
Opinión
Va por ti, chaval
Este año tengo un santo especial y extrovertido

Cada año la Navidad me plantea dudas a la hora de escribir, el nacimiento del Niño Dios y la ausencia de quienes están lejos o de quienes nos dejaron, aunque nunca del todo.
Cada año encomiendo la Navidad a mis santos particulares: mi abuelo, mi padre, Juan Carlos, mi compañero, cuñado y amigo, y también a quienes las pasan lejos de sus familias que encarno en nuestros soldados en el exterior. Cada año se lo encomiendo también a San José, que por algo llevo su nombre y creo que no se le ha hecho justicia a todo lo que se merece porque lo suyo me parece muy meritorio. Y a mi santo particular, vale que no es un santo, sólo beato, el Padre Huidobro, el Santo legionario, porque sé que él tiene menos admiradores que otros santos que gozan de más fama y predicamento, aunque como ya escribí una vez, puestos a vérmelas un día con el diablo, prefiero a mi lado a un santo legionario con su Cristo de Lepanto en el pecho, que cualquier otra compañía y que me perdonen el resto de santoral.
Pero este año tengo un santo especial, un tipo magnifico, abierto, extrovertido, el gran organizador de todo en lo que se metía, bueno, genial y alegre, un santo que realizó su primer milagro justo antes de dejarnos
Dios tiene sus cosas que nosotros no entendemos y entre ellas muchas veces está el escoger demasiado pronto a los mejores.
Cuando mi nuevo santo nos dejó hubo una gran conmoción. No podía ser menos y aquel día en la Iglesia mientras abrazaba a su padre y a su madre, todo un ejemplo de entereza, me acordé del Padre Huidobro que en el cielo tiene menos trabajo que otros.
Le rogué y le pedí que fuese el primero en recibirle, en distraerle contándole como él pasaba de un lado a otro del frente en la guerra, dando su último auxilio a rojos y a azules, escapándose del hospital para volver al frente hasta que cayó.
Y le dije:
–Padre Huidobro acógelo tú, es un gran chaval y él te contará muchas cosas de todo lo que siempre organizaba, de cómo se ganó el cariño de todos cuantos le conocimos.
Y y le dije que se lo pedía porque ya hizo su primer milagro el día que nos dejó aquí en la tierra, un milagro que me toca muy de cerca. Y estoy seguro que así sucedió:
–Chaval, le dijo Fernando Huidobro al llegar, un amigo me ha pedido que te reciba.
El chaval lo miró con cara extrañado porque el padre iba acompañado como siempre de sus legionarios.
–Son un poco brutos pero buena gente, ya los irás conociendo.
–Muchas gracias, dijo el chaval. No sé quién es usted, pero gracias.
Luego vinieron las presentaciones y la presencia ante el Niño Dios, que obviamente lo acogió en su seno. Huidobro se lo quedó mirando y le dijo:
–¿Por dónde empezamos?
–Me ha dicho que se llama Fernando Huidobro. ¿Qué le parece si esta noche hacemos una fiesta aquí en el cielo? Yo la organizo.
Y así fue como mi nuevo santo particular, el chaval Gonzalo, se ganó como si no se lo hubiera ganado ya, el cielo, donde sigue organizando fiestas.
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