Consejos de un maestro

Aprenda a escribir con Ernest Hemingway

Un libro recoge las reflexiones del gran autor estadounidense a propósito de su oficio como escritor

La carrera del Premio Nobel Ernest Hemingway pendió de un hilo tras perder la maleta con sus primeros relatos y hasta una novela
La carrera del Premio Nobel Ernest Hemingway pendió de un hilo tras perder la maleta con sus primeros relatos y hasta una novelalarazon

Hay nombres que suenan como una montaña difícil de escalar, como algo inalcanzable por la fuerza de su obra y por lo imponente de su leyenda. Eso es lo que ocurre cuando citamos a Ernest Hemingway, uno de los referentes de la literatura de todos los tiempos., un coloso al que muchos han querido seguir tanto lectores pero también como narradores. Pero ¿cómo era esa maquinaria? ¿Explicó alguna vez el autor de «Por quién doblan las campanas» o «París era una fiesta» cómo era ese proceso de trabajo?

Elba ha publicado un libro que nos permite conocer lo que opinaba el maestro de su trabajo, lo que Hemingway dijo a amigos, conocidos y curiosos sobre su literatura, además del rastro dejado en su propia producción literaria. Eso es lo que aparece en «A propósito de la escritura», un título fundamental para todo aquel que quiera aproximarse a quien fue Premio Nobel.

Cabe decir que Hemingway consideraba como una suerte de sacrilegio hablar sobre su labor frente a la hoja en blanco asegurando, a este respecto, que «si la enseñas o hablas de ella, quita lo que sea que tienen las mariposas en las alas y estropea el dibujo de las plumas del halcón».

Pese a estas afirmaciones, el autor de «Fiesta» sí habló sobre lo suyo, tal y como demuestra el trabajo de Larry Phillips recogiendo y recopilando los pensamientos y reflexiones del escritor, alguien que consideraba en una carta de 1952 que «la escritura que es realmente buena, por más veces que la leas, nunca llegas a saber cómo se ha hecho. Es porque en toda gran escritura hay un misterio que no se deja disecar. Permanece y siempre es válida. Cada vez que la relees ves o aprendes algo nuevo».

Ya que estamos en este mundo, preguntemos al maestro sobre las cualidades que debe tener un escritor. Además, según él mismo afirmaba. de haber tenido «una infancia infeliz», Hemingway consideraba que lo primordial era tener talento, «como el que poseía Kipling», aparte de «la disciplina de Flaubert». «Hay que tener asimismo la idea de lo que se puede hacer y una conciencia absoluta tan inmutable como el patrón metro de París para evitar el falseamiento. Además, el escritor ha de ser inteligente y desinteresado y, por encima de todo, debe sobrevivir», subraya nuestro protagonista en «Verdes colinas de África».

Respecto a los temas que pueden convertirse en una buena historia, el escritor apuntaba en una carta a su amigo/enemigo Francis Scott Fitzgerald, en 1934, que «olvídate de tu tragedia personal. Todos estamos puteados desde el principio y tú especialmente tendrás que sentir un dolor del carajo antes de poder escribir en serio. Pero cuando tengas ese dolor úsalo, no hagas trampa con él. Sé igual de riguroso con él que un científico, pero no creas que nada tiene la menor importancia porque te pasa a ti o a alguien que te pertenece». Ernest Hemingway también creía, a este respecto, que «lo más difícil del mundo es escribir prosa directa y honesta que trate sobre seres humanos. Primero has de conocer la temática; luego tienes que saber escribir. Hace falta una vida entera para aprender ambas cosas».

En el libro no faltan los consejos para los escritores, algunos secretos para poder dedicarse a la literatura. En este sentido, resulta interesante las palabras que en una misiva a Scott Firzgerald remite en 1929 cuando le aclara que «mira cómo es al inicio –toda la gasolina y el reprise para el escritor, que es incapaz transmitir nada al lector–, la gasolina se acaba y pierdes el reprise, pero aprendes a hacerlo y lo que sale cuando ya no eres joven es mejor que lo que salía cuando lo eras».

A otro camarada de armas literarias, John Dos Passos le brindó otro consejo: «acuérdate de poner qué tiempo hacía en tu maldito libro; el tiempo es muy importante».