de terrenos hortícolas de los alrededores que rodeaban el centro a mitad del siglo XIX. Las tres calles son contiguas y se encuentran en el barrio del Raval de Barcelona. La Paloma da nombre a la conocida sala de baile que ha reabierto recientemente sus puertas al público.

Mosques

“Moscas”. Otra vía característica de Ciutat Vella por su orografía y también por el nombre que recibe. Se trata de una de las calles más estrechas del centro, de apenas un metro y medio de ancho, y que conecta la basílica de Santa María del Mar y la actual plaza de la Comercial con el Centro Cultural del Born. Su apodo se debe a la cantidad de moscas que se acumulaban por las basuras del antiguo mercado de Santa María.

Plaza del Dubte

“Plaza de la Duda”. Ubicada en el barrio de Sant Antoni, también en el distrito de Ciutat Vella. Recibe su nombre a un litigio que mantuvieron tres vecinos, dueños de las huertas de la zona, al disputarse la propiedad las cañerías que salían de la fuente para subministrar agua. Para dirimir el conflicto, realizaron varias pruebas en la plaza de una fuente que bautizaron como “el dubte” (la duda).

Plaza del Tripi

También ubicada en el Raval barcelonés, el último nombre de la lista no podía faltar. En realidad se trata de un apodo, el más popular y extendido de la capital catalana para referirse a a la plaza George Orwell. Recibió este sobrenombre por el monumento surrealista que hay, obra de Leandre Cristòfol y objeto de polémica por su incomprensión, y también por el trapicheo de droga y alucinógenos que había en la zona.