Entrevista

Anthony Beevor: «La solución para el futuro de Europa no es la muerte de Putin»

El reconocido historiador visitó Barcelona para participar en los actos con motivo del cincuenta aniversario de la Llibreria Documenta

Anthony Beevor, ayer, en Barcelona
Anthony Beevor, ayer, en BarcelonaAgencia EFE

La Llibreria Documenta de Barcelona está celebrando medio siglo de vida activa con varias actividades. Entre ellas, destaca la presencia hoy en la librería de uno de los grandes historiadores actuales, como es el británico Anthony Beevor, mundialmente conocido por sus aproximaciones a algunos episodios de la Segunda Guerra Mundial. Antes de intervenir en Documenta, Beevor habló con este diario sobre el pasado, así como los retos de futuro del viejo continente que vive en la actualidad algunos giros de guion propios de épocas aparentemente lejanas.

Precisamente eso hace que resulte tentador preguntar a Beevor si no tiene la sensación de que no hemos aprendido mucho de nuestro pasado. «No hemos aprendido de las muchas lecciones que nos ha dado la Historia y hay, de hecho, muchas cosas que debemos entender de esto antes de enfrentarnos al caos en el que estamos sumidos. Ahora mismo se han cometido muchos errores. El primero fue que antes de la Primera Guerra Mundial se tenía la creencia que tener una buena comunicación entre países y un buen comercio hacía imposible la guerra. Por ejemplo, Schröder y Merkel estaban convencidos también que si estaban en conversaciones positivas cordiales con Rusia y había un buen comercio, la guerra no sería posible. Y evidentemente se equivocaban. Otro gran error que cometemos a la hora de intentar entender a los dictadores es verlos a través de nuestros ojos, a través del sesgo de confirmación democrática que nos impide entender cómo piensa o cómo va a reaccionar un dictador», dijo Beevor.

La encrucijada en la que estamos en estos momentos, con el protagonismo activo de personajes como Trump o Putin, tiene evidentes ecos económicos. En este sentido, el historiador quiso matizar que «el mayor peligro al que nos enfrentamos ahora surgió en el momento de mayor esperanza, que fue con la caída de la Unión Soviética en 1990. En aquel momento todo, el Mundo dijo sí a la llegada del liberalismo, lo que sería el fin de todos los conflictos. Sin embargo, nadie se dio cuenta de que ese era el principio del problema. A finales de los 80 y los 90, la globalización se desarrolló de una forma que nadie se había esperado. Desaparecieron los controles a los grandes bancos, a las grandes empresas que, de repente, se vieron capacitadas para obtener materias y mano de obra baratas donde quisieran. Es decir, todas estas cosas han tenido un impacto directo en el futuro. Y la cuestión es que esto es el resultado de que la gente teme el futuro. Lo vimos en Gran Bretaña con el Brexit. Los partidarios de abandonar la UE tenían el eslogan de recuperar el control, que resultó ser falso, pero de lo más eficaz. De la misma manera, Trump apeló al miedo, al resentimiento y a la ira de las clases más pobres. Y ahí se da la paradoja de que en su inauguración, vimos ahí una hilera de los hombres más ricos del planeta, estos empresarios tecnológicos que fueron los que convencieron a los pobres para que lo votaran. Fue un golpe de genio».

En el momento de hablar con Anthony Beevor, Zelenski ha asegurado que Putin morirá pronto. ¿Cree que el historiador que la muerte del mandatario ruso acabaría con este caos? «La solución para el futuro de Europa no es la muerte de Putin. Si eso pasara, no creo que viéramos un cambio inmediato. Lo más curioso, lo más irónico, es que la la ideología de Putin no viene de la Unión Soviética, sino del bando derrotado de la guerra civil rusa. Sus asesores ideológicos tienen esta idea de la Rusia Santa Eslava, que tiene derecho a gobernar sobre el Occidente corrupto. Ellos dicen que Rusia debería gobernar todo el territorio euroasiático. Y, en ese sentido, no hay que pensar que todo acaba con Ucrania, sino que la cosa va a ir mucho más lejos».

Beevor, además de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, también ha dedicado un muy conocido libro a la Guerra Civil española. Por ello, resulta obligado preguntarle por nuestro país, por las heridas que aquel conflicto dejó y que, aparentemente, en algún caso parecen no haber cicatrizado. El historiador reflexionó que «lo de cerrar heridas es algo que se da en muchos países. Lo que pasa es que cuando una nación tiene una herida profunda que se venda, hay que quitarle la venda enseguida para que se pueda curar. En España, después del intento de golpe de Estado de Tejero, había mucha prisa por olvidar y catapultarse hacia el futuro y en muchos aspectos. España ha sorprendido a toda Europa con los cambios sociales extraordinarios que se produjeron en esa época. Sin embargo, no se habló de la guerra civil. Hubo un silencio y ahí empezaron los problemas. En el momento en el que se empezó a hablar del tema, pues con lo de la recuperación de la memoria histórica, el tema se convirtió en una pelota de fútbol política. El Gobierno debe ayudar a las familias a recuperar los cadáveres de sus familiares para para sepultarlos y así poder pasar página».