Opinión

El clásico de los pelmazos

Este año el peligroso puede ser el pelmazo poselectoral

Un ventilador junto a una mesa electoral durante las elecciones generales, en un colegio electoral, a 23 de julio de 2023, en Albacete, Castilla-La Mancha (España). Los españoles están llamados hoy, 23 de julio de 2023, para elegir a sus representantes para los próximos cuatro años. Están en juego 350 escaños en el Congreso y 208 en el Senado (ya que 57 de los 265 senadores lo son por designación autonómica), que tendrán que elegir al próximo Gobierno. Estos comicios estaban previstos para di...
Elecciones del pasado 23JVíctor FernándezEuropa Press

Llevo escribiendo ininterrumpidamente esta columna desde que se fundó la edición catalana de La Razón y mis escasos pero fieles lectores ya saben que el último artículo previo a vacaciones veraniegas lo dedico siempre a los pelmazos.

Cabe recordar que la especie del pelmazo veraniego es inextinguible, si bien y de acuerdo con las circunstancias temporales se distribuye en subespecies. Así, soportamos la plaga del pelmazo empeñado en hablar del covid mientras uno se comía unos boquerones que nadie sabe degustar como mi amigo el gran escritor Ildefonso Falcones, que siempre tiene la amabilidad de dejarme a mí el último de la tapa correspondiente. Dicho esto, afortunadamente el pelmazo pandémico está al borde de la extinción, para ventura de famosos merecidos como Falcones o de simples conocidos como yo.

También cotiza a la baja el pelmazo "procesista" empeñado en convencerte de los derechos históricos dels "Països Catalans" o del riesgo de extinción de la lengua en la que escribían Eugeni D’Ors o el maestro Pla, que lo hacían a escondidas en su casa y cuando nadie les veía. Este tipo de pelmazos suele caracterizarse por su insistencia en sentirse oprimido, mientras degusta una paella en traje de baño en ocasiones debidamente "estelado". Si bien efectivamente cotiza a la baja, no es menos cierto que puede cruzarse mientras usted sale del mar y desvía la mirada hacia la orilla, donde luce palmito una señora, o un señor, que para eso estamos en un país afortunadamente libre. Conviene no darlo por finiquitado.

Este año el pelmazo peligroso puede ser el pelmazo poselectoral, que empieza pidiéndole a uno la opinión sobre lo sucedido el 23 de julio -suceso muy importante- aunque sepan que uno (por lo menos yo) no está cualificado para opinar, ni tiene el más mínimo interés en hacerlo. A servidor, la política cada vez le suena más a fenómenos paranormales que tampoco en la vida me han interesado demasiado, como lo es el hecho de que la investidura del presidente del Gobierno dependa del señor de Waterloo. A él, por cierto, me gustaría recordarle la anécdota de Federico El Grande cuando cabalgando vio unas tierras que le entusiasmaron, le dijo al labriego que se las vendiera. Entonces le amenazó diciéndole quién era y el labriego se limitó a contestarle: “Aun quedan jueces en Berlín”.

Así que hago un llamamiento público: recaben la opinión de alguien más cualificado que este humilde escribidor, que les desea unas felices vacaciones, rodeados de familia y buenos amigos.

Dicho esto y como me sobra espacio, me despediré de ustedes hasta el próximo septiembre con lo que más me gusta escribir: ¡VIVA ESPAÑA!