
Sequía
Cataluña mantiene la producción de agua desalada pese al fin de la sequía
El Govern refuerza una estrategia estructural para reducir la dependencia de la lluvia ante el cambio climático

Cataluña ha superado una de las sequías más prolongadas y severas de las últimas décadas. Dos meses después de que se declarara oficialmente su final, los embalses de las cuencas internas ya alcanzan el 80% de su capacidad y los acuíferos muestran signos de recuperación. Sin embargo, el Govern mantiene activa su estrategia hídrica ante la posibilidad de nuevos episodios de escasez.
Tal como informa Crónica Global, el Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, encabezado por la consellera Sílvia Paneque, ha optado por continuar produciendo agua desalada a un 75% del rendimiento máximo de las plantas, una cifra superior a la que marca el vigente Plan Especial de Sequía (PES), aprobado en 2020. La decisión responde a un enfoque estructural y preventivo, en previsión del aumento de frecuencia e intensidad de las sequías debido al cambio climático.
Fuentes de la Agencia Catalana del Agua (ACA) justifican esta medida por motivos estratégicos. Uno de ellos es ralentizar el descenso del nivel de los embalses para facilitar la recuperación del acuífero del delta del Llobregat, que sigue muy por debajo de sus niveles óptimos. Mantener operativas las desalinizadoras permite preservar durante más tiempo las reservas acumuladas, evitando pérdidas por evaporación o incrementos bruscos del consumo en los meses más cálidos.
Además, Crónica Global recuerda que esta medida también permite cumplir con los compromisos adquiridos en relación con el río Ter, que implican reducir la dependencia de Barcelona respecto al agua embalsada en Sau y Susqueda. Se trata de una estrategia de resiliencia que el nuevo Ejecutivo catalán quiere consolidar en esta legislatura.
Según avanzó a Crónica Global la directora general de Transición Hídrica, Concha Zorrilla, el objetivo es que en un plazo de cinco años, el 70% de la demanda de agua en Cataluña se cubra con recursos no condicionados por la lluvia. Para lograrlo, el Govern prevé aumentar en 280 hectómetros cúbicos la disponibilidad total mediante un plan que combina desalinización, regeneración de agua, mejora de la eficiencia en las redes y aprovechamiento de nuevas cuencas, como la del Besòs.
En este contexto, la desalinización se perfila como una pieza clave del modelo hídrico catalán. “Hace tres décadas ya se hablaba de la necesidad de infraestructuras para garantizar el agua al margen de la lluvia. Y esta legislatura hay un acuerdo de Govern para que en cinco años tengamos las infraestructuras necesarias para lograr que el 70% de la demanda no dependa de la precipitación”, afirmó Zorrilla en declaraciones recogidas por Crónica Global.
En las próximas semanas, está prevista la firma de un convenio entre la Generalitat y el Estado para licitar las obras de ampliación de la desalinizadora de la Tordera, cuyas obras podrían arrancar a finales de verano. La planta del Foix seguirá un proceso similar. Ambas instalaciones deberían estar en funcionamiento en la primera mitad de 2029, según ha podido saber Crónica Global.
No obstante, esta apuesta por la desalinización estructural no está exenta de críticas. Entidades ecologistas como Aigua és Vida advierten de sus costes sociales y medioambientales. “No puede convertirse en una fuente estructural: consume mucha electricidad y encarece el precio del agua. Debería reservarse para emergencias. Lo que hace falta es limitar el consumo de quienes más gastan y contaminan”, sostienen desde la entidad, según recoge también Crónica Global.
Frente a estas críticas, la ACA defiende que el coste de producción de agua desalada ya está incorporado en las tarifas actuales, y asegura que no se han detectado impactos medioambientales relevantes. “La salmuera se vierte a varios kilómetros mar adentro y los controles garantizan que no haya perjuicio para los ecosistemas marinos”, afirman fuentes del organismo a Crónica Global.
Con la experiencia reciente de la sequía todavía presente y en un contexto de emergencia climática creciente, el Govern de Illa apuesta por una política hídrica más estructural, preventiva y resiliente. El mantenimiento de las desalinizadoras a alto rendimiento, incluso por encima de los protocolos del PES, revela un nuevo enfoque: asegurar el suministro sin depender de la climatología.
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