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Sociedad

Este es el barrio de Barcelona con más población extranjera: qué idiomas se hablan y cómo es su día a día

Con más del 60 % de sus habitantes nacidos fuera de España, este barrio es el epicentro de la diversidad cultural

Barrio Gótico de Barcelona Google

Barcelona es una ciudad abierta, cambiante y global. A lo largo de las últimas décadas, la capital catalana ha experimentado una transformación social notable, marcada por la llegada de personas de todo el mundo.

En este escenario, hay un barrio que destaca por encima del resto: el Gòtic, en pleno distrito de Ciutat Vella, es el barrio de Barcelona con mayor porcentaje de población extranjera.

Según los datos oficiales del Ayuntamiento de Barcelona (Padrón Municipal 2024), el Gòtic tiene un 66 % de población nacida fuera de España, una cifra que supera con creces la media de la ciudad. Este fenómeno no es nuevo, pero en los últimos años se ha intensificado, convirtiendo al barrio en un crisol de culturas, lenguas y costumbres que conviven entre calles históricas, plazas vivas y comercios internacionales.

Un barrio con acento global

Caminar por el Gòtic es hacer un recorrido por medio mundo sin salir del centro de Barcelona. En apenas unas manzanas puedes oír hablar urdu, francés, árabe, ruso, italiano, inglés, portugués o chino mandarín, además de catalán y castellano.

Esta diversidad lingüística se refleja también en los carteles de los negocios, los menús de los restaurantes y los centros cívicos de la zona, donde se organizan talleres y actividades en varios idiomas. Las comunidades más numerosas, según el padrón actualizado, son:

1. Paquistaní

2. Italiana

3. Francesa

4. Marroquí

5, Filipina

Esta mezcla no solo enriquece el paisaje humano del barrio, sino que también ha contribuido a revitalizar el tejido comercial, con tiendas especializadas en productos internacionales, peluquerías afro, locutorios, panaderías orientales o supermercados con alimentos del mundo.

Qué impacto tiene en el día a día

A diferencia de otros barrios donde la población extranjera está diseminada, en el Gòtic la presencia de comunidades migrantes es altamente visible. La convivencia entre residentes históricos, nuevos vecinos y turistas ha dado lugar a una dinámica urbana muy particular: bulliciosa, viva y en constante movimiento.

A diferencia de lo que pueda parecer desde una mirada y narrativa sesgada, la migración extranjera en el Gòtic no es sinónimo de inseguridad en sus calles -ni mucho menos-. De hecho, según datos oficiales de los Mossos d'Escuadra este barrio no entraría ni si quiera en el podium del ranking de zonas más inseguras de Barcelona.

Los colegios del barrio, por ejemplo, imparten clases específicas en más de 5 lenguas maternas; los centros sanitarios adaptan sus servicios a distintos contextos culturales y, cada vez más, las asociaciones vecinales trabajan en proyectos de integración y apoyo a personas recién llegadas.

En calles como Carrer Avinyó o Carrer Escudellers, el comercio de proximidad es gestionado, en muchos casos, por personas de origen extranjero, que han encontrado en el Gòtic no solo un lugar para vivir, sino también para emprender.

Una Barcelona más plural

Lejos de suponer un conflicto, la diversidad se ha convertido en uno de los grandes activos del barrio. En los últimos años, se han impulsado iniciativas de diálogo intercultural, como la "Festa de la Diversitat", el ciclo de "Contes del Món" en las bibliotecas o el programa de mentoría social para personas migrantes.

El Ayuntamiento de Barcelona reconoce que Ciutat Vella, y en concreto el Gòtic, es un ejemplo de cómo una ciudad europea puede gestionar la multiculturalidad desde la inclusión. A través de políticas de vivienda, educación y empleo, se trabaja para garantizar que todos los vecinos, vengan de donde vengan, tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades.

[[H3:Una ventana al mundo… desde el corazón de la ciudad]]

Vivir en el Gòtic es vivir en una Barcelona que mira al mundo. Con sus contrastes, sus retos y su energía multicultural, este barrio representa la Barcelona del siglo XXI: una ciudad compleja, global, con raíces fuertes y ramas abiertas.

Y aunque muchos lo identifican con el turismo, lo cierto es que su verdadera riqueza está en su gente, en los idiomas que se cruzan en cada esquina y en las historias que conviven bajo un mismo código postal.